Dos

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• 3 meses después •

—Ember, ¿podrías ayudarme un par de minutos afuera? Necesito ir al baño.

Asentí rodando los ojos hacia Shiro y tomé el bloque de notas y la pluma de su mano.

—Es la tercera vez que me lo pides, ya me debes una orden de pollo frito. 

—Dalo por hecho —exclamó antes de correr al baño de hombres.

Reí levemente sabiendo que jamás me compraría esa orden de pollo frito, y salí de la cocina en espera de que algún cliente entrara por la puerta.

Un par de meseros me sonrieron amablemente cuando me vieron parada afuera de la cocina. Mi lugar estaba como ayudante del chef, pero sabían que no era inusual que atendiera un par de mesas de vez en cuando.

Tenía dos meses y medio trabajando turno completo en el restaurante Jungho's. El trabajo era algo pesado, pero había cuentas que pagar y necesitaba ahorrar algo de dinero para gastos de la universidad, principalmente, pues faltaban menos de dos semanas para que comenzaran las clases.

Quería sentirme emocionada, sin embargo, todo se nublaba un poco cuando recordaba el por qué tendría que terminar mis estudios allí.

Después de lo qué pasó hace unos meses, diría que mi familia y yo perdimos contacto casi por completo, de no ser porque mi madre me hablaba por teléfono de vez en cuando para saber si estaba bien. Yo siempre le decía que estaba bien, aunque no fuese cierto.

Ella siempre decía que mi padre estaba preocupado por mí, aunque eso tampoco fuese cierto.

Todo fue muy difícil después de que mi padre decidiera correrme de la casa. Sobre todo la parte de encontrar un lugar donde dormir. Trabajé y dormí en el mismo lugar durante un tiempo con un sueldo que a penas y me daba para comer, hasta que encontré Jungho's. La señora Jung fue quien me entrevistó y me contrató casi de inmediato. Desde entonces, había podido ahorrar dinero, dormir en un departamento sencillo, pero digno, y pagar mis cuentas.

Lo único que hacía que no pudiera esperar más por empezar las clases, era que podría quedarme en una de las habitaciones del campus junto con otra compañera. Eso significaría una gran suma de dinero menor a gastar y, desde que supe que tendría que reducir mi turno en el trabajo a la mitad para cumplir con la escuela, eso era una excelente noticia.

Escuché el sonido de la puerta y dirigí mi atención hacia los dos clientes que estaban entrando. Eran dos hombres de mi edad aproximadamente. Ambos altos y delgados, solo que uno un poco más alto y fornido que el otro. Sus sonrisas eran muy amables, así que no me preocupé por tener que lidiar con un par de clientes malhumorados.

I'm In Love Too • KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora