CAPÍTULO SEIS: ¡Fiesta!

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Por la tarde se encontraron con los chicos tal y como habían quedado. Fueron a la playa y lo pasaron muy bien. Los dos grupos congeniaban realmente bien. Se contaron lo que hacían, y resultó que los chicos también tenían mucha relación con el mundo de la música. Nia y Gèrard parecía que se conocían de otra vida, Eva y Flavio tenían gustos muy parecidos, y Samantha y Hugo parecían hermanos. Se creó una conexión entre todos muy fuerte.

- Oye, ¿vamos de fiesta hoy? – preguntó Hugo.

- ¡Síííí fiesta! – exclamó Maialen.

Decidieron ir a una discoteca que había en el pueblo donde los chicos tenían la casa alquilada. Para estar más cerca, quedaron en cenar en la casa de los chicos, que se comprometieron en prepararles la cena. Las chicas fueron a su casa a cambiarse.

-Oye, me caen genial esos chicos, ¿pero mañana os apetece tomarnos una tarde de chicas y vamos de compras? – dijo Nia, que no había creado ningún vínculo con ellos más allá de la amistad.

- ¡Por mi perfecto! – contestó Samantha. Aunque le encantaba pasar ratos con Flavio, había venido con sus amigas de vacaciones, así que no quería dejarlas de lado por un chico.

Todas accedieron, y cuando estuvieron listas fueron hacia el coche para ir a casa de los chicos. Tardaron menos de diez minutos.

Llamaron a la puerta de la dirección que les habían dado, era una casa pequeñita, pero tenía un jardín con una enorme mesa donde cabrían todos. Hugo les abrió la puerta y pasaron al jardín. Los otros chicos estaban por allí bebiendo cerveza y charlando. Al verlas llegar se saludaron todos con dos besos, como si hiciera mucho rato que no se veían. Samantha nunca entendería esas convenciones sociales, por las que si te arreglas te tienen que saludar formalmente, pero lo hizo. Los saludó a todos y dejó al chico moreno con gafas para el final. Cuando se acercó a él Flavio la repasó de arriba abajo. Llevaba un vestido negro corto, se había planchado el pelo y se había puesto un poco de maquillaje. Estaba espectacular.

-Estás muy guapa Samantha. – dijo el chico mientras le daba dos besos más largos de la cuenta.

-Muchas gracias Flavio. – contestó ella divertida.

Cenaron la barbacoa que habían preparado los chicos y se rieron mucho. No dejaron de beber en ningún momento. Cuando terminaron, Anajú inquirió:

- Oye enseñadnos la casa, ¿no?

-No te creas que hay mucho, solo hay cuatro habitaciones y Gèrard y Bruno tienen que dormir juntos.

Aun así, Hugo y Flavio les enseñaron la casa. En el piso de abajo había el salón-cocina que daba al jardín y un baño. Arriba se encontraron los dormitorios. Cuando llegaron al de Flavio, Samantha se sorprendió de lo ordenado que estaba. Era el único que tenía la cama hecha, y nada estaba fuera de su sitio. Observó que tenía una guitarra en un rincón.

- ¿También tocas la guitarra? – preguntó refiriéndose al instrumento que había visto.

-Yo toco muchas cosas. – le respondió el chico pícaramente sin que nadie más que la rubia de ojos azules pudiera escucharlo.

-Míralo él. – le contestó Samantha.

Después del tour por la casa volvieron con los demás, y al rato decidieron ir hacia la discoteca. Cuando llegaron, la mayoría ya llevaba unas cuantas copas de más. Las chicas se pusieron a bailar como si no hubiera un mañana en la pista de baile. Los chicos, se movían más a su ritmo. De repente, Eva y Rafa se acercaron y empezaron a liarse, y Anajú y Hugo empezaron a bailar muy pegados. Samantha supo que era el momento de ir a buscar a Flavio. Se acercó a su cuerpo y le empezó a dar besitos en el cuello. El chico la envolvió con sus brazos.

- ¿Bailas conmigo? – le preguntó Samantha mientras se empezaba a mover sensualmente delante del chico.

-No sé bailar. – contestó él secamente.

-Yo tampoco, pero podemos intentarlo y así estamos cerca. – dijo ella bajando sus manos peligrosamente hacia las nalgas del chico.

-No me gusta hacer eso en público, Samantha. – la cortó.

-Ay Flavio, no me seas seta. – dijo ella.

A Flavio le dolió el comentario de Samantha. Toda su vida le habían dicho que tenía que ser más extrovertido, relacionarse más con la gente y dejar atrás su timidez y seriedad. Hasta ese momento, con Samantha, no se había sentido el chico introvertido que siempre le recuerdan que es. No sabía qué le había pasado, pero con aquella chica rubia le había sido realmente fácil relacionarse. No había sentido ningún tipo de presión para ser quién no era. Y parecía que a Samantha le gustaba cómo era. Pero cuando le soltó ese comentario, se dio cuenta de que nunca estaría a la altura de las expectativas de la gente. Ni siquiera de las personas a quienes parecía gustar.

-He dicho que no. – dijo el chico, dejando la pandilla atrás y dirigiéndose a la terraza de la discoteca.

Samantha se quedó a cuadros. Cuando se había acercado a Flavio, él la había abrazado y parecía receptivo. Pero de repente lo había mandado todo a la mierda. Como siempre. ¿Por qué no entendía cuando tenía que parar? Si ya le había dicho que no, ¿por qué lo presionaba? Su falta de filtro para decir las cosas le había costado relaciones más de una vez. Pero no quería permitirse que eso le pasara con Flavio. Así que sin pensárselo mucho salió tras él. 

Cayó una cometa (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora