La fiesta

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(Narra Sam).

Estaba siendo  una mañana aburrida. Nos habían dado el día libre y estaba tumbada en la cama sin hacer nada. No me apetecía levantarme. Los chicos habían decidido ir a hacer la compra semanal, así que tenía toda la casa para mi sola, los conocía demasiado bien para saber que estarían un par de horas fuera. Eran horrorosos cuando se trataba de hacer la compra. Tenía algo de hambre así que me levanté a hacerme el desayuno. Bajé a la cocina mientras encendía el móvil. 4 mensajes, dos llamadas perdidas y un montón de notificaciones del twitter. Las llamadas eran de Paul así como tres de los mensajes, así que le llamé para ver qué era lo que quería.

Sam nos hemos ido a comprar – me dijo al descolgar el teléfono - ¿quieres algo más aparte de lo que pone en la lista?

No, no se me ocurre nada. ¿Vais a tardar mucho en venir? – le pregunté.

En media hora estamos ahí, dejamos la compra y nos vamos, hemos quedado para ir a una tienda de videojuegos nueva que han abierto.

Terminé de hacerme el desayuno, por lo que me había dicho Paul hoy comería sola. Miré el otro mensaje. Era de Ashton. “No sé qué hora es en Londres ahora. Nueva York es muy aburrida sin ti.” Ya lo había vuelto a hacer. Ya tenía una sonrisa de colegiala en mi cara. Hacia dos días que se había ido a Nueva York y aunque sabía que volvía a finales de semana estaba un poco triste. Nos habíamos estado mandando mensajes desde que se había ido de mi casa la otra noche. No hablábamos de cosas serias sino de simples tonterías como si hacía sol o llovía o qué habíamos comido. Miré el reloj era la una de la tarde aquí, así que supuse que allí serían las 8 de la mañana. Encendí el portátil y mientras se cargaba le mandé un mensaje: “¿estás despierto?” Cuando pensaba que ya no iba a contestarme recibí su respuesta “Ahora sí”. Encendí el Skype y le llamé.

Estaba tumbado en la cama, llevaba el pelo despeinado y no llevaba la camiseta puesta, por lo que estaba tapado hasta el cuello con las sábanas de la cama. Se sentó en la cama, apoyando su espalda en el cabezal y ahuecó la almohada para ponerla entre él y el cabezal. Tenía los ojos entreabiertos y unas ojeras enormes. Parecía que no había dormido en toda la noche. Dejé el portátil en la encimera de la cocina y fui a buscar la taza de leche que me había dejado en el microondas.

Buenos días bello durmiente – le dije mientras me sentaba enfrente del portátil mientras le echaba dos cucharadas de cola cao a la taza.

¿Qué hora es? – me preguntó frotándose los ojos.

Aquí la 1 de la tarde. Siento si te he despertado. – puse cara de sentirme culpable. Se le veía tan mono y vulnerable con su cara de recién levantado.

No pasa nada, total había puesto la alarma dentro de 5 minutos, hoy tenemos un día intenso de promociones. Menudas pintas debo llevar

Estás monísimo, no te preocupes. Ayer tuviste una buena fiesta por lo que parece. – Por la cara que tenía parecía que se había acostado hacía poco tiempo.

Que va, ayer no salí. Me quedé en el hotel viendo la tele. Me hago mayor – dijo co la mirada baja mientras se levantaba de la cama. – Voy a lavarme la cara, ahora vengo.

Dejó su móvil boca arriba en la cama y vi como solo llevaba puestos unos boxers negros. Los pijamas no eran lo suyo por lo que parecía. Quería haber quitado la mirada pero era imposible resistirse a ver la espalda de Ashton sentada en la cama mientras se levantaba. Tardó cinco minutos en volver y cuando lo hizo ya estaba vestido y arreglado.

Let's be UnpredictableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora