Capítulo 44

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Este capítulo contiene escenas delicadas :)

Siento como mi hombro es sacudido de manera violenta. Abro mis ojos y me quejo, giro para el otro lado y doy un respingo al encontrar el rostro de West tan cerca del mío.

—Babeas cuando duermes ¿Lo sabías? —sonríe de costado.

Me levanto de manera torpe y me siento tomando distancia. Paso una mano por mi boca comprobando lo que dice. Miro su torso que anoche lo cubría una camisa blanca y ahora solo se encuentran unos abdominales. Por suerte su pantalón sigue en su lugar.

—¿Te gusta lo que ves? Te lo puedo alquilar. —bromea.

—¿Por qué sigues aquí?

—Tengo una horrible resaca y no encontré ninguna pastilla para eso. —habla mientras juega con el borde de la sábana.

Me alejo un poco más y paso una mano por mi cabello.

—No creo que haya, no fui a comprar estos últimos días. —bostezo.

Me levanto y camino hacia el baño, me paro en seco al ver un cepillo de dientes usado en el lavabo.

—¡Siéntate como en tu casa! —grito para que West me escuche.

—¡Gracias! —me responde de la misma manera.

Revoleo los ojos y me empiezo a lavar los dientes. Me pongo colorada al notar que solo llevo unas bragas y una remera holgada sin sostén. Aunque West ya me ha visto como Dios me trajo al mundo, me sigo poniendo incómoda. Termino de acomodarme y vuelvo a la habitación. West se encuentra acostado en mi cama y le da unas palmadas para que me siente a su lado.

—Te dije que no tengo pastillas. —Señalo mi puerta —Sabes el camino.

West parece totalmente diferente que anoche. Su mirada penosa ya no está y su sonrisa engreída vuelve al juego. No hay rastros de que anoche estuvo llorando pero tampoco creo que se acuerde de toda nuestra charla y demás cosas. Me acerco a su lado y me siento.

—Se me ocurre otra cosa para que se me pase. —se pone de costado apoyándose en su codo.

Arqueo una ceja y aprieto en un puño el borde de mi remera. Me pierdo en el verde de sus ojos y con el sueño que aún ronda en mi cabeza, me acuesto boca arriba. Él aprovecha mi acción acercándose. Mi pulso se empieza a acelerar y el calor invade mi cuerpo.

—Nunca me haces caso. —reprocho.

Su mano va haciendo un recorrido desde mi mandíbula hasta la parte inferior de mis pechos. Su aliento a menta choca con el mío y sus labios se entreabren. El tacto de sus dedos me dan una corriente de electricidad satisfactoria. Su mano descansa en la parte inferior de mi abdomen, dejándome sin aliento.

—No me acuerdo mucho de anoche, de lo que dije o hice. —Murmura —Pero recuerdo el beso que me dejó tan duro que me dolía.

Sus dedos empiezan a jugar con el elástico de mi ropa interior. Nuestras miradas fijas en el otro hacen que se vuelva más intenso.

—No creo que sea buena idea. —a lo último me sale un jadeo.

Mentirosa.

Atrapo su muñeca con mi mano, deteniendo cualquier tipo de intención. West se acerca aún más que nuestras narices chocan.

—¿Por qué? —roza nuestros labios.

Abro mi boca esperando el beso pero él se tira para atrás haciéndome desear. Mi agarre se vuelve débil y sus dedos retoman su juego con el elástico.

El club del pasillo 66 #1 ✔️ En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora