|Mᴏᴍᴇɴᴛᴏ VII|

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—LA VERDADERA INTENCIÓN—


—Creía que no te agradaba —habló Erwin llegando a su lado.

Al igual que días atrás, ambos veían en la misma dirección. Ritter Bleier entrenaba cuerpo a cuerpo junto con Moblit, mientras la chica muda aplaudía desde un metro de distancia, a los logros de su mejor amigo.

El pelirrojo tenía poco tiempo de haber regresado al cuartel, justamente esa misma mañana, después de ausentarse en la junta de dos días atrás a causa de una misión encargada por el capitán de su escuadrón. Casi le dio cáncer en los ojos al cabo Levi al ver la forma tan melosa en la que los dos reclutas se comportaron estando juntos. El pelirrojo la regañaba y abrazaba por lo vivido en su ausencia, mientras la mocosa muda solo se pegaba a su pecho con el moco y las lágrimas escurriéndosele hacia la ropa.

—Tsk, idiotas —expresó ante la escena causando que Hange riera con muchas ganas.

—Oh, eres todo un enanito amargado —afirmó con burla la castaña, pasándole un brazo sobre los hombros.

El hombre de baja estatura despegó sus ojos grises del cuerpo herido de la muda y los posó en su amigo solo por un par de segundos, para después centrarse en ella nuevamente.

—No me agrada —consolidó.

—Entonces no veo por qué la salvaste esa noche.

—No iba a dejar que esos idiotas la mataran, ¿acaso tú sí? —preguntó con una de sus finas cejas alzada, obteniendo una negación como respuesta de su parte.

—La verdad —habló el más alto luego de una pausa—, aunque tenga fe en ella, me siento decepcionado de cierto modo por el hecho de que no supo defenderse —Levi lo miró de brazos cruzados—. Estoy replanteando la idea de que tal vez no fue buena idea dejar que se quedara —continuó—. Al parecer aquí solo encontrará que la maten antes de la siguiente expedición.

—No veo por qué tanto interés en que ella salga —el hombre de cejas prominentes se quedó en absoluto silencio y él supo que tendría que esperar para verlo—. De cualquier modo, es una mocosa todavía, que no se te olvide.

—Pero se preparó durante años para luchar.

—Bien lo dijiste antes, cejotas: ha vivido cosas difíciles.

Su amigo lo miró con la sorpresa reflejada en sus ojos color cielo.

—¿La estás defendiendo?

—Créeme, si la hubieras visto ese día cómo lloraba y la forma en la que fue golpeada, te darías cuenta de que tenías razón. Su vida no ha sido fácil.

—Como la tuya —le sonrió de lado.

Hastiado, chasqueó la lengua.

—No mezcles una cosa con la otra, que el hecho de que digas eso no hará que me agrade.

SILENCE || Levi Ackerman (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora