La nieve blanca cubría el techo del cuartel, el viento fresco azotaba las ventanas y mecía las copas de los árboles con frenesí. Las hojas secas volaban en el aire siguiendo a los pájaros en busca de un lugar dónde pasar la tormenta que se avecinaba, y las nubes adornaban el cielo dando una imagen tan magnifica, de la que pocas veces al año se podía disfrutar en ese lado del mundo.
La muralla María había sido destruida recién pasados tres años, y aunque eso debió separar a la humanidad en cautiverio, después de haber perdido gran parte de su territorio, lo cierto era que se unieron más. Pasar por algo tan trágico como lo era aquel día, les había abierto los ojos haciéndoles ver lo mucho que debían apreciar lo que tenían. Todos necesitaban de todos, y fue algo que aprendieron a la mala. Por lo pronto, durante ese mes, la mayoría de los adultos se esmeraban porque la carga no recayera sobre los pequeños hombros de los niños, y ponían de todo su empeño en hacerles pasar una linda velada para que se olvidaran del horrible escenario que más de uno tuvo que presenciar, por lo menos un día al año.
Las épocas decembrinas y el ambiente cargado de júbilo ya podía sentirse en el aire. La navidad estaba a la vuelta de la esquina, teniendo a todos en un estado de tensión absoluto con la compra de regalos y la preparación para una noche perfecta. Todos ansiaban el tan aclamado día de navidad, desesperados a tal punto de querer dormir ya para que llegara más pronto, eso según los niños que rondaban el distrito de Trost, entusiasmados por los regalos y la comida deliciosa que se elaboraba en conmemoración a las fechas.
Geheim Brandt jamás había celebrado tal cosa, no hasta hace apenas seis años cuando ingresó a la academia de reclutamiento con la ilusión de convertirse en un soldado y poder cumplir el sueño que tenía con su madre: ir juntas al mañana y poder disfrutar de una larga vida sin monstruos gigantes que las acecharan todo el tiempo.
Pegó la nariz a la ventana, el vidrio se empañó al instante en el que el vaho expulsado por la chica lo azotó con fuerza. Esbozó una sonrisa ladina y, con el dedo índice, dibujó una carita feliz que terminó por convertirse en una triste cuando las gotas comenzaron a resbalarse desfigurando por completo su obra maestra. La nieve a lo lejos gritaba un "ven, Geheim", resultándole demasiado tentador. De reojo, revisó la habitación. No había ni un sólo ruido. Confiada, se atrevió a abrir la ventana en busca de aire fresco y poder comer copos de nieve. Las mejillas se le tornaron rojizas cuando su piel quedó fría por completo, cerró los ojos ante la satisfactoria sensación y después abrió la boca dispuesta a seguir con sus planes. Sin embargo, la diversión terminó cuando la voz de Sasha la interrumpió desde atrás.
—¡Geheim! ¡Cierra esa ventana antes de que te lance por ella!
Sólo bufó en respuesta. No le quedó de otras más que hacer lo que su compañera le había ordenado. Con el ceño fruncido y cruzada de manos, dio media vuelta arrugando la nariz ante la molestia. En las literas que se encontraban al lado opuesto de la suya, Cirla y Maya se burlaban adormiladas de la escena, una acurrucada con la otra en busca de calor.
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SILENCE || Levi Ackerman (En edición)
ФанфикUɴᴀ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ, ᴜɴ ᴇɴᴏʀᴍᴇ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ, ᴜɴᴀ ᴄᴀɴᴄɪóɴ ʏ ᴇʟ sᴏʟᴅᴀᴅᴏ ᴍás ғᴜᴇʀᴛᴇ ᴅᴇ ʟᴀ ʜᴜᴍᴀɴɪᴅᴀᴅ. Gritar, cantar, reír, llorar y hablar: cosas simples que nos regala la voz, pero para aquellos que carecen de ella, las cosas se vuelven mucho más difíciles. Geheim...