Capítulo XI

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Narra April Stone

Después de dejar la nota en la cabaña de Jhon me dirigí al lugar en el que le dije que quería verlo, quería darle una sorpresa antes de que se fuera, por lo que sabía de él, disfrutaba ver los atardeceres en su infancia a lado de sus hermanas, es algo que sólo una vez habíamos hecho y por lo que él me había dicho le gustó mucho.

Había escogido el lugar en el que se veía desde un mejor ángulo el atardecer, ya casi se aproximaba la hora por lo que llegaría a tiempo. Cuando llegue logre visualizar como se dirigía hacia aquí, sus pasos eran ligeros, pero al verme comenzaron a ser más rápidos.

—¿Querías verme?

—Sí, bueno sé que es tu último día aquí y sé que te gustan los atardeceres así que quisiera ver contigo el último atardecer mientras aún sigues aquí —mis lágrimas amenazaban con salir, pero trate de limpiarlas incluso antes de que salieran y así evitar que él las viera.

Sin esperármelo tomó mi mano y me condujo a una banca que ahí se encontraba, fue entonces cuando los pequeños rayos del sol comenzaban a desvanecerse, los tonos naranjas y rojos que se veían eran increíbles, el cielo comenzaba a tornarse más oscuro lo que indica a que no tardarían en aparecer las estrellas.

Estábamos a horas de que todo terminará, nuestros días juntos a partir de mañana finalizarían, lo extrañaría, pero sabía que tenía que dejarlo ir, no podía permitir que destruyera su sueño sólo por mi o por alguien más, él debía seguir y yo también.

Nuestras manos estaban entrelazadas, mi cabeza estaba recostada en su hombro y la suya en la mía, su calidez me reconfortaba y la añoraría más de lo que quisiera admitir.

—Jhon.

—¿Si, que ocurre?

—Voy a extrañarte —diciendo esto fue inevitable no darle un abrazo, escondía la cara en su hombro para que evitará ver como mis ojos se cristalizaban, por más que quisiera contenerlo no lo lograba con facilidad.

—Y yo a ti, más de lo que piensas, me acostumbré mucho a estar contigo que esto de verdad será más difícil de lo que pensé —sus palabras tal vez en otra situación me hubieran alegrado, pero ahora solo me llenaban de más nostalgia.

Sentía como acariciaba mi pelo, era un tacto muy simple, pero con mucha ternura.

—Jhon, pase lo que pase no dejes tus sueños atrás, cumple todo lo que te propongas, no dejes nunca de hacer lo que te gusta por alguien más, haz lo que sueñas, siempre.

—Lo haré, pero tú debes hacer lo mismo —decía mientras me miraba a los ojos, esos ojos cafés que tanto añoraría y que serían difíciles de borrar de mi mente.

El cielo comenzaba a estrellarse, la luz de cada una de esas pequeñas luces era perfecta, tal vez no era algo que acostumbraba hacer si no hubiera sido por Jhon, pero sin duda alguna era algo muy bonito y tranquilizante, encontrar luz en medio de la oscuridad, después de hoy ya solo lo haría yo, sería yo la única que pasara por aquí otra vez...

—Ven conmigo —dijo Jhon mientras tomaba una de mis muñecas para que me levantará de la banca.

—¿A dónde?

—Solo ven, quiero mostrarte algo.

Así pues, comenzamos a caminar hacia las afueras del campo de entrenamiento, incluso creo que ya estábamos afuera de la zona militar, pero tal vez Jhon tenía el permiso para entrar y salir de esta.

Seguíamos caminando, aunque el camino era un poco largo, pero mientras hablábamos no sentía la distancia, ni el tiempo, entonces se detuvo frente a unos árboles que teníamos enfrente, quise seguir caminando, pero él me detuvo.

—¿Qué ocurre? —pregunté un tanto curiosa por saber si este era el lugar que quería mostrarme.

—Cierra los ojos —me indico con sutileza.

Así lo hice y sin decir más tomo mis manos para que siguiera caminando, sentía un poco de inquietud por saber que escondía, pero al poco tiempo me hablo.

—Te soltare y cuando te diga que puedes abrir los ojos, lo haces ¿de acuerdo?

Asentí, estaba muy emocionada y ansiosa por saber que era lo que quería mostrarme, entonces sentí como el agarre de sus manos desapareció, sin embargo, sentí su presencia y su calidez detrás de mí, sostenía mis hombros.

—Abre los ojos —decía en mi oído en un susurro.

Entonces los abrí y lo que vi era un paisaje hermoso, jamás lo había visto antes, era una vista maravillosa.

Era un precioso lago, el agua claramente estaba completamente limpia y cristalina, en este se reflejaba la luz de la luna y el cielo estrellado, era una escena muy preciosa e indescriptible.

—Es el lago Greenlee lough, ¿te gusta?

—Me encanta, es un lugar precioso.

—Aquí solíamos venir mi familia y yo cuando mi padre regresaba de sus constantes viajes, es mi lugar favorito de esta ciudad —decía con un poco de tristeza en su voz, pero debía comprender lo que sentía.

—Es un lago muy lindo, me gusta mucho, ni siquiera parece real, creo que estoy soñando.

—Entonces yo tengo el mismo sueño —dijo con complicidad mientras reía a la vez.

—Ojalá pudiera quedarme aquí siempre —exclame, y era verdad, este era un ambiente lleno de armonía y tranquilidad, podías percibirlo al instante de llegar, era un lugar maravilloso.

—Puedes venir cuando quieras, ya sabes cuál es el camino a seguir lo único que no conoces es la parte en la que cerraste los ojos —decía él mientras su mirada se perdía al igual que la mía en la vista del cielo.

Lo extrañaría, de eso no había duda, pero tenía la esperanza de que todo fuera temporal, esto pasaría muy pronto y entonces volveríamos aquí, a este lugar tan mágico y en el que sólo existíamos nosotros y el resto del mundo se paralizaba por ese instante, solo importábamos nosotros por ahora.

—Quiero darte esto —dijo sacándome de mi trance, al mirar su muñeca vi que me tendía un sobre —Sé que no es mucho, pero quiero que me recuerdes con eso.

Ese sobre era delgado y estaba cerrado por un doblez, pero además lo protegía un pequeño cordón rojo que en el centro se sellaba en un nudo, sé que a simple vista era muy simple pero ahora era lo que más me importaba, pues era de las pocas cosas que aún tendría de él.

—No la leas hasta que me haya ido, por favor —solo asentí ante su comentario, después de eso le entregue igualmente un sobre.

—Al igual que tú, léelo cuando te encuentres fuera.

Después de nuestras palabras me sentía muy mal, sentía fuertes punzadas en mi pecho que indicaban como mi corazón martillaba, era un dolor intenso, era la sensación que me decía que esto no sería fácil.

Comenzamos a caminar de regreso a la zona militar, el trayecto fue duro, no quería volver, pero tampoco quería quedarme allí sin Jhon, y lamentablemente él se iría.

Cuando llegamos nos dirigimos al consultorio para que me quedase allí.

—Te deseo suerte —dije antes de despedirme sin embargo el tomo mi muñeca y me jalo hacia su cuerpo.

Su abrazo me reconfortaba mucho, extrañaría todo esto y más, pero así tenía que ser. Al levantar la mirada, nuestros ojos se encontraron, de ambos salían gotas cristalinas que mojaban nuestros rostros.

Acariciaba mi mejilla y por impulso nuestros labios se unieron, sentía su calidez, mis ojos seguían sollozando y ahora con más fuerza, pero era algo diferente.

—Te amo April, no lo olvides —dijo contra mi oído casi como un soplo.

—Te amo Jhon

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Lago Greenlee Lough en galería

Lo oculto en la guerra [Terminada] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora