Capítulo XX

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Narra Ralph Grey

"Lo presientes, puedes sentir como a cada minuto se puede percibir aún más su llegada, el dolor comienza a aumentar y las lágrimas salen sin control, está por irse, es sutil y cuidadosa pero la pérdida es aún más dura de lo que parece, te atrapa de golpe y te duele aún peor".

—¿Cómo está?

Es lo primero que pregunto después de que mi querida Emily me recibe.

—El doctor ha dicho que no le queda mucho tiempo —la noticia me cae repentinamente, duele más que mil balas atravesando mi cuerpo —Corre te está esperando.

Sin pensarlo más veces, corro lo más rápido que puedo hasta que llego a la puerta de su habitación, la abro cuidadosamente, poco a poco la puerta se abre y la imagen que veo después de abrirla completamente me deja pasmado. Ni siquiera se ve real, es como si fuera un sueño, un terrible sueño, siento fuertes punzadas en el pecho, es un dolor que me recorre por completo del cual quiero escapar.

Mi madre está ahí, recostada, casi inconsciente, pálida, su cabello blanco cubre un poco su cara, se ve tan débil, creo que ni siquiera ha anunciado mi llegada.

Camino hacia ella, lentamente recorro el camino y acortó la distancia que nos separa, entonces me mira y una diminuta sonrisa aparece en su rostro, es tan pequeña que no se si de verdad la ha hecho o me la he imaginado.

Me siento en una silla que está a su lado y tomó su mano con cuidado, su mano está tan fría, como si hubiera estado en hielo todo el día, puedo sentir sus huesos, es como si su piel solo fuera una pequeña tela, una cubierta de seda que tapa su interior, incluso las venas se aprecian aún más y las manos le tiemblan sin parar.

—Ya viniste —su voz casi no puede escucharse, parecen pequeños susurros, me acerco más a ella para escucharla mejor —Lo siento.

Sus palabras me golpean fuertemente, y las lágrimas casi salen de mis ojos, pero inmediatamente las limpio para impedir que salgan.

—No me quiero ir, pero parece que debo hacerlo, lo siento mucho, ¿podrás perdonarme?

—No tienes que pedir disculpas, no te preocupes, pronto estarás mejor.

—Cuídate mucho, a ti y a Emily, pronto me iré y necesito que estés bien.

—Si por eso no tengas cuidado.

—Si tu padre te viera estaría muy orgulloso de ti.

Limpio nuevamente mis ojos, siento las lágrimas en mis manos.

Verla así, recostada y sin fuerzas me duele, es más de lo que puedo soportar, haría cualquier cosa para sacarla de este estado, pero no, no hay nada que hacer, ya es tarde.

—Tu padre quería que buscaras a tu hermano.

Eso me ha tomado por sorpresa, casi nunca hablábamos de él

—¿Para qué?, ni siquiera es tu hijo, y jamás ha venido, ni siquiera cuando papá murió.

—Tu padre quería que lo conocieras, incluso que se llevarán mejor, nunca se trataron lo suficiente y recuerda que nunca es tarde.

No lo entendía, ni siquiera sé porque le decía hermano, porque, aunque tuviéramos al mismo padre no era la misma madre, él jamás ha venido más que cuando éramos niños, mi padre jamás quiso abandonarlo, ni siquiera sé dónde buscarlo.

—Esa era la última voluntad de tu padre, sé que es difícil, pero deberías intentarlo.

—Sí, si lo hare, aunque no sea de mi total agrado.

—Búscalo, vive en el centro de Cumbria, su nombre es Azael, lo adoptó una pequeña familia allí, lleva el apellido Smith.

Ahora sería incluso peor, nunca he ido a Cumbria, no conozco a nadie allá, ni siquiera sé qué camino tomar y tampoco podría hacerlo en menos de estos tres días, pero creo que quiera o no debo hacerlo, era lo que mi padre hubiera querido por no hablar de que ahora mi madre también estaba de acuerdo.

No podía negarme, aunque quisiera no podía, mirar a mi madre en este estado hacia que me sintiera aún peor, si me negaba tal vez la haría sentir aún más mal de lo que ya se siente y eso es lo que menos quiero hacer.

Asentí con la cabeza, aunque por dentro preferiría no hacerlo.

—No lo hagas por verlo una obligación, hazlo porque de verdad quieres hacerlo, no te pido que lo hagas de inmediato, hazlo cuando creas que es más conveniente.

Asentí de nuevo, su mirada cada vez estaba más apagada, su piel a cada minuto más fría, y aún más pálida, casi sin color.

No puedo sentirme aún más dolido, ella siempre ha estado conmigo, siempre me ha apoyado en todo y ahora mismo me siento tan mal que no creo que vuelva a ser el mismo.

Recordar todas esas noches en las que venía a mi cuarto a hacerme compañía porque no podía dormir, todas esas comidas especiales que hacía para mí, todas las veces que jugaba conmigo y me hacía reír hasta que me dolía el estómago, las veces que estuvo acompañándome cuando lloraba sin parar por mi padre, el día que conoció a Emily, son tantas las fechas y tantos los recuerdos que vienen a mí, golpean fuertemente, casi a una velocidad inalcanzable que no puedo saber a estas alturas ya cuantas heridas han provocado.

Preferiría mil golpes que dañaran mi figura y no los golpes que le están dando a mi alma. Ahora entiendo porque decían que los golpes que más duelen son los que no se ven.

Poco a poco presiento que se desvanece, su mano sobre la mía pierde fuerza.

—Hijo te amo mucho, eres el mejor regalo que alguien pudiera pedir y estoy en verdad orgullosa de ti...

Quisiera decirle que parara, sus palabras causan fuertes punzadas en mi pecho, pero no lo haré, sería como privarla de algo que ella necesita y ya bastante tiempo lo he hecho como para hacerlo ahora.

—Siempre fuiste nuestro orgullo, un regalo precioso, jamás me arrepentiría de tenerte, cuídate mucho a ti y a los que quieres, sigue siendo así como eres... —se gira y tose un poco, me mira de nuevo y su mirada no tiene ese brillo tan característico de ella, pareciera vacía —lamento no cumplir las promesas que hice y los planes que teníamos, si estuviera en mis manos no me iría pero no siempre tenemos lo que deseamos... —tose un poco más y sus ojos poco a poco se cierran y veo como lucha por seguir a flote —de verdad me hubiera gustado pasar más tiempo contigo... —se concentra en respirar, veo que le está costando demasiado, tengo un presentimiento pero lo saco de mi cabeza —Te amo Ralph.

—Y yo a ti madre.

Su mano se volvió tan fría, podría decir que más que el hielo, y dejó de ser firme, resbaló de mi agarre y cayó sin impedimento, sus ojos se cerraron, aunque no por completo, y ella dejó de moverse, ella se fue y una parte de mí también.

Lo oculto en la guerra [Terminada] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora