Capítulo VIII

36 1 0
                                    

Me encontraba en un cuarto pequeño, había otros chicos allí, pero de diferentes equipos de reclutamiento, ya llevaba buen rato allí y no pasaba nada, comenzaba a aburrirme sin embargo tenía que ser paciente.

Cuando creí que tal vez no llegaría nadie, la puerta se abrió y de ella entró una soldado que no reconocí, que anunció la llegada del teniente a nuestro encuentro, sin embargo, yo no solo veía a uno sino como a diez distintos cada uno dirigiéndose aún cuarto diferente, entonces el sargento que vigilaba la puerta dejó entrar al teniente y a su vez una luz se encendió en el cuarto.

El teniente era alto y de cabello corto y café, de tez blanca y de complexión delgada, sus ojos eran pequeños, pero de un color negro bastante oscuro, sus pasos eran lentos, pero a su vez llenos de seguridad y firmeza.

Al entrar fue mirándonos a cada uno de los diez soldados que nos encontrábamos allí, detrás de él venían otros dos soldados que traían consigo algunas mochilas de las que se usan en algunas expediciones, las cuales están llenas de comida y posibles cosas que puedas usar como cuerdas o alguna arma.

Al llegar los soldados repartieron una a cada uno de los que nos encontrábamos allí y entonces al salir el teniente comenzó a hablar.

—Soy el teniente David Harrison, soy el encargado de este grupo, ustedes están aquí porque han sido ascendidos de sus grupos, como podrán ver hemos reclutado a muchos soldados, independientemente de sus anteriores compañeros cada uno de ustedes fue sacado de cada grupo para que hagamos uno nuevo —y tenía razón es decir, a varios de los que nos encontrábamos aquí eran de diferentes grupos —sin más rodeos los equipamientos que les hemos dado son para su supervivencia, serán enviados al exterior y tendrán que llegar en un plazo máximo de doce días a nuestra nueva zona en Londres en la que se les hará saber el deber de cada uno de ustedes, son enviados de esta manera debido a que solo así veremos quien verdaderamente está capacitado y sobrevivirá a lo que no tarda en avecinarse, como algunos de ustedes sabrán los alemanes están en guerra con nosotros por lo que debemos estar armados para lo que viene, sé que no es una tarea fácil sin embargo ustedes están aquí por los demás, para dar su vida por las familias de nuestra nación, por sus propias familias así que espero que todos estén en nuestra zona ubicada en Londres en menos de los doce días, los que lleguen serán encargados de otros grupos de soldados por lo que ascenderán algunos a tenientes y otros se mantendrán en sargentos pero todos a cargo de un grupo.

Una parte de mí no sabía cómo afrontarlo, por un lado, me gustaba la idea de aventurarme, pero por otro lado estaba mi madre y mis hermanas al igual que April quien ahora también formaba parte importante de mi vida, todo pasaba tan rápido...

—Tendrán dos días para arreglar asuntos que tengan pendientes, al día siguiente partirán hacia la nueva zona en Londres, que será el espacio en el que se tiene previsto será el ataque de los alemanes, aunque esto no está confirmado es mejor que lo prevengan antes de que haya algo nuevo. Se dirigirán allá en pares, por lo que tendrán un compañero, sin embargo, se espera que de todos los grupos lleguen los diez, en caso de que alguno se encuentre en problemas, dependiendo de dónde se encuentren es a donde se dirigirán, ya sea regresar o seguir avanzando.

Después de estas palabras el teniente fue agrupando los pares, debo decir que todos se veían muy seguros de sí mismos algo que en mi anterior grupo no se notó mucho al inicio, en mi caso mi compañero era de mi misma estatura, cabello corto y café claro, sus ojos de un color azul, su cara se me hacía demasiado conocida pero no lograba descifrar exactamente donde lo había visto antes.

—No sé si me recuerdes, pero tú y yo ya nos conocemos.

—Es algo que creo, pero exactamente no lo recuerdo.

—Jhon soy yo, soy Edward Miller.

Tan solo con escuchar su nombre recuerdos de él venían a mi mente, todas las veces que jugábamos, peleábamos y que provocaron que casi perdiera la vida llegan a mí, creo que esto terminará mal...

—Ya lo recuerdo, escucha no tengo ningún inconveniente si deseas que cambiemos de equipo.

—¡¿Que?! Bromeas, de hecho, me agrada la idea de que tú seas mi compañero, sé que a ti no y tienes todo el derecho de querer cambiar, pero no creo que eso sea nada fácil.

—Entiendes porque lo digo, no sé es difícil convivir con alguien que alguna vez quiso matarte y que ahora regrese así de la nada.

—Lo sé, pero vamos ya no soy el mismo niño de hace mucho tiempo, y en verdad no sé porque te hice eso, tal vez fue porque todos te molestaron en el colegio, pero pues creo que podremos llevarnos bien otra vez.

—Mira eso es lo que menos me interesa solo tendremos que hacer esto y ya, partimos el camino juntos hasta llegar a la zona, pero no por ello tendremos que tener una especie de relación de amigos otra vez.

—Lo que tú digas.

Esto sería malo, no podía evitar sentir cierto desprecio por él después de todo lo que había pasado, pero, aunque una pequeña parte de mi decía que tal vez era cierto lo que decía él puede que haya cambiado, pero si así fuera tendría que estar seguro antes de siquiera querer ser amigo suyo de nuevo.

Después de eso me dirigí a mi cabaña, era temprano por lo que April aún no llegaba para hacer su turno en el consultorio, al llegar lo que hice fue empezar a redactar la carta que le enviaría a mi madre, Jane y Amber, les conté lo de Edward, esa parte era la que menos me agradaba de todo esto, pero sin embargo tendría que afrontarlo.

Después de terminarla la lleve a la oficina de correos donde el cartero las tomaría por la mañana para ser enviadas y me dirigí a mi cabaña para traer un regalo que tenía preparado para April además de darle la noticia, no sabría cómo lo tomaría, pero de verdad espero que sea de la mejor manera que una noticia como está la pueda tener.

Lo oculto en la guerra [Terminada] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora