Capítulo 5

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Luego de pasar casi toda la tarde en detención, Mike me espera recostado en un poste de luz fuera del instituto.

—Sí que le diste una buena paliza. —Se burla mientas se incorpora y me encierra en sus brazos —. Esa es mi chica.

—¿Ya te enteraste? —pregunto irónica.

—¿Qué si ya me enteré? Toda la ciudad se enteró, alguien subió el video a Internet —contesta divertido.

Suelto un quejido y me despego de él, pasando una mano por mi rostro, cansada. Sus ojos almendrados me miran con orgullo.

—No quería lastimarla, de verdad —confieso mientas entrelazo mis dedos con los suyos, empezando a caminar —. Mi mente se puso en blanco y actúe sin pensar. Sus palabras de verdad me molestaron.

—Bueno, espero que haya aprendido su lección. Le diste de probar de su propia medicina, me gusta. —Planta un beso en mi mano.

—Pues a mí no. No volverá a suceder. —Le contradigo.

Mike bufa.

—Pues debería, ha pasado toda su miserable vida molestándote, se lo merece.

Niego y me río ante sus pensamientos en el cuál me gustaría compartir.

Al llegar a su casa, me acuerdo de lo sucedido en el baño. El club. Tiro de su brazo para que no se vaya y me mira con el entrecejo fruncido.

—¿Pasa algo? —pregunta, alzando una ceja.

—Sí, bueno, no. Me preguntaba si querrías ir hoy a la inauguración de un nuevo club en el instituto. Empieza a las 23:00 hs. —Levanta las cejas sorprendido, prestando atención —. Encontré un folleto en el piso y allí está toda la información. Aseguran diversión, me pareció interesante. —me encojo de hombros.

—¿Sabes que Inida te prohíbe salir verdad? Y menos de noche. —Me recuerda.

¿Cómo olvidarlo?

—Lo sé, pero le podré decir que iré a tu casa a dormir, no tendría por qué enterarse. —Hago un mohín con la mano.

Mike rasca su nuca incómodo y frunce sus labios.

—No creo que sea una buena idea teniendo en cuenta todo lo que está pasando, Blair. No es seguro estar a esas horas de la noche sabiendo que todavía no lo atraparon —argumenta.

Una ola de enojo se apodera de mí y retrocedo algunos pasos, como si sus palabras me hubieran empujado. No le estoy pidiendo que robemos un auto, es un maldito club.

—Quiero ir, Mike —explico elevando mi tono de voz.

Sus manos se posan en mis hombros pero yo las quito de un sacudón. Su semblante cambia a uno serio y mantiene su distancia. Como su silencio me mata, continúo hablando:

—No puedo detener mi vida por él. Eso no fue lo que acordamos. No te estoy pidiendo que mates por mí, Mike. Es un estúpido club. No puedo ir más a teatro con Dixie. —Mi tono de voz sale más borde de lo que esperaba.

Mike frunce el ceño y posa sus enormes manos —en comparación a mi cara y altura —en ambos lados de mi cuello, acariciándome con sus dedos pulgares. Sus facciones se relajan y suelta un suspiro.

—No te estoy pidiendo que detengas tu vida por él. Solo pido un poco de paciencia, no quiero que salgas lastimada. —Su suave voz no logra calmarme.

No sé qué me pasa, es como si necesitara descargarme en algo, o alguien. Mi respiración se va acelerando de a poco y saco de un manotazo sus manos.

El club del pasillo 66 #1 ✔️ En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora