El coche en la carretera

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(Narra Ashton)

Estaba nervioso. No dejaba de dar vueltas por la habitación. No era la primera vez que salíamos pero esta vez quería hacerlo bien. No iba a cagarlo. Esta vez me iba a esforzar. Decidí cambiar la cita, busqué por internet  un restaurante cercano, pero no encontré nada. Quería sorprenderla pero no se me ocurría nada. Llamé a recepción y pregunté por algún restaurante de la zona, la recepcionista me recomendó uno bastante bueno. Bajé en el ascensor y allí estaba ella esperándome. Llevaba puesto unos pitillos negros con botas a juego y un jersey de lana rosa clarito, su pelo estaba suelto y su melena caía por su espalda. Estaba perfecta. Se giró y cuando me vio me saludó con la mano mientras una sonrisa se dibujaba en su cara.

¿Entramos? – preguntó ella.

No, cambio de planes – le dije mientras le señalaba la puerta.

Miedo me das – dijo ella mientras salía por la puerta del hotel

Subimos al coche y arranqué. Estuve conduciendo por una carretera secundaria. Estaba siguiendo el camino que me había dicho la recepcionista. Todo estaba oscuro.

¿Me vas a decir dónde me llevas?  Siempre haces igual – me dijo.

¿Esto es una cita? – le pregunté.

Hipotéticamente no – contestó.

Pues hipotéticamente te digo que si esto fuera una cita te estaría llevando a un restaurante a cenar.

Un ruido extraño sonó en el coche.

¿Por qué disminuyes la velocidad? – preguntó.

Yo no he hecho nada. Se está parando solo – empecé a mirar las luces que salían del coche. Habíamos disminuido la velocidad, hasta tal punto que el coche se paró.

Ashton

JODER – grité mientras le daba un golpe al volante. Después me retorcí de dolor, me había dado demasiado fuerte.

Creo que se ha roto – dijo inocentemente ella.

¿En serio? No me fastidies Sam – le dije con tono enfadado.

Ella se bajó del coche y dio un portazo al salir. Salí y la vi con los brazos cruzados delante del capó. Quería que lo abriera. Me acerqué a donde estaba ella y lo abrí, empezó a salir humo. Cogió el teléfono y llamó a lo que supuse que era una grúa. Después cerró el capó y se sentó encima de él.

Perdón, no quería hablarte así – me disculpé.

Menudo humor tienes – bufó.

Es que.... qué asco – me quejé.

He llamado a la grúa. Dice que estará aquí en una hora más menos – me dijo sentándose dentro del coche.

Me metí con ella y estuvimos callaos durante un buen rato. Ella miraba por su ventana y yo jugaba con mi móvil. El silencio se rompió cuando estornudó.

Jesús – le contesté.

Gracias

De nada

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