CAPÍTULO OCHO: Tarde de chicas

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A la mañana siguiente Samantha se despertó envuelta en los brazos de Flavio. Pensó que era maravillosa la sensación de levantarse sintiendo su torso desnudo detrás del suyo. Se giró y lo abrazó de cara mientras le depositaba suaves besitos en el cuello. El chico se despertó y le devolvió el abrazo a Samantha con una sonrisa en la cara. Se separó un poco y miró el reloj del móvil. La una y diez.

Se levantaron y bajaron al piso inferior. Se encontraron a Gèrard y Rafa en la cocina.

-Buenos días. – dijo Rafa.

-Buenos días. – respondieron ellos.

- ¿Y Hugo y Bruno? – preguntó Flavio.

-Hugo se fue con las chicas, Bruno sigue durmiendo. – contestó Rafa.

- ¿Y hay alguna chica de mi casa por aquí? – preguntó Samantha mirando a Rafa, sabiendo que era una posibilidad que Eva hubiera pasado la noche con él.

-No, Eva iba muy borracha y se fue a dormir a tu casa. – contestó el chico.

-Vaya.

- ¿Te llevo a casa? – pregunto Flavio a Samantha.

-Sí, vamos. – respondió la chica. – Adiós chicos.

Subieron al coche que estaba aparcado frente la casa, un Volkswagen Golf gris. Mientras Flavio conducía puso una mano en el muslo de Samantha, que ella cogió. Cuando llegaron aparcó delante de la casa de la muchacha.

- ¿Nos vemos luego? – preguntó Flavio.

-No puedo, hemos quedado para hacer tarde de chicas y nos vamos de compras. – contestó ella. – Os decimos algo por la noche, ¿vale?

-Vale. – aceptó el chico.

Samantha se desató el cinturón y se giró para mirar a Flavio. Éste se acercó a ella y se besaron una última vez.

-Adiós guapo. – dijo ella.

-Adiós bonita. Dile a Hugo que salga que le llevo si quiere. – contestó él, a lo que Samantha asintió antes de cerrar la puerta del coche.

Samantha entró en casa y se encontró a Maialen leyendo en un sofá de la sala del piano. Al escucharla esta alzó la vista.

-Pero bueno, si ha llegado la desaparecida. – dijo riendo. Samantha se acercó a darle un beso. – Qué pintas me llevas boniti.

Samantha se miró al espejo. Llevaba el mismo vestido que la noche anterior, el pelo revuelto y la cara medio desmaquillada.

-Cállate anda. – le dijo a su amiga.

- ¿Cómo ha ido?

-Muy bien la verdad, estoy muy a gusto con él.

-Se te nota.

- ¿Siguen durmiendo las otras?

-Sí, menos Anajú que está con Hugo desayunando en la cocina.

-Genial, pues voy a avisarle que Flavio le espera fuera.

Samantha dio un último beso a Maialen en la cabeza y se dirigió a la cocina. Allí se encontró a Hugo y Anajú sentados en la mesa, ella estaba riendo a carcajada limpia por algo que el chico habría dicho.

- ¡Hombre Samantha! – exclamó el chico cuando la vio entrar. – Buenos días.

-Buenos días a vosotros también. Flavio te está esperando fuera, dice que te lleva si quieres. – le dijo Samantha.

-De puta madre, pues me voy. – dijo él levantándose. Se acercó a Anajú y le plantó un beso en los morros. – Adiós preciosa. – pasó por el lado de Samantha y le dijo a esta: - Nos vemos.

-Hasta luego Hugo. – contestó ella.

Cuando el chico desapareció por la puerta Samantha se quedó mirando a su amiga que tenía una taza de café en las manos.

- ¿Qué? – le dijo Anajú riendo.

-No, nada, nada. – respondió Samantha riendo también. – Voy a ducharme. – y también salió de la cocina.

Cuando ya habían pasado todas por la ducha y se habían quitado del cuerpo todos los restos de la fiesta de la noche anterior, las cinco amigas decidieron comer algo. Después del almuerzo se tumbaron un rato a echar la siesta, leer o simplemente no hacer nada, y sobre las cinco de la tarde se dirigieron a la ciudad más cercana para ir de compras.

Cuando llegaron, empezaron a entrar a tiendas y se compraron bastantes cosas. Samantha se compró un vestido y unas gafas de sol; Eva compró una camiseta, un pintalabios y un bikini; Maialen se compró unas sandalias preciosas; Anajú optó por una mochila y una blusa veraniega; y Nia se compró una chaqueta y unos shorts. Se lo pasaron en grande y se rieron mucho. Samantha agradeció la propuesta de Nia de pasar un rato de chicas, a todas les sentaba genial pasar ratos juntas. Cuando ya eran casi las ocho de la tarde se encaminaron hacia al coche otra vez.

- ¿Os apetece si hoy vemos una peli de tranquis y no hacemos fiesta? – preguntó Eva que todavía tenía resaca.

-Por mí genial. – dijo Anajú, a lo que todas asintieron. - ¿Invitamos a los chicos?

-Por mí pueden venir. – contestó Nia.

-Por mí también. – dijo Mai, y las demás también estuvieron de acuerdo.

-Le mando un mensaje a Hugo entonces. – concluyó Anaju.

Al llegar al coche dejaron todo lo que habían comprado en el maletero y se subieron. Pusieron música y cantaron todas juntas "Girls just wanna have fun", que era como el himno del grupo de amigas. 

Cayó una cometa (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora