Let's be Unpredictable

Ashton de poster.

(Narra Ashton)

Eres una miedica – le dije a Sam mientras salíamos del cine.

Se había pasado las dos horas que había durado la película abrazada a mi hombro y tapándose con mi chaqueta los ojos. Yo me había reído mucho y disfrutaba dándole pequeños sustos que hacía que gritara. Menos mal que no había mucha gente en la sala, sino se me hubiera muerto de la vergüenza. Estábamos a oscuras pero sé que estaba más roja que un tomate. Podría haberme dicho que no le gustaban las películas de miedo, pero no, se había callado y había entrado sin más.

Te odio – fue lo único que me contestó.

Estábamos en la calle y había empezado a llover. Ella seguía diciéndome que me odiaba así que la abracé mientras ella intentaba liberarse de mí, aunque al final cedió y me devolvió el abrazo. Estuvimos un rato abrazados, ella apoyó su cabeza en mi pecho y yo la rodeé con mis brazos. Fueron unos minutos pero el tiempo pareció detenerse.

Creo que tengo que separarme de ti, sino me quedaré aquí para siempre – dijo de forma muy bajita.

No pasaría nada – dije apoyando mi cabeza en la suya.

Notamos una vibración que procedía de mis pantalones. Ella se apartó de mí y me miro extrañada. Era mi móvil sonando. Saqué el teléfono y se lo enseñé para demostrarle que solo había sido el móvil. Ella simplemente negó con la cabeza y se rió. Tenía un mensaje de Luke “Siento fastidiarte. Cambio de planes. Volamos mañana para Nueva York. Te vemos en el hotel”. Sí que me había fastidiado. Se suponía que no volábamos a Nueva York hasta pasado mañana y volvíamos a Londres el vienes de la semana siguiente. Este adelanto de última hora me mataba, tendría que irme al hotel a recoger las cosas y no podría seguir estando con Sam por el momento.

¿Qué te ocurre Irwin? – se acercó a mí preocupada.

Un cambio de planes de última hora. Me voy a Nueva York mañana. Tengo que irme al hotel a recoger las cosas.

¿A qué hora es el vuelo? – curioseó Sam.

A las 09:00 de mañana.

Bien, tenemos hasta las 12 para dejarte en el hotel como la cenicienta y así podrás hacer tu maleta y dormir un poco.  Pero primero vamos a mi casa a por unos paraguas, porque como sigamos aquí mucho tiempo vamos a coger una neumonía. – se cogió de mi brazo y empezamos a andar en dirección a su casa.

Llegamos a casa de Sam y al abrir la puerta vimos que no estaban los chicos por ninguna parte. Fuimos camino a la cocina para dejar allí los abrigos que estaban mojados. Al lado de la cocina había una galería cerrada donde según me dijo Sam colgaban la ropa cuando llovía, que en Londres era prácticamente el 80% de los días. Me enseñó su casa, aunque la mayoría ya la conocía porque había estado allí antes de ir al cine con ella. Paul me había enseñado toda la casa menos la habitación de Sam, pero decidí no decirle nada a ella porque parecía ilusionada por contarme que partes de la casa había decorado ella y cuáles no.

-          Bienvenido a mi habitación.  – Abrió la puerta y los dos entramos dentro. Era sin duda la habitación más grande que había comparadas con las de Paul, Tom y Robert. Tenía una cama grande en medio, un gran espejo y sobre todo estaba llena de posters.