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Bajo el cielo apocalíptico, un averno inminente se empezaba a esparcir lentamente como pólvora. Un conflicto se llevaría a cabo muy pronto y todo por causa del avaro joven de cabellera blanquecina, que disfrutaba de las maravillosas vistas que podía admirar desde una de los enormes y variados ventanales de la aeronave en donde se transportaba rápidamente junto con su séquito de mutados bajo su potestad.

Relamió sus labios y suspiró profundamente. Todo estaba saliendo a la perfección y solamente sería cuestión de horas para finalmente llegar a Metrópolis e imponer su poderío de una vez por todas. Tenía un ejército indomable a su disposición y monstruos hambrientos, que seguramente no les vendría mal consumir un poco de carne humana.

Estaba tan ensimismado en sus propios pensamientos, que ni siquiera se percató de la inesperada llegada de Chittaphon quien le observó en silencio. Se sentía atorado y aprisionado en un camino sin retorno, siendo las cadenas que ataban su cuello y manos las responsables de recordarle de que había perdido su libertad hace ya mucho tiempo.

Ten tomó una bocanada de aire. Se sentía incómodo y temeroso respecto a lo que fuera suceder ya que a pesar de todo no deseaba morir, no antes de besar una vez más los labios de su verdadero Taeyong. Detestaba a su posible verdugo y raptor con creces, inclusive de ser posible lo haría desaparecer de la faz de la tierra.

Éste último se dio la vuelta y se sorprendió al ver al atractivo muchacho. Sonrió. Realmente le encantaba aquel joven.

—¿Qué quieres precioso?— interrogó Taeyong, sacando a Ten de su propia mente —¿Necesitas algo?—.

El peliblanco se acercó al ahora humano y lo tomó de su mentón. Deleitó su vista, con quietud y calma contempló la belleza de aquel ser tan efímero. Podría partirlo en dos de un solo tirón, pero él prefería conservarlo para saciar su apetito sexual.

—Y-Yo... B-Bueno, tenía que hacer algo— justificó Chittaphon, el motivo de su presencia.

—¿En serio?— Taeyong lamió sus labios una vez más con lujuria —¿Y qué era exactamente?—.

—¡Necesitaba ir al baño!— exclamó Ten, para luego tragar en seco.

—Entonces anda hermoso. Eres libre de hacer lo que quieras exceptuando el hecho de que te me rebeles junto a tus queridos amigos— indicó el peliblanco; sínico —En realidad, creo que ninguno de ustedes tiene otra opción que inclinarse ante mí. Son simplemente inferiores—.

Chittaphon bajó su cabeza y le dio la espalda en un intento de contener su ira. Estaba harto de aquella repugnante bestia. Su locura y codicia definitivamente no tenía comparación.

Súbitamente uno de los mutados el cual estaba bajo el control de Taeyong, ingresó a la sala y ocasionó la evidente sorpresa del antedicho.

—Señor. Tenemos problemas— informó el recién llegado, con sus ojos sin vida al igual que el resto de sus similares.

—¿Situación?

—Están atacando los navíos y naves inferiores de la flota. Ya varios han caído de ellos.

En un santiamén Taeyong enfurecido intentó golpear a su suborninado debido a lo que él consideraba como un acto de insensatez el hecho de informarle tan tarde.

Pero de repente una fuerte explosión cercana de las afueras ocasionó que se detuviera y  se encaminara hacía la ventana. Desde allí pudo ver como una de sus naves caía rápidamente al mar hasta desaparecer entre sus aguas. También pudo discernir pequeños témpanos de hielo y icebergs, además de una bola de fuego que sobrevolaba los aires con una velocidad increíble.

SᵾᵽɇɍħᵾmȺn ༈ 𝑴𝒂𝒓𝒌𝒉𝒚𝒖𝒄𝒌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora