|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ X|

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Mitras se asomó frente al Cuerpo de Exploración

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Mitras se asomó frente al Cuerpo de Exploración. El gentío comenzó a acumularse en la calle principal y la policía Militar se vio obligada a interferir. La mayoría en ese lugar no estaban contentos con tales visitas, inclusive la primera rama de la división del ejército los recibió con una bien disimulada mueca de desagrado; ante esos miles de pares de ojos, la Legión sólo era una pérdida de tiempo, donde únicamente ingresaban aquellas personas dementes que querían morir antes de tiempo, pero ellos no veían el verdadero labor, la cruda realidad que los rodeaba día con día, y Geheim la había conocido tan solo un par de días antes, cuando estuvo a punto de morir a manos de un titán.

Sentía el cuerpo adolorido, como si una estampida de caballos le hubiese pasado encima, quebrando todos sus huesos con suma lentitud; su cuello estaba torcido y la garganta le seguía ardiendo, sabía que sus esperanzas de volver a emitir sonidos se verían retrasada debido a los anteriores acontecimientos. Su frente había dejado de sangrar, lo que por lo menos era un avance, y podía caminar, encorvada, pero lo hacía. Confiaba en que pronto, todo ese sufrimiento se detuviera.

A pesar de todo el dolor que pudiera tener físicamente, nada se le comparaba al sentimiento atorado en su pecho. Se sentía sofocada, pareciendo que alguien estuviera aplastándole el tórax con todo el peso que le era posible. Los nervios la hacían temblar, su cuerpo emanaba sudor en demasía siendo notorio en el área de las axilas, y sentía que en cualquier momento estallaría en llanto. Temía que en cualquier momento, el comandante frente a ella se percatara de la ansiedad que consumía su cuerpo.

El carruaje se detuvo unas horas antes del ocaso, cuando el sol comenzaba a descender de su máximo punto. Su cuerpo se inclinó al frente debido a la rudeza con la que conductor frenó, y se aferró a la tela del asiento para evitar caer sobre el señor Shadis. Se acomodó en su lugar sonriéndole con timidez sin obtener respuesta, mas ya estaba acostumbrada al carácter de su superior y los malos gestos y tratos que solía brindarles a todos sus subordinados.

—Justo a tiempo —expresó antes de tomar la manija para abrir la puerta.

Respiró profundamente y aceptó su enorme mano para ayudarla a bajar.

Gracias al capitán Erwin Smith, se le había permitido realizar el resto del viaje a la ciudad imperial junto al comandante de la Legión, siendo mucho más cómodo incluso para el enano gruñón. A pesar de todo, le fue difícil no echarle de menos al cabo Levi y su entrecejo arrugado.

Inspeccionó el lugar con curiosidad, encontrándose con unas enormes puertas dobles de madera al final del sendero hecho de concreto, con columnas de yeso a los lados y un pequeño techo recargado sobre éstas que le brindaban sombra a dos guardias de la Policía Militar. Cuando Keith Shadis pasó a su lado y terminó por dejarla atrás, trató de estirar los brazos hacia arriba para desperezarse, hasta que un dolor agudo le indicó que era mejor guardar fuerzas para lo que se avecinaba.

—¡Geheim! —gritó Ritter corriendo hasta ella sin importarle las burlas de sus compañeros.

Sus largos y fornidos brazos la estrecharon contra su pecho dándole un sentimiento de serenidad y supo que si él estaba a su lado en esos momentos, todo saldría bien.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora