Veintisiete

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—¡Ya lo ven! —exclamó con una enorme y asquerosa sonrisa de victoria en su rostro—. Les dije que era una ofrecida.

Sintiendo mi mandíbula a punto de romperse por la fuerza con la que la estaba apretando, fulminé con la mirada a Ronin, quien me observaba desde su lugar con una sonrisa de pura satisfacción en su rostro.

En ese momento, para colmo, la burlona voz de Amaia se escuchó por el pasillo detrás de mí.

—Adelante, cuéntanos porqué te cambiaste de escuela en tu último año.

Cuando me giré a verla, presencié cómo una de mis peores pesadillas se hacía realidad.

Amaia sostenía en su mano una enorme pila de lo que suponía eran cientos de copias de mis fotos con el subdirector de mi anterior escuela.

Mi estómago se tensó por el pánico, haciendo que el aire se atorara en mis pulmones y que incluso mi pecho y mi garganta dolieran por las lágrimas de rabia contenidas.

—Están cometiendo un error —musité, sintiéndome sin aliento, pero obligándome a recuperarlo para enfrentar la horrible situación en la que me encontraba.

—No lo creo —replicó Amaia en una carcajada—. No fue muy difícil indagar un poco sobre lo que hiciste para que te corrieran de tu anterior escuela —sonrió con malicia—. ¿Te gustan mayores, eh?

—No sabes nada sobre mí —gruñí, dando un paso hacia ella.

En ese miento sentí que alguien me empujó por el hombro mientras pasaba a mi lado.

Ronin se colocó a un lado de su novia, como si fuera el gorila que iba a defender a la damisela en apuros, mientras Amaia por su parte se cruzó de brazos y levantó la barbilla orgullosa de que su novio estuviera dispuesto a defenderla si me atrevía a intentar agredirla de algún modo.

Como si no hubiesen sido ellos quienes me agredieron primero.

—¿Segura que no sé nada? —cuestionó Amaia, sonriendo de lado y enarcando una ceja— ¿Y entonces qué son estas fotos?

Las fotos que esperaba que nunca nadie volviera a mostrarme cayeron alrededor de mí cuando Amia las aventó con brusquedad en mi dirección.

Cerré los ojos intentando controlar mi respiración para no llorar. Una parte de mí sabía que todo esto estaba planeado para hacerme daño, y yo se los estaba permitiendo, pero... ¿Qué podía hacer? Era mi palabra contra esas malditas fotos una vez más.

I'm In Love Too • KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora