Diez

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Cuando por fin entré a mi habitación, las mangas de mi suéter se sentían heladas por la cantidad de lágrimas que sequé con ellas durante el trayecto de vuelta. Era una fortuna que el suéter fuera negro, sin embargo, mis ojos rojos e irritados mostraban que en efecto había pasado bastante tiempo llorando.

Observando el vacío lugar, pensé en que seguramente Azumi estaba en clases todavía, pero no tardaría en llegar, así que decidí faltar a la última clase, y en su lugar opté por darme un baño tibio para relajarme los tensos músculos de mi espalda. Pero cuando por fin logré meterme a la bañera y cerré los ojos, los recuerdos de lo que pasó con mi madre asaltaron mi mente de nuevo.

Ella en verdad pensaba que estaba recibiendo dinero del señor Fujimori, quien además es mi ex-amante de acuerdo a lo que ella y mi familia creen fervientemente.

Durante toda mi vida no había sido más que lo que ella y mi padre habían esperado de mí. Siempre callada cuando me regañaban, siempre sin salir de fiesta muy seguido y sin tener muchas parejas, o salir a demasiadas citas. Siempre sonriente a pesar de todo.

Mi padre siempre decía que por eso quería tener varones, porque era muy desgastante tener que cuidar de las mujeres y esa inevitable atención masculina que atraían una vez que sus cuerpos pasaban de niñas a mujeres.

Nunca lo expresé, pero me incomodaba que pensara así. A pesar de ello me aseguré de no ser una preocupación para él, o para mi madre en ningún sentido. Era la alumna más sobresaliente de mi clase, nunca les contestaba mal o les llevaba la contra, ni mucho menos expresaba lo poco que estaba de acuerdo con cómo mi padre trataba a mi madre cuando ella no hacía las cosas como él quería. Nunca cuestionaba nada por miedo a su reacción.

Ojalá hubiera sido más consciente de que al primer error, me caería del pequeño pedestal en el que nos tenían a Juliet y a mí, así habría hecho las cosas a mi manera desde el principio. Nunca fui rebelde y no pensaba serlo ahora, pero seguramente pude haber disfrutado mejor de mi vida si no hubiera estado pendiente de lo que mis padres opinarían al respecto.

Ahora que ellos opinaban lo peor de mí, no tenía nada de qué preocuparme.

Suspiré al ser consiente del tiempo y cerré la llave de la ducha. De no ser porque tenía que ir a trabajar, me habría quedado más tiempo.

Me sentía desganada, por lo que solo me coloqué un par de jeans, unos tenis blancos y un suéter beige que combinaba con mi reloj de mano. Luego salí de mi habitación. 

Mientras estaba cerrando la puerta con llave, escuché que alguien gritó mi nombre.

—¡Ember!

Fruncí el ceño cuando miré a una de mis compañeras de clase acercándose a mi. De solo ver su cabello rubio recordé que su nombre era Génesis, quien caminaba hacia mí con una sonrisa en su rostro. Cuando estuvo frente a mí, me extendió una pequeña hoja con un código QR, como un tipo de panfleto. Lo miré mientras ella me observaba entusiasmada.

I'm In Love Too • KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora