4. La joya de Joy

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Había pasado una semana desde esa tarde en la que habían visto el atardecer juntas y desde ese entonces Rosé trataba a toda costa evitar a Jennie pero la mayor la buscaba y siempre la menor cedía. Los encuentros de Rosé con Chanyeol seguían siendo pláticas sobre Jennie a las que la menor ponía mucha atención, además de hacerle preguntas sobre la relación de Jennie con Joy a las que el chico solo se reía al ver la desesperación de Rosé por saber de su hermana.

Ese día el encuentro fue en el Nilo en una tienda hecha exclusivamente para los nobles, era la primera vez que Rosé volvía a ver el rio desde que Jennie la había rescatado

—Mi padre dijo que en dos semanas será la boda. — dijo el chico con un tono bajo sin mirar a la chica. Rosé se tensó sin saber que responder, había pasado el tiempo y claro que al faraón no se le iba a olvidar el matrimonio de su hijo pero tanto ella como Chanyeol no pensaban que sería tan rápido, en todo este tiempo que se habían conocido se pudo construir un tipo de amistad entre ellos, pero nada más. No como lo pensaba la reina quien daba por hecho que Rosé ya estaría enamorada de su hijo.

—T-tan pronto. — tartamudeo, el chico asintió levemente soltando un suspiro. —P-pensé que el faraón quería esperar al periodo de cosecha.

—Yo también pensaba eso, pero al parecer tu padre dice que el rey no está nada bien de salud. — dijo mientras tomaba una copa con jugo de granada. —si lo quieres también, yo puedo tratar de retrasar la boda. — Rosé lo miro con el ceño fruncido.

—¿Crees que puedas?

—Puede que cueste, pero no es imposible. — dijo firme levantándose del asiento. — Deberíamos volver al palacio, ya se está haciendo tarde. — Rosé asintió caminando a su lado hasta los militares que los esperaban, para luego entrar en su silla de mano para ser transportada hasta el palacio.

En el camino solo pensaba en una cosa, la boda. Aun no estaba lista, conocía muy poco a Chanyeol recién se estaban haciendo amigos, recién comenzaba acostumbrarse a su vida en el palacio -que ciertamente si no estuviera Jennie allí no hubiera soportado tanto- y principalmente porque aún no se siente preparada para ser la reina de Egipto. Lo único que quería en esos momentos era estar con Jennie, en su cuerpo entraba una especie de pánico y angustia similar al día que intento arremeter contra su vida, necesitaba a la morena de manera urgente.

Cuando llego al palacio le dio la orden a Jisoo para ir al harén ya que ella estaría con Jennie en su habitación. Pero no contaba con que la princesa estuviera ocupada, o al menos eso escuchaba mientras estaba apegada a las puertas, la curiosidad la mato por lo que abrió lentamente las puertas para ver a Jennie.

La princesa estaba de pie para frente a tres pequeñas estatuas de los dioses Ra, Osiris y Anubis y con ambas manos alzadas a la altura de los hombros mostrando sus palmas hacia los dioses mientras hacia sus oraciones. Rosé no sabía si era correcto escuchar a alguien mientras hablaba con los dioses pero al escuchar a Jennie hablar la intriga la hizo querer seguir escuchando.

—Santos dioses y protectores de los dos mundos. — decía la princesa mientras rompía en llanto, la menor escuchar los sollozos de Jennie se preocupó. —Solo pido que este bien cuidada en el mundo de los muertos, se lo enfada que debe estar conmigo aún pero quiero que sepa que siempre está presente en mis oraciones, en mí día a día y que aunque pase el tiempo siempre está en mi pensamiento. — Rosé entro a la habitación tratando de no hacer ruido y camino hasta colocarse atrás de la morena quien no se percató de la presencia de la menor. — Ni yo misma he podido perdonarme por lo cobarde que fui con ella, solo quiero que me perdone.

Jennie era un lio de llanto y sollozos, Rosé al no saber qué hacer paso sus brazos por la cintura de la mayor apegándola a ella. Ya no le importaba la contención de Jennie cuando le dijera que se adelantó el matrimonio solo le importaba el bien estar de la mayor quien estaba muy afectada luego de sus oraciones. Jennie al sentir a Rosé se tensó pero al voltearse y encontrarse con la rubia que tanto anhelaba solo se aferró más a ella rompiendo en llanto. A Rosé le dolía el pecho al escuchar llorar a la princesa, por lo poco y nada que entendió sobre sus oraciones pudo entender que trataba de mandarle un mensaje a alguien en el mundo de los muertos, una chica que al parecer fue muy importante para la morena.

The Nile River; CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora