Capítulo 19

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West.

Mi mano se aferra a su muñeca y frunzo el ceño. Él capta mis intenciones y niega con la cabeza. Un ruido se escucha del otro lado de la puerta y West mira sobre su hombro.

—¡¿Van a salir a pelear?! ¡Cobardes! ¡Los mataré a todos! —grita una voz masculina del otro lado.

—Están aquí —susurra más para él mismo.

Logro zafarme de su agarre y tomo una bocanada de aire. West todavía sigue cerca de mí, casi aplastándome. El cuarto es tan chico que casi estoy arriba del lavaropa.

—¿Qué está pasando? —murmuro.

West me mira y al mismo tiempo saca un cuchillo de la parte delantera de su cintura. Puedo jurar que vi unos abdominales.

—No sé cómo encontraron tu dirección, pero están aquí. —Esta vez me habla a mí.

—¿Quiénes?

West pone los ojos en blanco y apoya el frío metal del cuchillo en mi cuello. Para que este no me corte levanto la cabeza y me encuentro con sus ojos verdes.

—Los que nos quieren matar. —Otro ruido de algo rompiéndose hace que salte de un susto —Saldré y tú te quedarás aquí.

—¿Los demás están aquí? —susurro.

West niega y frunce los labios.

—No, sólo yo. Ahora quédate y no hagas ruido, o yo seré el que te mate.

Ignoro sus palabras y pregunto:

—¿Cuántos son?

—No lo sé, unos tres o menos. Lo tengo controlado —asegura.

Baja el cuchillo y suelto un suspiro de alivio. Se da media vuelta pero antes de que se vaya aferro mi mano a su antebrazo. Sus ojos van a mi mano y luego levanta su vista hacia mis ojos. Por poco me pierdo en sus ojos.

—¿Me vas a dejar desarmada? —pregunto,  incrédula.

¿Qué? ¿Pensaron qué le iba a decir: voy contigo? Están dementes.

West saca de la parte inferior de su espalda una navaja y me la entrega. La acepto y la abro preparada para un ataque. West mira mi mano que todavía agarra su brazo y la retiro avergonzada. Vuelve a la puerta y la abre de manera silenciosa. Me da una última mirada y cierra la puerta. Miro la navaja que tengo en mi mano y trago en seco.

Si saben a dónde vivo, estoy realmente jodida. No por mí, sino por India.

—¡Los encontraremos y los torturaremos! —Una voz diferente es la que habla esta vez.

Veo una sombra debajo de la puerta y tapo mi boca para no hacer ningún tipo de ruido. La persona se queda quieta justo delante de la puerta. Aprieto el mango de la navaja y me preparo para atacar. Mis manos sudan y puedo escuchar latir mi propio corazón.

La puerta se abre de golpe y deja en vista un hombre con pasamontañas tapando su rostro. Mis ojos se abren exageradamente cuando veo que levanta un arma y me apunta directo a mi cabeza.

—Estás muerta —expresa con malicia.

Aprovecho su brazo extendido y con la navaja abierta le doy un corte en su muñeca. Él suelta un quejido y lleva su mano a su herida. No llego a alejar el arma cuando me propina una patada en el estómago que me deja sin aire. El golpe de Dixie no ha sanado, lo cual provoca que lágrimas salgan de mis ojos ante tanto dolor. Choco contra la pared, mi brazo abrazando mi estómago. La navaja se resvala de mi mano y cae a unos centímetros de mí. Trato de alcanzarla, pero mi agresor es más rápido y la patea lejos de mí.

El club del pasillo 66 #1 ✔️ En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora