Después de que el capitán Levi la salvara de romperse los huesos de las manos ella misma, la acompañó de nuevo a darse una ducha, donde respetó su privacidad y le llevó una bata nueva y limpia qué sabrá Dios de dónde sacó; por lo largo que le quedaba, supuso se la habría robado a Hange. Al final, la escoltó a la que solía ser su habitación, y se quedó a su lado hasta que terminó con la mitad de la sopa a medio calentar, asegurándole que él se encargaría de recoger a Gaul y llevarlo de vuelta a su respectivo lugar.
—Quédate aquí y trata de dormir. Mañana será un día pesado —ordenó dándose media vuelta, hasta que la mano pequeña de la joven se enredó en su muñeca impidiéndole que diera un paso más.
Se giró con confusión y el corazón latiendo desbocado. Geheim lo miró sin ninguna expresión, y moviendo los labios de manera lenta, le dijo:
—Por favor, espere.
La mirada platinada del capitán se posó en su rostro, después en el agarre por un par de veces, y Geheim comprendió que su tacto le estaba molestando. Lo soltó rápidamente sin ningún rastro de vergüenza o arrepentimiento por su arrebato. Ahora fue ella quien dio media vuelta y se dirigió al baúl pequeño donde guardaba sus cosas. El azabache reparó en la forma en la cual sus delegadas manos se cerraban con fuerza protegiendo algo, y no fue hasta que ella lo extendió, que supo de lo que se trataba.
—Regresé de la expedición para entregárselo, tal como me lo pidió —avisó con la cabeza gacha, extendiendo el pañuelo en su dirección.
Levi no supo cómo sentirse al respecto. Con todo el alboroto producido por los nuevos descubrimientos, junto con su nuevo trabajo de mantenerla vigilada, lo había olvidado por completo, pero, tal parecía, inconscientemente, entregarle el pañuelo bordado era una de las cosas que Geheim Grunewald tenía más presentes.
Lo guardó bien durante su última salida al exterior, en el bolsillo trasero de su pantalón, y, cuando regresaron al cuartel, después de la sesión con Hange para ayudarle a hablar, le había pedido que revisara entre su ropa sucia y pusiera a salvo la tela, no quería arriesgarse a un último regaño de su capitán, ni a que él perdiera algo a lo que tanto esmero y trabajo le había puesto.
Entregárselo, en ese momento, no tuvo ningún significado más para la joven pelinegra, simplemente no quería tener deudas con los demás, no ahora donde todo el futuro era incierto. Por otro lado, para el soldado más fuerte de la humanidad fue el detonante de un estallido de emociones que terminó confundiéndolo más de lo que ya estaba al principio.
—Lamento no haber podido lavarlo para usted —pero a Levi, sucio o no, eso no le interesaba.
De forma lamentable, Geheim Grunewald estaba tan sumida en el abismo, que no se dio cuenta del agarre nervioso del hombrecillo, mucho menos del titubeo interno que tuvo antes de marcharse, deseando poder decir algo más. Levi se fue a su oficina donde pensó que las cosas tomarían mejor forma dentro de él, mientras Geheim se quedó en su habitación, completamente sola como en un principio, sentada frente a la ventana con la vista perdida en las estrellas y sin ninguna emoción aparente.
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SILENCE || Levi Ackerman (En edición)
FanfictionUɴᴀ ᴘʀᴏᴍᴇsᴀ, ᴜɴ ᴇɴᴏʀᴍᴇ sᴇᴄʀᴇᴛᴏ, ᴜɴᴀ ᴄᴀɴᴄɪóɴ ʏ ᴇʟ sᴏʟᴅᴀᴅᴏ ᴍás ғᴜᴇʀᴛᴇ ᴅᴇ ʟᴀ ʜᴜᴍᴀɴɪᴅᴀᴅ. Gritar, cantar, reír, llorar y hablar: cosas simples que nos regala la voz, pero para aquellos que carecen de ella, las cosas se vuelven mucho más difíciles. Geheim...