Cap 55

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Con la ayuda de Felix habíamos sacado el ataúd de la iglesia.

El problema vino cuando nos dimos cuenta de que no había lugar a dónde llevarla y esconderla.

—Yo no puedo llevarla a la casa de mis padres —dijo Felix mientras manejaba.

—¡Jisung, tus padres! —dije con una sonrisa. —¿Cómo no se nos ocurrió antes?

—¿Entonces vamos a la casa de Jisung? —preguntó Felix.

—Si —le dije. —Gracias Felix, sin tí estaríamos perdidos.

—No hay de qué. Hay que agradecer que es muy tarde y no hay nadie en la calle porque si no se darían cuenta de que llevo un ataúd en el auto.

—Muchas gracias Felix, por lo visto ya sabías que yo había muerto —habló Jisung.

Nosotros estábamos en el asiento del copiloto, Jisung sentado sobre mis piernas y atrás, como pudimos, metimos la urna.

—Me enteré de eso a los pocos días, también me contaron que supuestamente Minho había perdido la cabeza y te imaginaba. Debo admitir que lloré cuando me enteré pero mamá me dijo que solo tu cuerpo había muerto y que Minho no te estaba imaginando —le dijo Felix. —¿Qué planean hacer? Yo no tenía ni idea de que existía esa cosa de los 40 años, ni lo del sacrificio.

—Nosotros tampoco, y no sé si mis padres lo sepan —dije yo —Por ahora no tengo muy claro lo que haré, leeré los libros que encontré allá abajo y lo más seguro es que vuelva a bajar para investigar.

—¿Vas a volver ahí? —me preguntó Jisung y yo asentí. —No me parece buena idea Min, ya tenemos los libros y sabemos todo.

—¿Cómo sabes que sabemos todo? No sabemos qué habían detrás de esas puertas y tampoco sabemos de dónde vino la sangre que ese hombre tenía por casi todo el cuerpo —le dije a Jisung.

—Pero es peligroso, casi no sales vivo de ahí —me dijo Jisung.

—Felix sé que es más fácil decirlo que hacerlo pero el domingo ni tú ni tu familia deben estar aquí —le dije y Felix asintió.

—No te preocupes por eso, ya nosotros tenemos los pasajes comprados hace rato y el domingo no íbamos a estar aquí —me respondió él.

—Que bueno.

Al llegar a la casa de los padres de Jisung busqué la copia de llave que siempre guardaban detrás de un gnomo de jardín.

Llevamos el ataúd hasta la cochera. Mañana tendremos que venir a hablar con los padres de Jisung, espero que no entren a la cochera antes que nosotros.

Le dimos las gracias a Felix quien nos llevó hacia nuestro hogar. Le prometimos mantener el contacto e ir informándole de todo lo que vaya sucediendo estos dias.

—Que noche —dije mientras cojeaba hasta el sillón y me quitaba la camiseta.

—Y si —dijo Jisung entrando a la cocina para después aparecer con un botiquín de primeros auxilios.

Mientras Jisung me curaba la herida en silencio yo me puse a pensar.

Quién diría que este pueblo que se la da de ser el más religioso en realidad sirve a satanás.
Son unos locos degenerados.

Si cada 40 años hacen esto y cada persona de Gimpo, sin excepción, debe estar presente ¿Entonces mis padres han asistido a esto?

¿Ellos sabían que yo era uno de los elegidos? He sido marginado toda mi vida, así como decía en el libro.

Mirarte dos vecesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora