⇝ XIV

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JK POV-

   Esperé. Esperé y esperé día tras día volver a ver a Taehyung... y a Hyungsik. Iba todas las mañanas a aquella cafetería, aunque no tuviera hambre, ordenaba un desayuno igualmente. De hecho, ordenaba dos. Uno para mí, y otro por si Taehyung aparecía.

Lo hice tanto tiempo... se terminó convirtiendo en una rutina. Llegar tarde a entrenamiento por esperar a alguien que nunca llegaría, cargar con la culpa y el cargo de consciencia de no haber llegado.

Si tan solo... si tan solo hubiera comido algo el día anterior, ¡algo mínimo!, con un vaso de agua estaría bien, o una manzana, ¡algo!, si tan solo no me hubiera desvanecido en mi habitación por mi irresponsabilidad.

¡Por mi puta enfermedad!

   Lo único que hago es rogar al cielo que Taehyung no crea que ha sido su culpa. Él no merecía eso. Yo, fui yo, y merezco lo peor. ¡Dios, Jungkook! ¡Sabías lo mal que Taehyung la pasaba al conocer nuevas personas y tú vas y le haces lo mismo! Ahora piensa que no vales nada, que eres lo peor. Eso ganaste, ¿contento?

No, joder. No.

Hoy es mi torneo. La pelea por la cual he estado entrenando duramente meses.
  Curiosamente hoy también se cumplen cuatro semanas desde que no sé nada de Taehyung.

Bien, supongamos que gano este torneo. ¿Cuándo me llevo la victoria de la pelea contra mí mismo? Todos los días, pase lo que pase, piense lo que piense, pierdo. Siempre pierdo contra mí. Contra mi mente, pensamientos, mis ideas, mis voces.

Esa presión en mi hombro... no soy más fuerte que ella. No soy tan fuerte como para soltar. Estoy solo, junto a mí.

Yo, yo mismo y JungKook.

¿Por qué me es tan difícil afrontarlo?

No lo sé, pero aquí voy de nuevo.

Desprendo el pendiente que cuelga del lóbulo de mi oreja. Levanto mi pantalón de boxeo desde la rodilla hasta lo más alto de mis muslos y entierro.

Clavo por quinta vez este pendiente en mi pierna y tiro de él un poco desgarrando mi piel.


—Otra vez lo haces...

—Déjame en paz.

Intento que mi voz suene firme y convincente, pero mis intenciones se van por la borda en el momento en que un sollozo se mezcla sin mi permiso con mi voz, haciéndola temblar.

—Te he dicho que me llames cuando sientas la necesidad de hacerlo.

—Y yo te he dicho que me dejes en paz, Mingyu.

No sé de dónde salió tanto enojo. Mi voz suena desgarradora, como mi piel en estos momentos.

Mingyu a pesar de todo lleva apoyándome y tratándome desde hace varios años. La primera vez que me vio haciendo esto teníamos unos quince o dieciséis años, ambos estábamos en la academia de Taekwondo. Sentía mucha presión arriba mío. La academia presionándome en cada uno de los encuentros con otras agrupaciones. Claro, al ser el mejor de la clase tenía que representar a todos.

Salí de ahí el mismo año que Mingyu, ambos con cinturones negros. Desde ese momento en la vida camino de la mano de mi amigo, mi hermano y mi compañero. Él sabe más cosas de mí que yo mismo, y viceversa.

Le he contado acerca de Taehyung. Como era de esperar, me regañó por no haber comido el día anterior. Está pensando en volver a vivir conmigo, y no me quejo. Sé que solo no puedo cuidarme.

Las compras del mes muchas veces han quedado en la despensa sin ser tocadas, y he tenido que botarlas, pues caducan.

—Tienes que salir en unos minutos, JungKook, permíteme curarte.

   Siento como si su sola voz me abrazase tan cálido como sus brazos lo harían.

Saca de su cubículo el botiquín de emergencias. Hay uno en los vestidores, en el baño, en mi habitación y en la de él. Fue su decisión, dijo que nunca sabe cuándo me dará un ataque.

El problema es cuando estoy solo, ya que no sé curarme. O simplemente no quiero hacerlo.

Con cuidado rodea la venda por mi muslo, no sin antes haber limpiado la herida con un poco de agua oxigenada y povidona.

Agradezco el gesto, pero no soy capaz de decirlo en voz alta.

—¿Por qué no me llamaste? —Mingyu toma asiento a mi lado— Estaba a unos segundos de distancia.

—Estabas entrenando, no quería molestar —mi mirada es baja y mi rostro apunta hacia el suelo bajo nuestros pies.

—Sabe que eres más importante que cualquier entrenamiento.

—Sólo... se me olvidó —suspiro—. No volverá a pasar, lo prometo —mi mirada se dirige al rostro de mi amigo y solo puedo ver preocupación mezclada con enfado y disgusto. Aún así, proyecto una de mis tantas sonrisas hacia él, pero esta vez, sí es genuina—. Gracias por cuidar de mí.

—¿Sigues agradeciendo? —ríe un poco— Es mejor que guardes tus palabras porque si pierdes este torneo estaré esperando mi discurso de disculpa.

—¿Por qué tendría que disculparme? —río suave.

—Porque no quiero que mi ilusión de que eres más fuerte que cualquier otra situación quede como una ilusión. Pienso... no. Sé que puedes con todo esto Jungkook. Y si no, te ayudaré a cargar con ello. Sólo... sólo descárgate en el ring, ¿sí? —reposa su mano delicadamente en mi hombro— Llevaba tiempo que no sucedía esto —sonríe pero el gesto parece más una mueca.

—Lo siento... —Es todo lo que puedo decir.

—Hey, las disculpas para después, recuerda —la mano que reposaba en mi hombro ahora sube hasta acariciar mi mejilla—. Ahora ve y patea esos traseros musculosos, en cinco minutos debes estar en el ring —se levanta y camina hacia la puerta. Antes de salir por completo se voltea y me mira—. Ah y... Jungkook —alzo la mirada—, no fue tu culpa, de seguro Taehyung lo entenderá. Solo tienes que lanzarlo sutilmente y no especificar detalles.

Mingyu cierra la puerta tras de sí y una sonrisa se dibuja en mi rostro. ¿Podré afrontarlo algún día?

Me gustaría saberlo.

Your Eyes Tell | TK 承Donde viven las historias. Descúbrelo ahora