|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ XIII|

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Barrió hasta donde la escoba le daba alcance mientras silbaba la canción de cuna que tanto ansiaba en saber la letra, hasta que la figura de su hermana apareció en su campo de visión

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Barrió hasta donde la escoba le daba alcance mientras silbaba la canción de cuna que tanto ansiaba en saber la letra, hasta que la figura de su hermana apareció en su campo de visión. Sonrió sin darse cuenta, soltó el objeto y corrió hasta ella para abrazarla por detrás. La apretó contra su pecho y le besó la cabeza con cariño.

—¡Geheim! —Canturreó su nombre—. Mañana por fin es día libre, ¿quieres ir conmigo a la ciudad? Tal vez podamos tomar algo, no sé, comportarnos normales.

Se separó de ella quedando confundido al ver su rostro decaído. Lo único que salió de ella fue una sonrisa triste.

—¿Estás bien?, ¿sucede algo malo?

Negó con la cabeza.

Me parece bien tu idea, te veo mañana en la entrada, al medio día, ¿de acuerdo?

Arqueó las cejas no muy convencido. Algo diferente había en ella. Desde aquella noche que regresó de la junta privada y a hurtadillas del comandante, junto con el capitán Erwin, la líder de escuadrón Hange, y el cabo Levi, ya no era la misma de antes, por lo menos no con él. Algo malo le sucedía a su mejor amiga, podía sentirlo.

Aceptó con la esperanza de que todo saliera bien y que las cosas mejoraran al día siguiente. En la puerta, esquivando a los soldados pasar, vestido con una camisa blanca y pantalón negro, esperó a Geheim Brandt para salir juntos y poder averiguar lo que sucedía, pero ella no llegó. Comenzó a sentirse preocupado de que le hubiera sucedido algo, así que de nuevo se adentró al cuartel en su búsqueda. Verificó los pasillos, su dormitorio, la cocina, incluso en la oficina del cabo Levi, pero no estaba en ningún lugar. Su corazón latió con fuerza. »¿Dónde más puede estar?« El mal presentimiento aumentó.

Una mujer con coleta de caballo, anteojos, y mirada desbordante de locura, pasó a su lado sin siquiera notarlo.

—¡Hange-san!

La castaña no lo escuchó, iba sumamente concentrada en los informes sobre sus manos, repasando cada nombre y dato que ahí aparecía.

—¡Hange-san! —La llamó de nuevo—. ¡Líder de escuadrón! —Nada parecía dar resultado hasta que una idea le cruzó por la mente—. ¡Cuatro ojos! —Gritó tratando de imitar la voz del cabo Levi.

Inmediatamente Hange dejó caer las hojas y giró el cuerpo en todas direcciones de manera asustada buscando al loco de la limpieza, y cuando se dio cuenta de que se trataba del pelirrojo, recogió todo y le golpeó la cabeza con fuerza.

—¡Me asustas!, ¡¿qué demonios te sucede?! ¡¿Acaso no tienes corazón?!

—Lo siento, Hange-san, pero era el único modo de que me escuchara —se excusó frotando el área afectada.

La mayor bufó y tiró de los extremos de su chaqueta recuperando la compostura.

—No vuelvas a hacer tal cosa, la próxima vez no seré tan blanda —se acomodó las gafas con el dedo índice—. Solamente te agradecería que no le mencionaras nada al enano sobre esto, no quiero que piense que le tengo miedo, porque no es así, una mujer como yo, tan fuerte y ágil, jamás podría temerle a un enanito como él.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora