Capítulo 26

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El capítulo contiene escenas delicadas.

La cena.

¿Cómo describirla?

Bueno, primero que nada el pavo está exquisito. Me impresiona las habilidades de Phill en la cocina, de verdad es muy bueno. Segundo, la sonrisa de mi hermana es tan sincera que sonreiría con ella. Tercero, la causa de que no sonría es el engendro que tengo al frente.

Marcus sigue actuando como si no nos conociéramos y yo le lanzo miradas amenazadoras... O eso intento. Ellos hablan, bromean y ríen. Mientas que yo, no puedo dejar de pensar ¿Qué mierda hace Marcus aquí?

Hasta que Phill saca a la mesa un tema que quería evitar.

—Estoy bastante estresado, con el tema de los asesinatos, la gente está empezando a asustarse y no querer salir de sus casas.

Mi hermana asiente mirándolo embobada.

—¿Entonces Martín te ayuda? —Señalo a mi amigo.

—Me llamo Marcus. —Aclara pateando mi pierna bajo la mesa.

Hago una mueca de dolor pero la disimulo con una risilla.

—Claro, pero que boba. —Digo con una sonrisa falsa y devolviendo el golpe aún más fuerte. —¿Trabajas con él? ¿De dónde se conocen?

—Sí, hacemos un trabajo en equipo. No puedo dar mucha información al respecto, hay asuntos confidenciales. —Evita mi mirada.

Levanto las manos en forma inocente.

—Vale, me queda claro.

Marcus toma un sorbo de su bebida sin dejar de sonreír y mirarme.

—Lo que pasó allí es terrible, tienen que atraparlos. —Inquiere India.

—Estamos trabajando en ello, estamos llegando a algunas pistas.

Y allí tuvo toda mi atención.

Suelto una risa entre dientes y todos me miran, levanto la vista y miro a Phill.

—¿No hablas de los prostíbulos, verdad? De todas las mujeres que fueron abusadas sexualmente y fueron dañadas mental y físicamente. —Bramo.

India se acomoda en su asiento incómoda y Phill me da una sonrisa forzada.

—No teníamos aquella información, si la hubiéramos sabido, desde luego hubiéramos hecho algo al respecto, Blair.

—Pues disculpen mis palabras —miro a todos los de la mesa. —, pero se lo tenían bien merecido. Eran personas desagradables que hacían la vida imposible a las mujeres. Pero claro, un hombre no lo puede entender porque no saben lo que es ir caminando por la calle sin que un desgraciado opine de tus piernas o culo. O no poder caminar en veredas solitarias sin pensar que algún día te pueden secuestrar y quien sabe que pasará de tu vida. Así que sí, no espero que lo entienda, pero un prostíbulo en el medio y de una ciudad y que nadie supiera de él, me parece un poco extraño ¿Cierto?

Termino mi monólogo y todos se me quedan mirando en silencio. Logro mi objetivo, cambiar de tema de las pistas. Aunque lo que digo es real, ser mujer en estos tiempos es difícil.

—¿Y tú quién eres para decidir sobre la vida de los demás? —Escupe Marcus.

Nuestras miradas se encuentran y tenso mi mandíbula. Me doy cuenta que él está en mi contra

—Nadie, porque yo no lo hice, pero no me disgusta la idea de lo sucedido.

—Blair, no digas eso. —murmura India avergonzada de mi comportamiento.

El club del pasillo 66 #1 ✔️ En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora