El día después.

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(Narra Ashton)

No podía creerme lo que mis ojos acababan de ver en aquella fiesta. Ella me había jurado que solo era su amigo y en cuanto me despisto se están comiendo la boca delante de mis narices. ¿Cuánto tiempo me había engañado? Me sentía realmente mal, no quería hablar con nadie y mucho menos con ella. no dejaba de llamarme y mandarme mensajes pero no quería abrirlos. Me fui a dar vueltas por un parque cercano a la casa nueva. Empecé a pegar patadas a todo lo que encontraba en el suelo. Como el parque no me despejó la mente decidí ir a un bar a emborracharme, eso sí que iba a hacer que se me olvidara todo. Llegué a un local bastante normal y me senté en la barra. Pedí una copa y vinieron sucesivamente más, tenía que quitarme la imagen de Sam besando a ese capullo. Cuando ya llevaba tres copas, vi como una chica pelirroja, bastante guapa la verdad, se sentaba a mi lado en la barra.

Hola, ¿qué hace un chico tan mono a estas horas en una barra de bar bebiendo solo? – preguntó la pelirroja mientras se ajustaba el escote.

Mal de amores – pegué un trago a la copa.

Yo tengo una solución muy efectiva para el mar de amores – se arrimó a mí.

Y ¿cuál es esa solución? – le contesté.

¿Tu casa o la mía? – susurró.

La mía – le contesté. Estaba bastante borracho pero sabía lo que estaba haciendo. Yo también tenía derecho a divertirme.

(Narra Sam)

Cuando desperté a la mañana siguiente sentía que la cabeza me iba a explotar. Tenía resaca pero podía recordar lo que había pasado la noche anterior. Cogí mi móvil con la esperanza de que Ashton me hubiera llamado pero lo único que tenía eran llamadas de los chicos y un mensaje de Mark.

“Ayer no pude despedirte como dios manda. Siempre mía” Mark empezaba a darme miedo. Le contesté rápidamente el mensaje “Vete a la MIERDA. ALEJATE DE MI”.

Me puse el abrigo y salí de allí. Cuando llegué a casa abrí despacio por si estaban durmiendo. El comedor estaba hecho un asco, se notaba que había habido una fiesta la noche anterior. No había nadie así que fue a la cocina a tomarme una aspirina. Después me quité los tacones y empecé a subir los escalones con la mala suerte que me tropecé con una de las botellas y grité:

MIERDA

¿Sam? ¿eres tú? – dijeron desde arriba.

¿Quién va a ser sino? – conseguí llegar arriba sin pegarme con nadie más.

Estamos en la habitación de Paul, ¿puedes venir? – dijo Tom.

Me cambio y voy – les dije entrando en mi habitación. Llegué y me puse la primera camiseta que pillé en el armario y unos vaqueros normales y corrientes. Volvía a ser yo.

¿Qué queréis? – les dije entrando a la habitación de Paul.

Gracias a Dios, estás viva, pensábamos que habías hecho una locura – dijo Paul. Los tres estaban sentados en la cama todavía con la ropa de ayer.

¿No habéis dormido? –les pregunté.

¿Cómo íbamos a dormir si desapareciste? La fiesta acabó al poco tiempo de iros – comentó Robert.

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