Capítulo X

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Caminaba por el campo de entrenamiento, era una mañana nublada, el viento era muy frío, la temperatura no comenzaba a aumentar, el cielo era totalmente gris, sin rastros de la aparición del sol.

Me dirigía a la cabaña en la que me reuní ayer con los nuevos soldados que habían ascendido al igual que yo, hoy nos darían por pares el mapa que necesitaríamos para llegar, además de las armas que podíamos portar y los alimentos.

No me sentía seguro, pero por un lado sabía que tenía que ser así, mi padre siempre me había dicho que, aunque las situaciones fueran difíciles no debía objetar nada, no siempre estuve de acuerdo, pero me había acostumbrado a hacerlo que ya no me importaba demasiado.

Cuando yo llegue solo había dos chicos allí, supongo que eran de un mismo equipo para viajar, aunque era de esperarse, había llegado media hora antes de la hora fijada.

Ayer había sido un día muy duro, me costaba tanto despedirme de April, no creí que esto sería algo tan difícil de superar, me había acostumbrado tanto a ella que solo pensar en no volver a verla por un tiempo dolía, pero lo peor había sido verla llorar, de las únicas veces que la vi triste fue cuando hablábamos de nuestro pasado, cuando ella me contó lo que le ocurría en el colegio, la pérdida de su hermana a corta edad, pero sin duda alguna ayer había sido la más fuerte.

No podía dejar de pensar en ella, por un momento pensé en renunciar al ascenso y así poder quedarme más tiempo con ella, pero aun así sería difícil, entre más tiempo me quedara más difícil sería dejarla, así que esa idea la había dejado atrás.

Seguía pensando mucho en ella, está situación no se saldría de mi cabeza tan fácilmente, sin embargo, con la llegada de Edward hizo que me distrajera un poco y por un instante dejara atrás mis pensamientos.

—Hola Jhon, ¿desde a qué hora estas aquí?

—Hace veinte minutos.

—Vaya, llevas mucho esperando.

—Eso supongo —sé que respondía muy cortante pero no quería seguir hablando, tenía mejores cosas en que pensar o eso creía.

—¿Ya te has preparado para mañana?

—Sí, no tengo muchas cosas así que será fácil, ¿y tú?

—Pues aún sigo en ello, creo que será un viaje duro.

—Puede que sí.

Por suerte después de eso llegó el teniente David por lo que no tendría que seguir escuchando a Edward, no lo había notado, pero ya estaban todos allí.

Así pues, entramos a la cabaña y nos enseñó a todos los mapas en el que nos indicaba donde serían las paradas que deberíamos hacer para llegar a tiempo a la zona militar en Londres, además de que uno de los soldados nos repartió a cada uno un mapa igual al que tenía el teniente, solo que el nuestro era más pequeño.

Mañana empezaríamos nuestro camino a las afueras del campus, conocía muy bien la zona de Northumberland, especialmente la zona en la que nos encontramos, Newcastle, siempre habíamos viajado de un lugar a otro, por mi padre, pues cada que podía quería vernos así que cuando él viajaba de una zona militar a otra, también nosotros.

Después de allí nos iríamos a las fronteras de Yorkshire del Norte, posteriormente nos dirigiríamos a Lancashire, para el día siguiente se contempla llegar a Derbyshire, seguimos a Leicestershire, al día siguiente estaríamos en Northamptonshire, aquí se tomaría un receso de dos días, en este plazo tendríamos que conseguir más alimentos en caso de que nos hicieran falta, así al octavo día seguir hasta Buckinghamshire, al noveno día a la zona militar en Londres, sin embargo el plazo es de doce días por lo que teníamos tres días para retrasarnos.

Así teniéndolo todo planeado, me retire de allí, necesitaba arreglar todavía muchas cosas y solo me quedaba un día. Además de que lo último que me quedaba aquí tendría que aprovecharlo a lado de April y despedirme de Daniel y Ralph.

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—¿Eso quiere decir que tendrás que lidiar con Edward todo el camino? —decía Daniel casi en tono molesto.

—Pues sí, pero nada grave, solo tendremos que convivir durante el viaje, después de allí supongo que ya no más —o eso era lo que más esperaba.

—¿Ya se los has dicho a April? —decía Ralph mientras miraba al cielo sin ninguna expresión en su rostro.

—Sí, se lo dije ayer.

—¿Y cómo lo tomó? ¿Qué te dijo?

—Solo me pidió que tuviera cuidado con Edward, aunque no se lo tomo muy bien, pero la verdad es que fue algo que debí haber esperado —sabía que no estaría feliz de que me fuera lejos así que la manera en la que manejo la situación era la que se supone que tenía que esperar que pasara.

—¿Ósea que tal vez ya no volvamos a vernos?

—Ralph, buscare la manera de que siga en contacto con ustedes, hasta ahora quiero pensar que seguiré contando con el permiso para usar el correo, se me ocurre enviar cartas, o usar el teléfono, aunque por lo que tengo entendido, ustedes también irán, solo que más tarde.

—Es lo que nos dijo el capitán, viajaríamos a Londres para llegar a la nueva zona militar que abrirían para el combate con Alemania, aunque era de esperarse después de todo ya había rumores sobre eso y sus aviones sólo han causado daños —decía Daniel mientras Ralph asentía a cada palabra que él decía.

—Por suerte nosotros tendremos que viajar en conjunto y sin el tiempo contado por no hablar de que no tendré que caminar.

—Vaya pues parece que eres el único que soporta los ronquidos de Connor y Jack, por no hablar de las salidas nocturnas de Bruce y William.

—¡¿Qué?! No, por supuesto que no, solo que a diferencia de tener que viajar con un completo desconocido en un plazo máximo a doce días y tener que empezar de nuevo en un lugar nuevo para prepararte ante la posible guerra que se avecina, perdona, pero prefiero aguantarlos a ellos que pasar por la misma situación que Jhon —decía Ralph y después dirigiéndose a mí —Sin intenciones de ofender, pero al menos a nosotros nos irá mejor

—¿Quiénes son ellos? —pregunté al ver que el tema del que hablábamos se había desviado en dirección a los mencionados.

—Son el resto de los chicos del grupo, en fin, ahora tenemos que irnos —mencionaba Daniel —Sé que tal vez no convivimos mucho los últimos meses, pero te deseo suerte, amigo, aunque te seguiré esperando.

—¿Ah sí y para qué?

—Aun no has caído a mis pies —decía mientras me guiñaba el ojo, entonces lo recordé, la vez que corríamos me dijo que caería rendido a sus pies, eso era algo que me agradaba de Daniel, tenía un gran sentido del humor.

—¿De qué me perdí? —insinuó Ralph al no saber de qué hablábamos Daniel y yo.

—De nada importante —respondió Daniel mientras reía al recordar aquel día —Ah y antes de irte, cuando mueras asegúrate de dejarme tu puesto —con esto último me guiño un ojo.

—Por supuesto que lo hare.

—Bueno, pues te deseo suerte, hermano —me decía Ralph mientras me daba un apretón en el hombro —Ah y si a él le dejaras tu puesto a mi déjame tu herencia.

—Denlo por hecho.

Después de esa escena, Daniel y Ralph se fueron hacia su cabaña, aunque el tiempo que habíamos convivido juntos fue corto sin duda alguna eran buenas personas.

Ahora me dirigía a mi cabaña después de todo tendría que esperar un poco para que comenzará el turno de April.

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