|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ XXI|

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Cubrió su boca al toser, un esputo de sangre le llenó la mano

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Cubrió su boca al toser, un esputo de sangre le llenó la mano. Su pecho subía y bajaba con rapidez. Se limpió la palma sobre la sábana mojada debido al sudor que su cuerpo emanó durante esa horrible pesadilla. A pesar de que eso la reconfortaba en cierto modo, el mal sueño no había hecho más que aumentar el mal presentimiento dentro de ella.

La vela se apagó dejándola en completa oscuridad, cosa que la asustó y se precipitó a correr las cortinas de la ventana en busca del brillo de la luna. Se tambaleó un poco, y tuvo que sostenerse de las puertas para evitar caerse. Tenía la garganta seca y el cuerpo completamente mojado. Levantó la cabeza en dirección al cielo en busca de aliento, sintiendo el cuello pegajoso molestarle.

El primer sollozo se filtró entre sus labios al recordar el cuerpo sin vida de su mejor amigo. La necesidad de tenerlo cerca aumentó. Se repitió de manera constante que todo había sido producto del estrés acumulado con el pasar de los meses y que el hecho de estar separada de él no ayudaba en nada. Y es que, no tenía por qué suceder aquello, sólo era una mala jugada de su mente, ¿verdad? Era imposible que su subconsciente se comunicara con ella prediciendo lo que pasaría si no se disculpaba a tiempo.

La mirada de Ritter cargada de odio le lastimó hasta el fondo de su ser. Se cubrió la boca para ahogar el llanto, y la luna hizo brillar sus mejillas húmedas.

Sea como fuere, se prometió protegerlo con su vida, cuidar de él, aunque estuvieran alejados el uno del otro, sabía que el sentimiento de amor fraternal seguía ardiendo con la misma intensidad que tuvo desde el inicio, y no permitiría que nadie le hiciera daño.

Tomó la decisión de salir en busca de aire fresco, ahí adentro se sentía asfixiada, a punto de morir, pues la sensación del agua prensando su cuerpo hasta robarle la respiración, seguía intacto. Se desvistió con torpeza para poder colocarse la bata de dormir que Hange le regaló por su primera palabra pronunciada después de las primeras terapias, y dejó las pantuflas de lado para poder caminar descalza, de ese modo se sentía mucho más cómoda, era ella misma.

El brillo del anillo captó su atención antes de salir, el dedo anular izquierdo le ardió como si le hubieran puesto una llama alrededor. Suspiró rendida antes de ir por él y colocárselo. Si lo había portado su madre, tenía la esperanza de que se hubiera quedado grabada la sabiduría que la caracterizaba.

La tierra le llenó los dedos de los pies cuando pudo salir al patio donde daba lugar el combate cuerpo a cuerpo. Pateó la arena mientras las imágenes del agua penetrando el suelo recorrieron cada rincón de su mente.

—¡Pelea! —La voz infantil le rozó la oreja.

Además de la incógnita que navegaba alrededor del pelirrojo, seguía preguntándose a quién pertenecería aquel tono aniñado cargado de desesperación y tristeza. Sentía que ya la había escuchado antes, sólo que no podía recordar dónde. Y ni hablar de la niña suplicando su ayuda, encadenada a una oscuridad desconocida, con quien le pasaba lo mismo; el sentimiento de familiaridad la embriagaba, lo más extraño de todo era que juraba jamás haberla visto.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora