SᵾᵽɇɍħᵾmȺn ༈ 𝑴𝒂𝒓𝒌𝒉𝒚𝒖𝒄𝒌

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De vuelta en la gran casa de Taeyong...

Jaejoong permanecía inerte, observando con pudor y con ira a la bestia rencorosa que le sonreía de forma burlesca. El miedo era inevitable en aquel escenario escalofriante, y más con la presencia del cadáver de alguien en el centro de la sala. Por otra parte, Taeyong se sentía contento con el tétrico ambiente que había creado, y aunque sentía ansias de torturar y decapitar a varios de los presentes debía ser paciente para que todo saliera de acuerdo a su plan.

—¿Acaso no piensas decir nada? Se supone que estamos en una celebración y hay que sentirse alegres por ello— interrogó el recién llegado a su progenitor; sarcástico.

―Definitivamente que eres alguien cruel y despiadado que no siente compasión ni misericordia por otros. Eres un infeliz que no merece vivir― escupió el mayor de ambos, mientras los espectadores se hallaban en silencio contemplando la disputa.

―Eso suena muy repugnante viniendo de alguien como tu, padre. Sin embargo, pese al evidente denuesto hacia mi persona no diré ni haré absolutamente nada porque soy alguien modesto y reservado― replicó el peliblanco con una gentil sonrisa falsa —Mejor hablemos de las bombas que mandaste a colocar en el sótano de esta casa y que seguramente explotaran en cualquier momento—.

Dichas palabras causaron el pánico entre los convidados, quienes al oír la confesión  manifestaron su malestar, incomodidad pero sobre todo la incertidumbre de saber que el sitio en donde estaban parados, podía venirse abajo en cualquier momento, causa por la cual se encaminaron rápidamente hacia la salida. En respuesta a la reacción, Taeyong simplemente rió maliciosamente y se acercó hacia Jaejoong causando que todos los empleados quienes recientemente habían sido contratados por este último, sacaran armas especiales para neutralizar superhumanos.

—Sabía que harías eso, tan pobre e incompetente que me causas conmiseración... ¡¿CREES ACASO QUE PUEDES MEDIR FUERZAS CONTRA ALGUIEN DE MI NIVEL?!— gritó el peliblanco con su voz resonando como eco, provocando que la tormenta empeorara.

Por consiguiente las ventanas de la gran mansión se rompieron, las columnas y los finos pisos se resquebrajaron producto de un potente temblor y la gravedad se cernió en contra de sus adversarios, quienes cayeron al suelo debido al peso de sus propios cuerpos, el cual también se había visto duplicado.

—¿Q-Qué has hecho?— cuestionó el más longevo de ambos, temeroso por lo que pudiese ocurrir luego.

―Sólo alteré la realidad por unos segundos, causando que estos plebeyos se debilitaran rápidamente. ¿Qué te pasa padre? ¿Tienes miedo de tu propia creación maestra?— preguntó el menor entre sonoras carcajadas que no cesaban ―No sientas angustia de mi, este pequeño chico quien en vida se llamó Youngjae solo es el inicio de un holocausto sin fin y tu no estas entre mi lista de víctimas. Pero cambiando de contexto, sé que quieres llevarme de vuelta al lugar en donde me fabricaste o mejor dicho... Al sitio en donde ahora reside el nuevo fruto de tu esfuerzo―.

—No entiendo como es que lo sabes todo, me impresionas pero no se me quita de la cabeza el hecho de que eres un maldito desquiciado— contestó Jaejoong, intentando sonar valiente.

—¿Entonces por qué no me llevas? Permite que la carcasa vacía de tu hijo y su retorcido huésped conozcan la ardua labor que ha realizado su padre durante muchas decenas de años. Claramente, iré solamente si el bombón de Chittaphon nos acompaña— pidió el nuevo Taeyong, con sus ojos brillando de un carmesí intenso. 

—No sé que pretendes con todo esto, pero desde un principio ya tenía planeado llevarte conmigo y efectivamente; eso harás— contradijo el mayor, mientras que la bestia le tendía sus muñecas a Jaejoong. Las sospechas de este último eran bastantes, pero debía de encontrar la forma de deshacerse del monstruo y devolver a su querido hijo a su estado normal para así poder controlarlo y utilizar su poder hasta su máximo potencial. Sin embargo ¿Qué intenciones macabras y viles tenia el ominoso monstruo en aquel sitio?