Capítulo IX

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Narra April Stone

Era una tarde muy fresca, el viento era frío y abrasador, pero me gustaba, comenzaba a anochecer, y podía observar los tonos del cielo, desde el dulce anaranjado cubriendo las orillas del sol ocultándose, los tonos rosados en el medio y por último los azules oscuros enfrente. Todo un paisaje bellísimo y digno de admirar.

Sé que hoy es el día en el que tal vez Jhon sería ascendido, es todo un sueño para él, ahora estará a cargo de un grupo, tal vez tenga más tiempo libre y pasemos más tiempo juntos.

Acababa de llegar al consultorio cuando vi como Jhon se dirigía a la oficina de correos, seguramente era para llevar una carta a su madre y a sus hermanas, seguro les contará la grandiosa noticia de que será ascendido a sargento, es algo que a él le hace muchísima ilusión desde que era pequeño, y sin importar su apellido, él ha logrado todo esto gracias a su propio esfuerzo.

Pero después de eso veo que se dirige de nuevo a su cabaña, me sorprende que no haya venido, pero trataré de entenderlo, tal vez haya ocurrido algo malo o tenga algún imprevisto.

Cuando creo que se ha ido por completo, empiezo a revisar algunos pendientes que tengo por aquí, aunque como siempre solo es revisar la cantidad de medicamentos y algunos insumos o materiales que se han usado y si tendremos suficientes, en fin, nada importante.

Comienzo a aburrirme, esto es algo que no sentía últimamente, Jhon siempre me hacía compañía y evitaba que me sintiera sola, pero en este momento no sé qué haya ocurrido para que se demore demasiado. Entonces alguien llega y me toma en sus brazos, cuando me giro para ver quién es me encuentro con esos hermosos ojos cafés mirándome directamente a los ojos.

—Creí que no venias.

—Perdón por la demora es que pase a traer algo.

—¿Traer algo?

—Cierra los ojos —me indica y así lo hago, escucho como hace ligeros ruidos y después de algunos segundos —Ábrelos.

Así lo hago y me encuentro con una pequeña cajita forrada de tela color beige y con un hermoso encaje blanco en su alrededor, al abrirla veo una bella pulsera de oro blanco con incrustaciones de zafiros que daban forma de diversas flores alrededor de la pulsera, esta era muy hermosa y elegante.

—¿Te gusta? —pregunta al ver que no había dicho nada al respecto, pero era porque de verdad me había sorprendido.

—¿Bromeas?, me encanta es muy preciosa, debió costarte una fortuna.

—No descuida no fue nada.

—Me gusta mucho esta lindísima, gracias Jhon —él me la acomoda en la muñeca derecha, esta preciosa, jamás había recibido una igual, este era un detalle único.

—Es lo menos que te mereces —sus palabras eran suaves y dulces.

Sin darme cuenta mis mejillas se sentían calientes lo que daba por hecho que estaría completamente sonrojada, Jhon siempre había sido bueno conmigo y que gastará esto en mi me sorprendía mucho.

Sin darme cuenta mis brazos ya estaban rodeando su torso formando un abrazo que no tardo en corresponder, así estuvimos durante algunos segundos o minutos la verdad eso era lo de menos, en ese instante nada importaba, era como si el tiempo se hubiera detenido durante un buen momento, o tal vez era yo la que no sentía que transcurriera, estar entre sus brazos era muy reconfortante y cálido, definitivamente ese era mi lugar favorito.

Después de separarnos él se sentó en una de las camillas y la manera en la que me miraba reflejaba preocupación, era algo muy poco común en él, y entonces comenzó a decirme de una manera muy sutil y tranquila.

—Mañana estaré libre, pero al día siguiente comienzo un viaje a la zona militar en Londres.

No sabía cómo reaccionar, quería hacerle miles de preguntas, pero mi voz no lograba articular nada. Al pronunciar esas palabras sabía lo que quería decir, nos separaríamos por mucho tiempo.

—¿Es por lo del ascenso? —después de unos minutos que pasaron como horas logre decirle eso.

—Si. Hay una invasión de Alemania y debo viajar de inmediato, solo tengo doce días para llegar, pero eso no es lo peor...

No sabía que podría ser peor que esto, por un lado, sabía que tendría que estar contenta por él, cumplió uno de los sueños que desde pequeño se había planteado, pero por otro lado sentía una profunda tristeza, solo habíamos convivido a lo largo de tres meses y que ahora se fuera, y aún lo peor, Jhon dijo que tendría que irse por un ataque de Alemania lo que querría decir que no tardaría en desatarse la guerra como ya se tenía previsto, y Jhon iría por una razón...

—Edward va conmigo —dijo de repente sacándome de mis pensamientos.

—¿Que? No puedes decirlo enserio, ¿intentaste cambiar de compañero?, si vuelve a hacerte algo parecido a lo de hace unos años...

Sabía algunas cosas que Jhon había vivido durante su infancia, eran cosas muy duras para un niño de apenas trece años y lo que le había hecho Edward no se quedaba atrás, él le había hecho algo muy cruel y sé que es algo que no se podía olvidar fácilmente, pero sobre todo algo que lo dejaría marcado el resto de su vida.

—No te preocupes tratare de llegar lo más rápido que pueda para que no tenga que convivir más tiempo con él del necesario.

Después de esas palabras sentí que algo terrible estaba por venir, sin embargo, sabía que si lo aturdía con muchas preguntas lo único que lograría sería hacerlo sentir peor, y obviamente con lo rápido que estaba pasando todo esto era lo que menos necesitaba.

Sentía tristeza, no podía imaginar lo que estaba ocurriendo, pero francamente tampoco quería hacerlo, Londres estaba a la otra punta del país, una distancia muy lejana, pero sabía que tal vez ocurriría algo similar. Trataba de contener las lágrimas, pero era inútil, decidí abrazarlo y esconder mi cara en su pecho para que no notará mis sollozos, mientras el correspondía a mi abrazo acariciaba mi pelo, podía escuchar su corazón latiendo y sentir su calidez.

Sabía que sería difícil, todo cambiaría en dos días, me acostumbre mucho a su compañía, a tenerlo cerca.

Mientras me abrazaba recordaba todo lo que habíamos hecho juntos en este tiempo, desde la primera vez que hablamos, la vez que me pidió que fuera su novia, la vez que me invitó a su cabaña y le pedí que bailará conmigo, aunque ni siquiera yo sabía hacerlo muy bien, cuando me hacía compañía en las noches, la vez que vimos el atardecer recostados en el césped, eran recuerdos tan lindos que ahora parecían lejanos.

Cuando levante mi cara para ver su rostro, note que me miraba, era una mirada de nostalgia, sus dulces ojos cafés se encontraron con los míos, era una sensación que no olvidaría.

—No quiero perderte —mis palabras apenas fueron un susurro, pero él las había escuchado perfectamente.

—No lo harás, buscare la forma de sobrevivir y volver a verte.

Sus palabras no hacían más que hacerme sentir más triste, pero no debía ser así, debía estar feliz por él, pero el dolor era inevitable.

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Lo oculto en la guerra [Terminada] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora