25. Lago Nasser

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—Estuve revisando la guía que nos dio el dueño, deberíamos ir a los botes del lago Nasser— propuso Rosé recogiendo su cabello para colocarse la peluca oscura.

—¿Botes? ¿Son como las barcas? — preguntó Jennie mientras maquillaba sus ojos con un poco de Kohl. Rosé negó soltando una risa.

—Los botes son más pequeños y los manejamos nosotras— aclaró, Jennie abrió sus ojos con sorpresa haciendo que Rosé la mirara incrédula. —No me digas que tampoco has tomado un remo en algún momento de tu vida— Jennie le dio una sonrisa asintiendo.

—Pero no es mi culpa— se defendió la mayor haciendo un puchero.

Habían vuelto de los templos luego de unas horas y después de dormir un por un rato, comenzarían con su tour por la ciudad de Abu Simbel. Tenían que aprovechar los pocos días que Sunmi les había planeado pues si no volvían a Aswan el día indicado sería muy sospechoso para la reina saber que solo Sunmi llegó, y Jennie y Rosé no.

El día tenía un panorama soleado y tranquilo, como cualquier día común es solo que los ambientes habían cambiado, Jennie y Rosé dejarían de ser nobles por un par de días para poder disfrutar la de la otra por un tiempo necesario. Tiempo en que Jennie había establecido que no le importaría nada más que disfrutar a Rosé al máximo.

La menor estaba demasiado entusiasmada por recorrer Abu Simbel, tanto que ya había planeado prácticamente todo para los días que estarían allí.

Cuando llegaron al lugar de los botes uno de los chicos de allí les explico cómo utilizar los remos porque claro, Jennie le comento que no sabía por ende tuvo que hacerle una mini clase de explicación, clase en la que el chico no perdió el tiempo en mirar a Jennie detenida y descaradamente, haciendo que Rosé estuviera a punto de golpearlo.

—...Solo tienes que moverlo hacia atrás para impulsar el bote— le explicaba el chico a Jennie quien miraba las acciones del chico con detención como si fuera a tener un examen de remos.

—Entiendo— dijo la morena asintiendo mientras imitaba los movimientos con el remo que sostenía.

—¿Ustedes son de Egipto no? — pregunto el chico mirando las pelucas negras.

—Sí, llegamos esta mañana— le respondió Jennie cortésmente. El chico le dio una sonrisa mirándola, Jennie en ese entonces arrugó un poco sus cejas al sentir incomodidad.

—¿Y les ha gustado Abu Simbel? — continuó el chico.

—Um...si esta genial— continuo Jennie dándole una mirada a Rosé quien cruzada de brazos y mirando a otra dirección con el ceño serio le dio un poco de risa a la princesa el hecho de que la menor no podía ocultar sus celos.

—¿Y tienes novio? — pregunto chico con descaro, Jennie lo miró con los ojos abiertos, en cualquier otra ocasión hubiera mandado que asesinaran al chico por hablarle así a la princesa. —Lo siento, es solo que...eres muy linda y como dirían ustedes los egipcios, los dioses te bendijeron— explicó haciendo un gesto con sus manos alzándolas, Jennie estaba anonadada, jamás se había sentido tan incómoda con una situación como esta. —Si necesitan algún guía para conocer la ciudad, pueden pedirlo sin problema— continuó ampliando su sonrisa, Jennie le dio una sonrisa forzada. —A los nubios nos gustan mucho las egipcias— siguió, Jennie rodó sus ojos molesta, tomo del brazo a Rosé y comenzó a caminar hacia el rio.

—Oye chico, a mí también me gustan mucho las egipcias, ahora ¿Podrías decirnos cuál es nuestro bote? — respondió Jennie en tono firme haciendo que Rosé soltara una risa, ese tono que utilizaría para mandar a un sirviente, tono que dejó al chico helado.

The Nile River; CHAENNIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora