Moonchild

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Todas las noches se podía observar a ese chico misterioso que aparecía en la Luna llena. Era como un reflejo de la Luna en ese lago lleno de tristeza. Su piel canela era iluminada por su luz mientras que unos hermosos hoyuelos se dibujaban en sus mejillas, antes de sonreír y desaparecer.

Había una chica la cual solía estar triste. Sentía que no pertenecía a este mundo tan cruel lleno de injusticias, mentiras y pesadillas. La chica soñaba en alto, quería escapar de esa realidad en la que no era aceptada.

Todas las noches, ella se encontraba con ese chico entre las tinieblas. Más bien, se escondía entre los arbustos del lago para no ser descubierta, pues temía que el chico el cual ella admiraba, desapareciera sin dejar algún rastro. Su corazón se calentaba al verlo llegar y sentarse frente el lago.
El chico solía tocar las aguas pacíficas con las yemas de sus dedos y tararear una canción constantemente. Solía llevar un abrigo azul claro el cual hacía juego con su cabello blanco y sus ojos oscuros. Él, simplemente era como el Ying y el Yang; su luz se reflejaba en el exterior pero sus ojos oscuros eran una caja de Pandora llena de secretos oscuros y silenciosos, aquellos que solo puedes escuchar si tu alma termina en ellos.

"Creo que estoy comenzando a sentir cosas por él y ni siquiera lo conozco."

La chica no faltaba a ninguna de sus citas con ese chico. Solo que él no lo sabía pero para ella, escuchar su voz ronca entre todo ese silencio era como si una brisa cálida cubriera su corazón. No sabía por qué durante las noches, mientras sus lágrimas caían descontroladamente por sus mejillas, sentía esa misma sensación alrededor de ella. Sentía como ese calor la cubría por completo haciendo que su respiración se regulara y sus ojos cerraran.

Lo que ella no sabía era que ese chico ya sabía de su existencia. La sonrisa del chico aumentaba cuando sentía la presencia de la chica en aquel lago. Se sentía amado y de alguna manera, su presencia llenaba la soledad que lo había estado acompañando durante años.

El alma del chico vagaba por ese mismo lago desde años atrás. Él desde las sombras, anhelaba sentir ese calor mundano y ese tacto que podía ver desde lejos. Soñaba con sentirse nervioso o ansioso al ver a la persona de la cual estaba enamorado. Quería sentir su corazón latiendo desenfrenadamente mientras corría o la abrazaba. Pero solo era un chico creado por la Diosa Luna, condenado a amar desde lejos y a proteger desde las tinieblas. Él deseaba ser humano, él deseaba ser amado.

—¿Por qué no puedo ser un chico normal? ¡Por qué me haces sufrir tanto! —el chico lloraba mientras la luz de la Luna lo iluminaba. Daba golpes en su pecho mientras todo lo que podía hacer era llorar y aceptar la realidad. Él jamás sería un humano y esa era su condena por haber amado.

Una noche, un deseo se cumplió mientras que otro se enredó. Los hilos de deseo que colgaban por todo el mundo fueron removidos y uno fué retirado. El hilo rojo fue separado mientras que uno solitario se unió a otro infinito.
Sus almas estaban unidas por el destino y sus deseos fueron escuchados.

Esa noche, la chica fué a buscar a el chico de las sombras que siempre estaba en el lago. Sintió como su corazón se estrujó dentro de su pecho al ver que el chico ya no estaba en ese lugar. Buscó desesperada con la mirada, pero solo encontró un lago común y corriente, vacío en soledad.

—¿Se fué? —los sollozos se hicieron más fuertes mientras que su pecho dolía. De alguna manera sabía que algo estaba mal, pero solo podía pensar que había quedado sola en este mundo nuevamente.

Se acercó a la piedra solitaria donde solía sentarse el chico a cantar y tomó asiento. Con sus puños apretados y sus ojos cristalizados, decidió murmurar la canción que él solía cantarle. Estiró su mano para tocar el lago con las yemas de sus dedos mientras una sonrisa se formaba en sus labios. El dolor en su corazón no había desaparecido pero de alguna manera, lo manejaba para poder sonreír.


Unos brazos cálidos la rodearon por completo al igual que como solía recordar ese calor en su corazón cuando lo veía. Sus manos tocaron los brazos que la rodeaban y su corazón comenzó a acelerarse nuevamente. Volteó su cabeza y volvió a encontrarse con esos ojos oscuros que había amado desde hace mucho. Su cálida sonrisa hizo que su corazón diera un brinco desenfrenado y estaba atónita.

Namjoon acarició su cabello y tomó su mano para juntarla con la de ella. Dejó un cálido beso en el dorso de su mano para mirarla nuevamente y con la otra mano acunar su rostro.


—No llores, ya estoy aquí. —sonrió para tomarla entre sus brazos y poder abrazarla. Sentir como su corazón latía por primera vez desenfrenado, la calidez del cuerpo de la chica contra el suyo y esas mariposas en el estómago, lo hicieron sonreír por lo bajo y apretar más su agarre contra ella.


Más bien aquella noche se cumplieron dos deseos y se unieron dos hilos del destino. La Luna le sonrió a ambos desde arriba para ocultarse nuevamente bajo las nubes. Una estrella fugaz adornó el cielo oscuro lleno de muchas otras diminutas. Era el símbolo de una promesa, de un amor y de una unión.

El hijo de la Luna estaba completo y ya no sentiría ese vacío en su corazón.

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𝑰𝒎𝒂𝒈𝒊𝒏𝒂 𝑩𝑻𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora