Capítulo XXIX

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—Uno, dos y tres —inmediatamente comienzo a correr, aunque no corro como siempre pues Alice esta encima de mi espalda mientras que Amber está en la de Edward.

Fue idea de Alice y Edward que echáramos una carrera a pocos metros de llegar a la casa de los Miller. Por supuesto fui el único en negarse, pero al final de cuentas siempre termino haciendo lo que ellas quieren.

Corro lo más rápido que puedo mientras Alice me apoya gritando —¡Vamos Jhon si se puede!

Edward poco a poco se acerca a nosotros, Alice lleva la canasta en su mano y la otra reposa en mi hombro. Corremos y Edward trata de distraerme haciéndome pensar en otra cosa —Oye llegando a casa me darás tus provisiones, y aparte tenemos que ver lo del mapa para seguir...

Dejo de prestarle atención y sigo corriendo, ni siquiera sé cómo es posible, de donde saco energía para esto después de haber caminado kilómetros con Alice montada en mi espalda. Cuando llegamos Alice se baja y comienza a girar y gritar victoriosa, yo solo me siento en la banqueta que está cerca de la entrada y la miro mientras trato de recuperar la respiración.

—¡Ganamos! —grita y se acerca a mí para abrazarme —Aunque mi caballo haya estado medio viejito, acabadito, arrugadito y ancianito, aun así, ganamos.

—¿Oye cómo que viejo y acabado? —reclamo, pero ella solo sigue contenta.

Vemos como Amber y Edward se aproximan a llegar, el pobre de Edward se ve que ya no puede más, en cuanto llegan Amber se baja y él se tira al pasto.

—Pido... la... revancha —veo como le cuesta hablar por tratar de respirar de tanto cansancio.

—No creo que les ganemos, pero si insistes —Amber se sienta a su lado y comienza a limpiar la cara de Edward con su pañuelo blanco, pero yo le hablo antes de que lo haga.

—¡Hey ¿qué haces?! Lo vas a echar a perder, ese pañuelo úsalo en algo más puro.

Ella sonríe mientras Edward desde el suelo me lanza una mirada asesina—No inventes.

—Ja te crees muy gracioso —después de eso Amber continúa limpiando la cara de Edward y Alice y yo nos sentamos en la banqueta de la entrada.

—Ha sido divertido —si ya lo creo, tener que caminar kilómetros y kilómetros y luego regresar cargando a alguien esa misma distancia es la definición de divertido.

—Uy si ha sido divertidísimo, tanto que no lo volvería a hacer —digo y ella solo ríe suavemente.

—Uy pues disculpe señor amargado.

—Bromeó, sí que ha sido divertido.

—Deberíamos hacerlo más seguido.

—Si claro solo que ahora tú me cargas a mí —ella me mira atenta y sorprendida.

—¿Acaso quieres matarme? Ten piedad de mí, ¿cómo crees que te voy a cargar yo a ti?

—Ay bueno ya no exageres.

—Ya sabía, no eres tan malo como para matarme aplastada.

—¿Y ahora qué hacemos? —escucho decir a aquel chico que hasta hace cinco minutos no podía ni moverse.

—Creí que estabas tan cansado como para siquiera levantarte del suelo —digo a Edward quien parece estar mejor de lo esperado, tanto como si no hubiera hecho nada en todo el día

—Tú lo has dicho estaba cansado, ya no lo estoy, así que hay que hacer algo.

Alice y yo solo nos miramos el uno al otro, no se me ocurre nada así que solo esperare a que ellos digan algo al final de cuentas siempre hacemos lo que la mayoría diga.

Lo oculto en la guerra [Terminada] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora