CAPÍTULO 24

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"Sólo ten paciencia"

Siento mi cuerpo entumecido, no me puedo mover intento gritar pero nada sale.

—Te dije que te quedaras quieta.—su voz hace que me ponga tensa.

Mi propio subconsciente me está haciendo una mala jugada.

La pesadilla es tan vivida que puedo sentir nuevamente las manos de Devon por todo mi cuerpo, quiero apartarlo y salir corriendo pero mi cuerpo no me hace caso, intento gritar pero nada sale.

—Esta vez no te podrás salvar de mi Olivia.—sus manos toman mi cara e intenta acercarse a mi.

De mi solo salen gruñidos y jadeos.

Es tan desesperante, todo esto se siente tan real, sus manos sobre mi me dan una sensación de asco y repulsión hacia su tacto.

Cuando siento sus manos bajar por mi pecho y acunar uno de ellos con su mano, mi cuerpo y mente saltan con señales de alerta, intento nuevamente gritar y apartarme, grito con todas mis fuerzas para que se aparte de mi, lágrimas de la rabia brotan por mis ojos, esto es una pesadilla pero el hecho de que sea una me hace recordar cada momento de esa tarde.

Siento como sus manos se posan en mis hombros y me comienza a sacudir, no de una manera brusca si no como si quisiera llamar mi atención.

—Vamos Joyita.—mi cuerpo reacciona al escuchar la voz de Lander.

Abro rápidamente mis ojos y me enderezo en mi cama.

Mis mejillas tienen restos de lágrimas y mi frente está perlada en sudor, paso mis manos por mi cara y restriego mis ojos.

—¿Estás bien?.—pregunta preocupado.

Lander se encuentra sentado a mi lado y viéndome fijamente, sus ojos evalúan cada rincón de mi rostro con preocupación, en algún momento de la noche se quitó su sudadera lo que deja a la vista un torso delgado y tonificado, desvío mi mirada avergonzada, lo más seguro es que lo desperté, llevo mi mirada hacia la puerta de mi balcón, rayos de luz se cuelan por el vidrio.

—¿Qué hora es? —ignoro su pregunta anterior.

—Son las ocho con treinta.—me responde.

Su ceño sigue fruncido, su mirada no se aparta de mí rostro.

—No quiero presionarte a hablar Joyita pero se que no estás bien, el hecho de haberme levantado por tus gritos y movimientos bruscos es una prueba de lo que digo.—él se acerca más a mí.

Siento como una de sus manos pasa por debajo de mis rodillas y la otra se posiciona en mi espalda, para después levantarme y sentarme en su regazo.
Creo que es un hábito el que siempre que tengo algún bajón o problema el decida colocarme cerca de él.

Y no lo digo como si fuera algo malo más bien al él hacer este tipo de gestos conmigo hace que me siente querida y me hace saber que se preocupa por mi.

—Lo siento por levantarte de esta manera, solo fue una pesadilla.—me disculpo. Recuesto mi cabeza en su pecho y me relajo, su cuerpo me transmite calidez.

No es la primera vez que despierto teniendo este tipo de sueños, en el hospital tuve dos y en uno de ellos estaba presente mamá, ella se preocupó tanto que casi no se separa de mí el resto del día.

—Eso es lo de menos, aunque debo de admitir que me asusté un poco.—su mano pasa a lo largo de mi espalda como una caricia.—tu rostro estaba bañado en sudor y lágrimas, por un momento pensé que te dolía algo, pero cuando mencionaste a Devon... —su voz se escucha llena de amargura, como si pronunciar el nombre de Devon fuera la cosa más difícil de decir y en ese sentido me siento igual que él.

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