CAPÍTULO DIECISIETE: Ya estás aquí

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Era domingo. El viernes habían vuelto de vacaciones. Samantha estaba aparcando su Fiat 500X en un párking del centro de Barcelona, cerca de la dirección que Flavio le había dado. El chico había alquilado un piso con Hugo en una zona bastante céntrica de Barcelona. Hugo había encontrado trabajo como cocinero en un restaurante bastante conocido, y quedaba cerca del piso. Flavio, por su parte, apostaba fuerte por una oportunidad en el mundo de la música, con una empresa importante que impulsaba artistas emergentes. Al día siguiente tenía la reunión para empezar a trabajar con ellos. Y Samantha, a las diez de la mañana de aquel domingo, se dirigía al piso que habían alquilado los chicos para ayudarles con la mudanza y a empezar sus nuevas vidas. Estaba nerviosa, no podía negarlo. Le apetecía mucho ver a Flavio, pero se le hacía extraño verlo en un contexto distinto al de las vacaciones. 

Cuando llegó al portal, vio un camión de mudanza aparcado en doble fila. Avistó a Hugo desde lejos. Anajú, que también había ido a ayudarles, salió del portal. 

-¡Hola Sami! - le dijo su amiga dándole un beso en la mejilla. 

-Hola. - contestó ella sonriendo. - Hola Hugo. - dijo ahora dirigiéndose al chico rubio que se acercaba a ella con los brazos abiertos. Samantha lo abrazó. 

-¡Pero bueno Samantha! - le dijo el chico estrujándola. Y por encima del hombro de Hugo Samantha vio que Flavio saltaba del camión. Llevaba una camiseta manga corta de color gris y un pantalón tejano negro, con unas vambas Nike también negras. Estaba guapísimo, y no dejaba de mirarla sonriendo mientras se acercaba a ella. 

Cuando Flavio escuchó a Anajú saludar a Samantha salió del fondo del camión tan rápido como pudo, y al bajar la vio mirándole desde los brazos de Hugo. El chico sintió que su corazón le daba un vuelco. Se acercó a ella, la envolvió en sus brazos sin dejar de sonreir y la levantó del suelo. 

-¡Hola preciosa! - dijo dándo vueltas con Samantha en sus brazos. 

-¡Ya estás aquí! - exclamó ella. Flavio dejó de dar vueltas y se separó un poco para mirarla. Juntaron sus frentes. 

-Ya estoy aquí. - corroboró él. Y ambos sintieron una necesidad que ya conocían bien, y dudaron unos instantes sobre si satisfacerla o no, pero finalmente lo hicieron, y acortaron la poca distancia que quedaba entre ellos para fundirse en un beso. 

-Pero que monos... - dijo Hugo mirando la escena. - Parece que no se hayan visto en años. 

-Cállate anda, que tu has hecho lo mismo con Anajú. - soltó Flavio dándole una patada en el culo a su amigo. 

Todos se rieron, y enseguida volvieron al trabajo. Empezaron a sacar cajas del camión y a llevarlas arriba, con la ayuda de los chicos de la compañía de mudanzas. Cuando terminaron de descargarlo todo empezaron a montar los muebles y a colocar las cosas. El piso estaba muy bien arreglado, tenía tres habitaciones, un baño, una cocina, un salón-comedor, un pequeño cuarto en la entrada donde pondrían unas estanterías a modo de librería y al ser un bajo tenía un patio interior, con una pequeña puerta donde cabía la lavadora y los utensilios de limpieza. Flavio y hugo cogieron las dos habitaciones grandes, en la pequeña montarían una habitación de invitados. Hugo se quedó la habitación con la puerta al patio interior y Flavio la habitación con la ventana a la calle.

Se repartieron los espacios y el trabajo: Flavio y Hugo empezaron a montar cada uno las cosas de su habitación, mientras las chicas empezaron a montar los muebles del comedor. Sobre las dos del mediodía decidieron pedir comida, almorzaron y después siguieron montando la casa. A las siete de la tarde habían terminado. Anajú y Samantha, exhaustas, se tiraron al sofá que habían montado unas horas antes, y Flavio les ofreció unas cervezas que aceptaron encantadas. Flavio se sentó al lado de Samantha y le pasó el brazo por la espalda.

-Pues os ha quedado bien bonita. - dijo Anajú observando el piso. 

-Sí... Pero si no os importa lo de enseñaros Barcelona ya lo dejamos para otro día, que creo que estamos todos un poco cansados. 

-Pues sí. - dijo Hugo. - Oye, deberíamos ir a comprar algo de comida para sobrevivir, ¿no? 

-Joder Hugo, déjame descansar un poco ¿no?

-Tranquilo, ya voy yo. ¿Me acompañas Anajú?

La chica se quejó con la mirada, pero finalmente accedió. Flavio y Samantha se quedaron solos. 

-¿Quieres estrenar mi cama durmiendo conmigo esta noche? - preguntó el chico.

-Me encantaría, pero le prometí a mi hermana que cenaría con ellos hoy. Además mañana tengo mucho trabajo y no debería llegar tarde. 

-Ya, yo tampoco debería llegar tarde mañana de hecho. 

-¡Es verdad, tu reunión! - exclamó Samantha. - ¿A qué hora la tienes?

-A las diez y media. 

-¿Estás nervioso? 

-Un poco. Prefiero no hablar de ello que no quiero gafarlo. 

-Vale, pues mañana cuando la hayas hecho ya me cuentas todos los detalles.

-Vale. - sentenció él con un beso en los labios. - Quizás durmiendo no, pero ¿quieres estrenar mi cama de otra forma? - Samantha sonrió y le respondió con otro beso. 


Cayó una cometa (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora