|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ IV|

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ESCUADRÓN, DESPRECIO, Y UNA MUJER MISTERIOSA


Se observó con detenimiento en el espejo incrustado a la pared de su nueva habitación compartida. Por fin, después de tres largos años, las alas de la libertad ya adornaban su espalda, plasmadas en lo claro de su chaqueta y como evidencia de la promesa sobre buscar la verdadera libertad. Estar en la legión de reconocimiento era un honor para muchos, mientras que para ella solo era un escape, una forma de buscar salir bien librada de terribles monstruos, y de un pasado al que temía sucumbir. El camino hasta ahí nunca fue fácil, desde su salida de la ciudad bajo tierra hasta llegar al cuartel de la Legión, y era por eso mismo, que estaba decidida a hacer que cada segundo lo valiera.

Sus nuevas compañeras abandonaron la habitación de forma ordenada, guardándose el entusiasmo y los chillidos de felicidad, mientras que Geheim se quedó de pie en la misma posición. Trató de aclararse la garganta una vez que confirmó su soledad, pero le dolía todavía, no sabía si eso era normal o un punto a su favor.

—Tal vez esto es un milagro de Ymir —escuchó la voz de su madre a sus espaldas.

Alguien tocó la puerta. Con cuidado giró la perilla encontrándose con su reluciente amigo portando con orgullo su nuevo puesto.

—¡Mírate! —exclamó el pelirrojo con los brazos extendidos apuntando en su dirección—. ¡Te ves fantástica!

Las mejillas de la pelinegra se encendieron.

Tú no te quedas atrás —respondió tomándolo de la chaqueta y sacándolo de la habitación.

Cerró con cuidado la puerta tras de sí y ambos iniciaron su camino hacia el patio del cuartel, donde estarían a punto de repartir a los nuevos reclutas entre los escuadrones existentes.

—¿No te da emoción? —preguntó Ritter cerrando sus puños con fuerza y moviéndolos frenéticamente—. En unos instantes perteneceremos a un equipo.

Ella suspiró. A pesar de que la capitana Hange la había solicitado exclusivamente, no estaba segura si las palabras del soldado más fuerte de la humanidad la habrían hecho cambiar de parecer en algún momento, así como tampoco estaba segura de que alguien, a aparte de la mujer con lentes, la quisiera en un escuadrón. «Bien lo dijo el cabo Levi, ¿para qué meterme a un equipo si solo voy a retrasarlos?».

—Oh, no, no pongas esa cara. —Ritter se colocó frente a ella y la tomó por los hombros—. Si es por lo del enanín, no le hagas caso, él no sabe lo que dice porque no te ha visto en acción.

A pesar de la inseguridad recorriendo su cuerpo, le sonrió mostrando todos sus dientes.

Geheim no era tonta, sabía perfectamente que su hermano le decía eso solo para hacerla sentir mejor. No podían negar que no era la mejor en batalla, lo que resultaría un punto en su contra, lo único que quedaba para no sentirse tan debilucha, era ver qué tan buena resultaba a la hora de matar titanes.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora