—¡Se irán al infierno!
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—¿Por qué me estás abrazando?
—Tu fuiste el que puso su cabeza en mi regazo —me respondió Jisung —Cuando duermes pareces loco.
—No sé qué me pasa —le respondí mientras miraba a todos lados desorientado.
—¿Otra pesadilla?
—Creo que si... Solo puedo recordar lo último —le dije.
—Vamos a tener que ir a un brujo para que te cure.
—Estupido —le dije agarrando unas de las almohadas y lanzándosela en su cabeza.
—¿No crees que un psicólogo podría ayudarte con eso?
—Suenas a mamá que fastidio —le respondí mientras ponía mis ojos en blanco.
—No hagas eso —me dijo Jisung dándome una pequeña patada.
—Lo que digas patas chuecas —le dije y luego le saqué la lengua a modo de burla. —Son la 01:12 de la madrugada ¿Quieres ir a algún lado?
—¿Cementerio? —me preguntó él con una sonrisa.
—Cementerio —dije asintiendo en respuesta —Debemos llevarnos algo para comer.
—Si porque si no te pones como conejito enojado.
—Yo no me pongo así —le respondí y comencé a alistarme.
No era la primera vez que íbamos al cementerio y nos pasábamos la noche ahí, era algo casual en nosotros. Solo nos poníamos a caminar y a pensar en cómo pudieron haber fallecido esas personas, contábamos historias de terror... Cualquier cosa aburrida que se nos ocurriera.
El cementerio no quedaba muy lejos de aquí, solo unos 15 u 16 minutos y nos íbamos caminando, conocíamos un lugar donde podíamos pasar sin problemas, los guardias siempre se quedan dormidos así que no tenemos nada por lo cual preocuparnos.
—¿Ya hablaste con tus padres sobre irnos? —me preguntó Jisung mientras caminábamos con linternas en nuestras manos para no caernos de jeta en el piso.
—No... No les he dicho nada, pero creo que deben tener una idea sobre eso —le respondí —Tampoco se opondrán, saben perfectamente todo lo que sufrí.
—No puedo esperar a que llegue el día de irnos —dijo Jisung.
—Saldremos de aquí Sung, te lo prometí y lo cumpliré —le respondí —Stephen Jang... 1954 - 1990 —dije cuando me detuve a ver una de las tantas lápidas que nos rodeaban.
—Ojala salga y te jale las patas —me dijo Jisung para después darme un pequeño empujón, casi choco con la lápida de esa pobre alma viajera.
—No hay peor cosa...
—Que la mente humana —completó Jisung.
—¿No te gustaría estudiar psicología forense? Seríamos un buen equipo —le dije y él no respondió —Nunca hablas del futuro, solo dices que saldremos de este maldito pueblo y ya ¿Que harás después?
—No lo sé Minho, no me gusta pensar más allá, quiero dejar que todo fluya —me dijo él retomando nuestro paseo.
—Me estresa lo calmado y relajado que eres aveces... Es eso o es que luchas con tus propios demonios sin que yo me entere —le dije siguiéndolo mientras miraba hacia el suelo para lo caerme.
—Tu crees que luchas con los tuyos y lo único que haces es hacer como si no existieran, te siguen como una sombra pero siempre los dejas detrás y no giras tu cabeza para verlos —habló Jisung.
—¿Se te metió un espíritu? Ya te pusiste raro otra vez.
—Estupido, ¿Cómo harás cuando muera? —dijo Jisung deteniendo sus pies y girando para verme.
—Si te mueres te revivo y te mato.
—¿Ves? No puedes vivir sin mi —dijo con una sonrisa y siguió caminando.
—Yo nunca he dicho lo contrario —dije en voz baja para que ese engreído no me escuchara.
—Vamos por allá —dijo Jisung señalando hacia un camino que iba en sentido contrario al cual estábamos yendo.
—¿Para qué? Así estamos bien —le respondí.
—Aburrido —me respondió él.
—¿Te imaginas que nos salga la llorona?
—¿Cómo no está deshidratada? Se la pasa llorando todo el día y toda la noche —dijo Jisung con una cara seria.
—Seguro bebe mucha agua —le respondí y el rió. Hacía frío lo cual hacia que sus mejillas y la punta de su nariz estuvieran coloradas... Se ve muy lindo asi.
Jisung en apariencia no ha cambiado mucho, tiene sus mismos ojos, la misma forma de nariz y sus mejillas siguen siendo igual de regordetas; lo que más cambio tuvo fue su cuerpo, en ese aspecto se parece mucho a su papá. Cintura pequeña, brazos tonificados, piernas largas, buen trasero...
Jisung siempre me dice que yo en un solo día cambié mucho. Desde su operación siempre me lo ha dicho pero no sé si se refiere a lo físico, creo que habla más de mi personalidad y sentimientos. Desde ese día siempre me he sentido culpable por lo que le pasó, él me repite que no es mi culpa pero no puedo creerle. Dice que le encanta mi sonrisa, que eso es algo que nunca cambió ni cambiará en mi.
—Vamos a sentarnos —me dijo Jisung sentandose debajo de un gran árbol que había en el cementerio, abrió su bolso y sacó algo de comida.
—Ya me estaba picando el hambre —le dije sentandome a su lado.
—¿Te estaba picando el culo? ¿Te lo rasco?
—Yo te toco el culo a ti y te dejas no al revés —le dije dándole un pequeño empujón y luego de eso reímos.
—Ojala te vaya bien con esa chica de la universidad, a ver si teniéndola a ella dejas de tocar mi culo —dijo Jisung mientras comía una barra de chocolate.
—Veremos.
Y ahí nos pasamos el resto de la noche, le conté cosas de la universidad, hablamos y especulamos sobre Stephen King, de la franquicia del conjuro, de la ouija... Lo normal en nosotros. Era muy divertido, siempre hacíamos chistes sobre cualquier estupidez y me sentía bien.
Yo tengo otros amigos en la universidad pero ninguno como Jisung, él si es una amistad verdadera verdadera y daría mi vida por él si fuera necesario... Al final del día solo nos tenemos el uno al otro y al vivir el mismo acoso nos entendemos a la perfección.
Nuestros padres lo intentan pero no es lo mismo si no lo vives en carne propia.

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Mirarte dos veces
Teen FictionMinho un hombre de 23 años y su mejor amigo Jisung de 20 viven en Gimpo, un lugar donde solo se han encargado de quitarle sus colores a toda costa, pero esos chicos siguen luchando por ser libres... A pesar de vivir en una jaula de cristal. Minho y...