|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ XXV|

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 S E G U N D A   P A R T E


El segundo par de cuchillas se quebró apenas hubo terminado con el siguiente enemigo. Ritter cayó de pie sobre el suelo manchado de sangre, sangre de sus compañeros, no de los titanes; y respiró pausadamente para controlarse. El cosquilleo incómodo en su estómago le ocasionó ganas de vomitar.

El número de titanes había disminuido considerablemente, aunque eso no significaba que todo había terminado y podrían seguir su camino, no. Por cada monstruo que conseguían asesinar, aparecían dos más al cabo de unos minutos. Estaban rodeados y comenzaba a ser una simple ilusión el regresar a casa con vida esa tarde.

—¡Ritter, levántate! —Las manos de Sam aprisionaron su cintura para alzarlo en vuelo a su lado.

Sólo cuando estuvo lo suficientemente alto se dio cuenta del gran descuido que había cometido cuando vio al titán de tres metros caer de bruces al suelo ante su fallida captura.

Sus mejillas ya no sólo estaban rojas por el ejercicio, sino por la cercanía y preocupación de su amigo. Sam lo depósito sobre el árbol más alto. Cayeron enredados con el otro y se tomaron unos cuantos segundos en regularizar sus respiraciones.

—¡¿Qué demonios hacen ahí?! —Nanaba apreció en escena—. ¡No es tiempo de romances! ¡A luchar!

Se miraron entre sí cuando ella desapareció. Sam fue el primero en levantarse y le tendió la mano para ayudarlo a hacer lo mismo.

—Estás cansado, deberías ir con la unidad de suministro —sugirió al notar el modo en el que el cuerpo del pelirrojo se tambaleaba con ligereza.

—No.

—Ritter, es en serio. No podrás hacer nada si sigues de ese modo.

El pelirrojo chasqueó la lengua y procedió a acomodarse el uniforme. Cuando la capa verde, húmeda por la lluvia, se ladeó un poco, su amigo reparó en la mancha rojiza a uno de sus costados. El modo en el que Ritter sujetaba esa zona haciendo una mueca de dolor confirmó sus sospechas.

—Estás lastimado —aseguró en un hilo de voz.

Ritter se giró con fastidio.

—No es verdad, es sangre de titán.

—La sangre de titán se evapora rápido, Ritt, no me mientas —alzó la voz inconscientemente.

La cabeza del mejor amigo de Geheim Brandt trabajó al mil por hora.

—Será de algún muerto —se limitó a responder.

Sam no lo soportó más y cuando él se confió se acercó con rapidez para retirarle la mano del torso.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora