Prólogo

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28 de agosto de 1940

Corro por el campo, miles de disparos dirigiéndose hacia nosotros, como si fuera lluvia, pero dañina, la fuerza de mis disparos es segura, hasta ahora he esquivado todos los del enemigo, por algo sigo vivo, los radares están en función, los aviones ya partieron y los tanques ya dispararon las bombas, ahora depende de nosotros.

Ya hemos avanzado demasiado, llevamos ya tres días aquí, pero tenemos la ventaja y no pienso perderla hasta el final, así fue como lo planteo el equipo de estrategas, ya estamos en la barrera, todos agachados, puedo escuchar algunos gritos y sí, son los heridos, los de enfermería hacen lo que pueden y los sacan de aquí mientras un grupo los cubre del bombardeo.

Estamos listos, puedo sentir la adrenalina corriendo por mis venas, no se parece en nada a los simuladores, esto es completamente diferente, esto era real. Todos esperan nuestra señal, él revisa una parte y se asegura de poder avanzar, yo tengo la mano levantada para que en cualquier momento pueda bajarla y dar la señal.

Mi corazón late a mil por hora, mi respiración es acelerada, el sudor escurre por mi rostro, pero lo presiento, presiento todo esto, muchos dirían podría ser el fin, pero no para mí, para mí siempre es distinto; esto es una oportunidad más, no puedo ver demasiado, el polvo de la tierra cubre mi punto de visión, pero para mí eso es una ventaja, porque, así como nosotros no los vemos, ellos a nosotros tampoco y hasta ahora somos más rápidos.

Volteo a verlo, él espera la señal del flanco izquierdo, es el único que falta para poder avanzar y entonces pasa... El misil ha sido lanzado y esa era mi señal, bajo la mano y miles de hombres corren a la par que yo, los encargados de los lanzallamas son los primeros en salir, estaban en una barrera enfrente de nosotros.

Puedo ver a dos, les disparo y veo como caen contra el suelo, vienen aún más y uno a uno los derribó, otro más allí, le apuntó y cae como todos los demás, recargo las balas, y veo como uno le dispara a alguien, inmediatamente me levanto y le doy directo en el pecho, pero a pesar de que acabe con él, el acabo con alguien más, corro lo más rápido que puedo.

-¡¿Ralph estas bien?! ¡Quédate conmigo! -alguien se acerca y sin pensarlo disparo -¡Camilla!

Le hago un torniquete con una pequeña soga del suelo, su pierna sangra y escurre por su pantalón, desde aquí sigo disparando, la fuerza con la que el rifle se mueve me parece muy lenta, quisiera acabar con mil y terminar con esto.

-Sigue... yo estaré bien... -Arrastra las palabras, ni de broma me iré, no soy tan estúpido como para dejarlo aquí tirado.

Pareciera que después de años llega la camilla que pedí... -¡Sácalo de aquí!

Ellos lo toman y lo colocan en la camilla mientras le inyectan no sé qué cosa en la pierna -Te pondrás bien, iras a casa -comienzan a avanzar.

Yo los cubro y puedo ver cómo se van, cuando siento que están lejos, sigo avanzando, me cubro con los muros que han puesto como protección.

Los aviones pasan por encima de nosotros, una y otra vez, encuentro a Daniel y corro hasta a él.

-Por fin hasta que alguien se acuerda de mi-el dispara a dos sujetos que estaban a menos de dos metros de nosotros, ¿cómo puede ser tan intrépido?

Más personas se acercan a nosotros y un tiro choca contra el muro, para ser exactos a cerca de cinco centímetros de mi cara, me giro y alguien viene por atrás, apuntó y disparo velozmente dándole directo en el estómago.

-¡Ayuda! -esa voz la conozco perfectamente, pero no sé por dónde viene, giro hacia todos lados y no lo veo-¡Maldita sea que alguien venga por mí!

Esquivo los disparos y al mismo tiempo disparo a los que están cerca, son demasiados, hay muchos muertos por todas partes, incluso hay algunos totalmente mutilados, por momentos me lamento por hacerlo, por matarlos, pero entonces recuerdo que ellos y muchos más matan sin piedad, que buscan que todos estén a sus pies, que seamos esclavos de ellos y la rabia se apodera de mí.

Disparo a todo lo que se mueve y no tiene el mismo uniforme que yo, pensar en que uno de ellos también mató a mi padre hace que me enfurezca aún más.

Llegó hasta donde está Edward, está herido, le han dado un tiro en el hombro y otro más en la pierna derecha.

-Por fin llego alguien yo aquí muriendo y tu ahí como si nada -me quito el cinturón del pantalón y lo ato alrededor de su pierna para hacer presión -¡y donde está la maldita camilla!

-Si no fueras tan desesperado seguro llegaría -el no deja de apretar su hombro -Creo que seré yo quien te saque de aquí.

Lo levantó como puedo y el coloca su brazo libre sobre mi hombro, puedo escuchar cómo se queja por el dolor, pero seguimos caminando lo más rápido que podemos.

-¡Jhon enfrente! -grita Edward muy cerca de mi oído, pero no veo nada y sin previo aviso la escucho, ese sonido que te dice todo y que al mismo tiempo te hace sentirlo.

No tengo fuerza, y ambos caemos contra el suelo, el otro se acerca para terminar con su cometido, pero le disparo con la última fuerza que aún me queda en el brazo.

-¡¿Jhon estas bien?! -Edward está a lado mío y yo trato de cubrir mi herida.

-He estado mejor -él como puede se intenta levantar, pero no lo logra con mucho éxito.

-Maldita sea te han dado en esa cicatriz -y sabía perfectamente a cuál se referí -¡Camilla!

Sus gritos son en vano, trato de levantar la cabeza, puedo sentirla, mi mano cada vez está más mojada y el olor comienza a subir por no hablar del dolor, pero este dolor ya lo he sentido antes.

-¡Jhon quédate conmigo! Escucha lo siento, no debiste ir por mí, estaría mejor muerto...

-No pretendas tirarte al suelo para que te levante, de cualquier forma, ya he lidiado con esto antes.

-Ni me lo recuerdes, ya son dos veces que pasan y todo por mi culpa -no sé cómo lo ha logrado, pero se ha levantado un poco y con una cuerda hace un torniquete en mi estómago para evitar que la sangre siga corriendo, se tira al suelo por la falta de fuerza -Jhon ya sé que te lo he dicho como miles de veces, pero antes de que me muera enserio perdón, no sabía lo que hacía tenía 12 años hermano, de verdad perdóname.

-Te... perdono -arrastró las palabras, me está costando mucho hablar, ya no tengo fuerza -¿Recuerdas? Más que amigos...

-Somos hermanos -completa él por mí -tengo que sacarte de aquí-Mira hacia todos lados, pero aun nada.

Y como si fuera un milagro Daniel está ahí junto a Connor, llegan junto a nosotros y Daniel grita algo que ya no logro entender, los ojos se me están cerrando y siento como el aire me hace falta.

Alguien más llega y me colocan en la camilla -¡Jhon te sacaremos de aquí! ¡Quédate con nosotros estarás bien! -Pero no lo creo, tal vez ahora si era el fin, o tal vez no, no lo sé, aún pude ver a Edward, lo llevan en otra camilla.

Mi vista comienza a nublarse, ya no puedo sentir nada, el dolor se está volviendo tenue y mis párpados se cansan, solo quiero ir a casa, mis ojos ya no logran ver nada, todo se volvió negro y no hay más luz.

Lo oculto en la guerra [Terminada] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora