|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ XXIV|

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 P R I M E R A  P A R T E 


Los ojos claros de Ritter Bleier se quedaron fijos en los suyos durante todo momento. En ningún segundo ese sentimiento de protección y calidez se esfumó de su expresión, y sólo se dedicó a escuchar con total atención aquello que perseguía a su hermana menor robándole incontables noches de sueño.

No dijo nada por un par de segundos, no había palabra alguna para todo lo que ella le confesó. Su cuerpo únicamente consiguió tomarle el rostro entre ambas manos para después depositarle un beso en la frente, el más cargado de amor del que se tuviera registro. Sólo así Geheim pudo estar en paz, ahora que su mejor amigo estaba de su lado, ahora que ya no tendría por qué ocultar su verdadero ser ante una de las personas más importantes de su vida, podía respirar con mayor calma.

Para cuando Hange llegó a las duchas comunes acompañada de su segundo al mando, el chico con cabello de fuego terminaba de tararear una canción de cuna al oído de la soldado mientras la abrazaba con fuerza. La chica de hebras cortas la observó desde su baja estatura, y cuando le sonrió ampliamente, Hange supo que la antigua Geheim había regresado.

—¿Cómo te sientes? —preguntó la mujer con anteojos arrodillándose frente a ella.

Los brazos de la pelinegra no se apartaron de su hermano. Asintió ligeramente intentando que el temblor de su cuerpo no se notara y aliviada de no tener voz para que así para que la posibilidad de que alguien más escuchara su historia fuera inexistente.

—Necesitamos hablar.

Ciertamente, a Hange le dolía tener que obligar a su soldado favorita a que rememorara lo acontecido en una de sus noches más difíciles, pero también sabía que era necesario. Esperaba que el gesto amable de Geheim cambiara apenas terminara de pronunciar lo último, sin embargo, la joven no cambió su postura. Se atrevería a decir, que parecía un poco más valiente y fuerte que antes de que se marchara a Shiganshina unos días atrás. Sólo bastó que observara a Ritter Bleier sosteniéndola con fuerza para darse cuenta de que él era la razón.

—Primero habrá que revisarte y que te cambies de ropa. Ritter, Moblit, llévenla a la enfermería —su mirada se posó en ella de nuevo—. Te estaremos esperando en la oficina de Erwin.

Hange regresó al lugar donde había dejado a dos de sus amigos, con un rostro que denotaba confusión. Le agradaba que Geheim regresara a ser quien en realidad era, o a la actitud alegre a la que los había acostumbrado desde el momento en el que puso un pie dentro del cuartel, sin embargo, el hecho de que su cambio de actitud tan repentina estuviera relacionado con el apoyo y cariño de cierto chico pelirrojo, no la dejaba tranquila. Todo eso la hacía sentir... culpable.

Aunque trató de convencerse que todo era por el bien de sus avances, una espinita en su corazón no la dejaba tranquila. Sabía lo que se venía y habría deseado observar los ojos de Geheim desbordantes de cariño hacia ella por más tiempo, antes de que la odiara.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora