Veintiuno

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—Te dije que no pusieras las cajas tan arriba.

Rodé los ojos ante la queja de Shiro y coloqué mis manos sobre mis caderas, expectante. Necesitaba contar cuántas cajas de col quedaban para poder hacer el encargo mañana temprano, pero, como siempre, mi odioso compañero se quejaba de que le estuviera pidiendo ayuda para moverlas.

—¿Me vas a ayudar, o no? —cuestioné, pero la realidad era que no había espacio para una negativa de su parte.

Shiro suspiró sabiendo eso.

—¿Son las de aquí? —preguntó señalando las cajas de la derecha.

—Y las de esa esquina también —agregué, lo cual hizo que me ganara un quejido del menor—. Si no te apuras, nos iremos aún más tarde —amenacé.

—Esto ni siquiera es parte de mi trabajo —refunfuñó, comenzando a mover las cajas.

—Tampoco es mi trabajo atender tus mesas —repliqué—, pero no por eso voy por ahí quejándome con los demás.

El gesto de pocos amigos de Shiro me indicó que ya no volvería a hablar. No porque no quisiera, sino porque lo que yo acababa de decir lo dejaba sin argumentos en contra; algo que yo disfrutaba, mientras a él lo frustraba.

—¿Ember?

Giré mi rostro hacia la puerta del almacén. Otro de los ayudantes del chef, Derek, me señalaba hacia el restaurante con un pulgar sobre su hombro.

—Te busca alguien.

—Oh —exclamé extrañada—. Gracias por avisarme, Derek.

El chico en cuestión asintió y, acto seguido, desapareció por la puerta.

Antes de dirigirme al interior del restaurante, volteé a ver a Shiro, quien seguía moviendo las enormes cajas hasta el piso para poder contarlas.

—Vuelvo enseguida.

Antes de que Shiro pudiera quejarse por dejarlo solo con toda la carga, salí hasta el comedor del restaurante. El lugar estaba casi vacío debido a que faltaba menos de una hora para cerrar, por lo que no fue difícil divisar a quien me estaba buscando.

Sorprendida por ver a Taehyung en el restaurante, me acerqué hasta donde estaba. Al verme, sonrió y me saludó con gentileza.

Por mi parte, estaba segura de que mi sonrisa no era bonita en absoluto. Me sentía incómoda y no creía poder ocultarlo muy bien en este momento, pues en verdad me había tomado por sorpresa que apareciera en mi trabajo.

Los últimos días lo había estado evitando con el pretexto del trabajo y la escuela. Eso no era mentira del todo. De verdad se estaba volviendo cada vez más difícil mantener el equilibrio entre ambas cosas. De hecho, últimamente no había salido con él y los demás por esa misma razón; mi cuerpo apenas podía soportar el cansancio.

I'm In Love Too • KTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora