Capítulo 8

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Inhalo, exhalo, inhalo profundo, exhalo lento. Sigo con mis párpados cerrados y continúo. Inhalo, exhalo.

No dormí en toda la noche, luego de que Blake se haya presentado ante Mike no pude mantener mis ojos cerrados. Por ahora, Blake no ha hablado, ni siquiera he escuchado se escalofriante risa en mi cabeza. Su risa llega a ser estresante al escucharla todo el tiempo.

El agua de la bañera está quieta, las gotas de agua gotean de mi mentón y mis rodillas siguen pegadas a mi pecho. A decir verdad, las lágrimas se mezclan con el agua, siéndome imposible diferenciarlas.

Mike también se encuentra dentro del baño conmigo, está sentado en la tapa del retrete apoyando su cabeza en la pared. Sus ojos no abandonan mi cuerpo, cada movimiento que doy, cada respiración.

—Esto es una locura, Blair. No sé por qué mierda aceptaste eso —musita pasando una mano por su rostro, cansado, nervioso.

Me cuesta hacer que mis palabras salgan, pero lo logro.

—No me voy a arriesgar a perderlos. Son lo único que tengo —murmuro.

Zev nos tiene vigilados a todos. ¿Qué más podía hacer?

—Y nosotros te perderemos a ti. —se levanta de su lugar y llega a mi lado. Sus manos callosas me acarician mi mejilla, volteo a verlo —. No puedo perderte, Blair.

No importa cuántas veces lo piense y lo retorcido que suene, mi decisión siempre va a ser la misma:

—No voy a perderlos.

Mike da un golpe en el borde de la bañera tan fuerte que doy un respingo. Un pedazo pequeño de cemento se sale y me abrazo más a mí misma. Sus nudillos no tardan en sangrar.

—Mierda —maldice mientas busca el botiquín de emergencias por uno de los muebles.

Me levanto de mi lugar dejando que toda el agua resbale de mi cuerpo. Agarro una toalla y la envuelvo alrededor de mi cuerpo y salgo lentamente. Cuando me acerco a Mike y le toco su espalda desnuda, este se sobresalta. Su respiración está agitada y su piel se encuentra muy caliente. Le saco el algodón que contiene alcohol y lo ayudo a limpiar la herida. No necesito que hable.

—No estás obligado en ser Mike, todo lo contrario, puedes irte en este preciso momento e ir a contárselo a India o a la policía. No te juzgo, yo haría lo mismo. —Hago una pausa y me quedo mirando el algodón teñido de rojo —. Pero para Zev, todo esto es un juego, y para ganar tienes que sacrificar. No suena para nada bien —Tiro el algodón y empiezo a vendar su mano. —, pero es la realidad.

Mike me mira fijamente, sus ojos avellana expresan todo y nada. Con su mano sana me acaricia la mejilla, pero yo la aparto, esquivo su cuerpo y abro la puerta.

No merezco su cariño, ni el de nadie.

—¿Aunque eso implique matar? —pregunta antes de cruzar el marco de la puerta.

Me paro en seco.

¿Aunque implique matar?

¿Aunque implique tomar vidas de inocentes?

¿Aunque yo me convierta en una asesina?

Lo miro sobre mi hombro, queriendo ver la causa de mi respuesta. Todo en mí ha cambiado. Y yo sé que él también lo sabe.

—Sí.

(...)

Cuando nos preparamos para el instituto, le cuento a Mike el plan de apoyo que tengo.

—Esto es lo que tengo pensado. —Mike me escucha atento mientas acomoda su corbata —. Mi objetivo es que Zev vaya preso, o peor, que vuelva al psiquiátrico y se quede allí, para siempre. Tengo que recolectar pruebas de todo lo que está haciendo, su plan, su banda de trastornados, todo. Pero para eso necesito saber sus puntos débiles. Mañana, en la fiesta, Blake tomará el control. —El rostro de Mike se contrae con desagrado —. Al ser la primera vez después de mucho tiempo que sale a la luz, y verá a Zev, no causará mucho caos. Estará atenta, analizando las intenciones de él y su grupito.

El club del pasillo 66 #1 ✔️ En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora