Tres

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Observé la caja de cartón por tercera ocasión y la giré para asegurarme de que no le faltara cinta adhesiva por ningún lado. Si continuaba poniéndole cinta, tardaría años en desempacar una vez que llegara al campus.

Suspirando, coloqué sobre la mesa la cinta y observé las cajas a mi alrededor.

Mañana sería mi primer día.

Creía que nunca más sufriría de nervios por el primer día de escuela, sin embargo, aquí estaba, empacando mis cosas para llevarlas a una nueva escuela en mi último año de carrera. Increíble.

Apilé la caja que acababa de cerrar sobre otra que estaba en una esquina. No tenía muchas pertenencias, pero lo poco que tenía se iría conmigo. Los cuadros que compré por Internet y los adornos florales iban a darle mi toque a mi nueva habitación. O más bien, a mi lado de la habitación.

Miré con melancolía los alrededores del lugar donde viví durante dos meses. Quizás fue poco tiempo, pero aun tenía presente la primera noche que dormí aquí. Estaba tan feliz y aliviada de por fin tener un espacio propio, que me pasé la noche entera llorando.

Caminé hacia mi habitación y me dejé caer en la pequeña cama. Rodé sobre mi lugar y tomé mi celular esperando tener algún mensaje o llamada perdida de mi familia. Pero como siempre, no tenía ninguna notificación con sus nombres.

La mayor parte de mi día me la pasaba ocupada, pero siempre que podía, revisaba mi celular esperando que se comunicaran conmigo. Poco a poco me iba haciendo a la idea de que eso no sucedería.

*·*·*·*·*

Observé con asombro el enorme edificio que se encontraba frente a mí. Como era de esperarse, el lugar estaba lleno de enormes ventanales desde el suelo hasta el techo y contaba con un exquisito y moderno diseño en su exterior. De pronto sentí curiosidad por ver el interior, así que con cuidado tomé mis pertenencias y me dirigí al interior del lugar.

A pesar de mi nerviosismo, caminé con paso seguro. Nadie me conocía, así que estaba segura de que no se enterarían del por qué me expulsaron de mi anterior escuela. Sin embargo, el temor persistiría durante un tiempo. 

Cuando llegué al interior del edificio, agradecí a quien sea que haya puesto un elevador, y me dirigí hacia él con paso apresurado. Hasta donde sabía, mi compañera de cuarto había estado ahí sola durante todo este tiempo a petición de sus padres. Sin embargo, me otorgaron el lugar con ella debido a que era el único disponible.

Siendo honesta, no podía sentirme apenada con ella; de verdad necesitaba vivir aquí.

Empujando mi maleta fuera del elevador, ignoré las miradas de las personas que cruzaban por el lugar de un lado a otro y caminé hasta mi habitación. Una vez que llegué al número que me indicaron, toqué la puerta suavemente. Un par de segundos después, una suave voz me contestó que pasara, así que tomé el manojo de la puerta como pude y empujé la puerta con mi cadera.

Cuando entré, sentí un fuerte olor a cereza. Algo que mi nariz no disfrutó en absoluto, pues comenzó a arder un poco por la comezón.

Empujé mi maleta con mi pie y entré a la habitación con paso torpe. Antes de terminar de entrar, unas manos aparecieron de la nada llevándose consigo la mitad de la carga.

—Gracias —suspiré, poniendo las cajas donde la pequeña chica puso las que había tomado.

Sin decir nada, tomó mi maleta y la trajo dentro para después cerrar la puerta. La chica era sumamente pequeña y delgada, pero con mejillas redondas y rosadas y ojos grandes cubiertos con un par de lentes redondos con armazón dorado. Lucía casi como una caricatura.

Al principio me miró sin mediar palabra y luego parpadeó un par de veces, lo cual me incomodó un poco. No obstante, cuando sonrió y estiró su mano hacia mí no dudé y la estreché intentando disipar los nervios de ambas.

—Mi nombre es Azumi.

—Ember. Mucho gusto.

—Así que tú eres quien me quitó parte de mi habitación.

Pude notar el tono de broma, por lo que reí ligeramente y me encogí de hombros.

—La verdad no estoy acostumbrada a convivir con nadie en mi espacio —confesó, caminando hacia su cama y tomando asiento en ésta—, así que no te sientas mal si me comporto un poco extraño a tu alrededor al principio.

Comencé a desempacar mis cosas mientras ella me observada desde su lado de la habitación.

—Tranquila, esto es nuevo para mí también.

—¿No vivías en el campus de tu anterior escuela? —preguntó de pronto— Me comentaron que te cambiaron de escuela para que no estuvieras lejos de tu familia o algo así.

Me congelé un segundo en mi lugar, pero seguí desempacando. 

La mayoría de alumnos suelen vivir en el campus de sus universidades, sin embargo, para mi papá eso fue un rotundo no desde el principio. Decía que era mejor que estuviera en casa, así tendría menos distractores, y por distractores, se refería a personas del sexo opuesto.

El hecho de que me relacionaran con un hombre mayor que yo, y además casado y con hijos, fue como un golpe al hígado para él. 

—Vivía con mis padres.

Miré a Azumi un par de segundos rogando que no preguntara nada más, y ella pareció entender la indirecta, pues se puso de pie y sin más se dirigió a la puerta.

—Iré por algo para desayunar antes de que empiecen las clases. ¿Quieres algo?

—No, gracias —contesté sonriendo amablemente. Mi estómago estaba hecho un nudo ahora mismo.

Azumi se encogió de hombros antes de hablar. 

—Por cierto...Bienvenida de nuevo a la universidad.

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Gracias por leer mi historia

Ethaereal 🌸💫

I'm In Love Too • KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora