30. Tregua

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Jennie nunca espera nada bueno de los llamados de su madre porque siempre terminan en peleas desagradables. Hace unos minutos estaba tranquilamente en el harén conversando con Wendy cuando una de las damas de su madre llego a avisarle que la reina la esperaba en su habitación. Tenía algunas sospechas de lo que se podía tratar: Somin le llego con otra burrada, o tratar de convencerla para casarse con uno de los hijos de gobernadores –ya que no funciono la primera vez-, que deje ser rebelde o que demuestra algo de apreciación por ser la princesa de Egipto, lo mismo de siempre.

Cuando entró a la habitación, su madre estaba sentada serenamente mientras revisaba unos trozos de papiro con una sonrisa en su rostro, Jennie frunció el ceño ¿Qué le estaba pasando a su madre? Ella nunca está feliz o al menos nunca la ve sonreír.

—Um...¿Por qué me llamaste? —pregunto Jennie deteniéndose frente a la cama. La reina alzo la vista entre el fleco de su peluca para mirar a su hija y hacerle una seña para que se acercara. La princesa indecisa lo hizo lentamente, una vez que llego allí la reina le pidió se sentara frente a ella.

—Mira esto— dijo en un tono suave apuntando a los papiros. Jennie con duda bajo su vista hasta para ver que el montón papiros se trataban de sus dibujos de pequeña. La princesa al verlos soltó un quejido haciendo que su madre soltara una risa.

—¿Por qué aun los tienes? — se quejó la morena. —Son horribles.

—Claro que no— respondió la mujer. —Mira este— alzo uno entregándoselo. —Lo hiciste cuando tenías ocho— explico, Jennie soltó una risa negando. —Nos dibujaste a mí con Sunmi, Chanyeol y a ti en el patio de las flores— indico.

—Escribí mal mi propio nombre— alego la princesa viendo los jeroglíficos mal escritos. La reina soltó una carcajada mientras miraba a su hija con suavidad. En ese instante Jennie volvió a la realidad, todo era muy extraño ¿Por qué de repente su madre dejo de ser tan horrible con ella? Choco su mirada con la mujer un segundo para rápidamente desviarla, no sabía bien cómo actuar pues hace mucho que no tenía una conversación con su madre que no fuera desagradable.

—¿Me darías un abrazo? —pregunto la reina levantándose de la cama, Jennie la miro anonada con su cejas arrugadas, realmente no entendía lo que estaba pasando, pero luego de pensarlo unos segundos se levantó y se acercó a su madre con indecisión abriendo sus brazos, la mujer paso sus brazos por la cintura de su hija apegándola a ella con fuerza, hace más de un año que no recibía un abrazo de su hija y volver a sentirla se causaba mucha felicidad.

Por otra parte, Jennie seguía sin comprender aunque tenía que admitirlo, volver a sentir el amor maternal de la mujer que le dio la vida le hizo darse cuenta de lo mucho que extrañaba a su madre.

—¡Madre, ya le dije a las chicas del harén que limpiaran el santuario y...— grito Sunmi adentrándose a la habitación para detenerse de golpe al ver a su madre y hermana abrazadas.

—¡Tú también ven aquí! — exclamo la mujer soltando a Jennie de un brazo para recibir a Sunmi en el otro, una vez que las tenía a ambas las pego a ella dándole un beso en sus cabezas a cada una.

—¿Qué le pasa? — le susurro Sunmi a Jennie, la morena solo se encogió de hombros.

-

—¿Así está bien? —pregunto Jisoo mostrándole una piedra que tallaba a Lisa, la menor la miro con detención asintiendo. En los pocos tiempos libres que Jisoo tenía, aprovechaba de ir a ver a Lisa al taller de las joyas. La menor era muy organizada con las piedras en el taller, todas tenían que estar separadas por color y por orden alfabético, muy maniático pero le resultaba más cómodo, no permitía que nadie cambiara las cosas de lugar, ni siquiera su hermano Bambam. La única excepción era Jisoo.

The Nile River; CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora