|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ VIII|

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—LA LIBERTAD EN EL ROSTRO—


La noche anterior a la salida, pudo conversar con Ritter antes de irse a dormir. Se encontraba en el viejo y enorme árbol al que acudía al final del día en busca de un refugio, cuando él apareció bajo la sombra de éste. La saludó desde el suelo y escaló el tronco hasta quedar a su lado.

—Aquí estás, te estuve buscando.

Sus labios se curvaron con mucho esfuerzo.

—Debe-rías ir a... —respiró hondo y después soltó la palabra:— dormir.

El pelirrojo dio un salto en su lugar. No se terminaba por acostumbrarse al hecho de que su amiga pudiera decir ciertas palabras, lo seguía tomando por sorpresa.

Las terapias con la capitana Hange, a lo largo de otros dos intensos meses de trabajo, comenzaban a dar frutos. Los ejercicios que le daba, así como cada medicamento, los seguía al pie de la letra, dando como resultado el hecho de que su garganta le permitiera emitir uno que otro sonido de manera muy sutil. Al principio solo fueron susurros, enseñándole a hacer respiraciones de manera correcta para que fueran entendibles, lo que le facilitó el trabajo de la comunicación dentro de su rutina si se trataba de los únicos cómplices que tenía; después, con muchas horas de práctica y fuerza mental, los susurros dieron paso a palabras un tanto airosas, pero confiaba en que aquello pronto mejoraría. Mientras tanto, para la siguiente expedición de la Legión, tenía prohibido poner en práctica el avance.

—No quiero que te esfuerces y volvamos al inicio —le dijo Hange esa misma mañana con un acento casi maternal.

Ritter Bleier se guardó la sonrisa de emoción y orgullo, y le pasó un brazo por los hombros.

—Tú igual deberías, mañana tendremos que levantarnos más temprano de lo normal.

No puedo hacerlo —confesó, brotándose uno de los brazos cuando una suave ventisca le acarició la piel.

—¿Nerviosa por el gran día? —Como respuesta, se quedó cayada, con la vista fija en la luna menguante frente a ellos—. No me digas que te has arrepentido —en su tono pudo captar cierto atisbo de decepción.

Negó con la cabeza y bufó sin mirarlo.

No, no tengo un buen presentimiento... Rit-ter.

Se lastimó la garganta luego de toser al final, y se colocó una mano sobre el pecho cuando un dolor se instaló ahí también. «Tal vez sea mejor que guarde fuerzas».

Su hermano la soltó y giró el cuerpo hacia ella cuidando no caerse.

—Geheim... —pronunció a modo de reproche—, trata de no pensar en eso. Todo saldrá bien, nos hemos preparado para este momento muchos años, y estoy seguro que seremos los mejores mañana, ¿eh?, como en los viejos tiempos.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora