CAPÍTULO ONCE: Noche de cita

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A la mañana siguiente Samantha se despertó al lado de Flavio como tantas noches aquella semana. Le dio un beso a la mano que la estaba agarrando por debajo del cuello, y escuchó su voz grave al despertarse.

-Buenos días. – le dijo él.

-Buenos días. – contestó ella girándose para verle la cara.

Se quedaron un rato abrazados, sin prisa para levantarse. Cada día se sorprendían más de lo cómodos que estaban el uno con el otro. Pensando en eso, Samantha rompió el silencio.

-Oye. – Flavio la miró. - ¿Te apetece que hagamos algo los dos solos hoy? Podríamos ir a cenar o algo. – el chico sonrió.

- ¿Me estás proponiendo una cita Samantha?

-Puede. – dijo ella hundiendo la cara en el pecho de él.

-Me encantaría ir a cenar contigo.

Sonrieron los dos. Después de un rato más abrazados en la cama, se levantaron, se ducharon juntos y fueron a la cocina a desayunar con sus amigos. Estaban todos menos Eva, Anaju y Rafa.

- ¡Buenos días a todos! – exclamó Samantha cogiendo un donut.

-Mira quién se ha levantado contenta. – dijo Maialen.

-Muy contenta, pero quizás no tanto como tú, ¿no? – dijo Samantha dándole un beso en la mejilla y refiriéndose a lo que habían descubierto la noche anterior. Gèrard, Nia y Flavio se rieron.

- ¿Pero y tú como lo sabes? – preguntó ella extrañada.

-Pues ayer por la noche Flavio y yo queríamos tomarnos un baño y, bueno, digamos que nos dimos cuenta de que estaríamos interrumpiendo algo.

-Dios mío que vergüenza. – dijo ella tapándose la cara.

- ¿Qué está pasando? – preguntó Hugo sin entender nada.

-Nada, que ayer Bruno y Maialen se lo pasaron muy bien en la piscina. – explicó Flavio.

- ¡No jodas! – gritó Hugo riéndose.

Los chicos desayunaron entre bromas, se despidieron hasta por la tarde, que fueron a la playa. Sin darse cuenta llegó la noche y la cita de Flavio y Samantha. Habían quedado que Flavio la pasaría a recoger y Samantha lo guiaría hasta el restaurante que había escogido. La chica se puso un vestido arrapado de cuadritos blancos y negros, se planchó el pelo y se maquilló un poco. Flavio, por su lado, se puso un polo azul y un pantalón largo de color negro. Cuando se encontraron se abrazaron.

-Qué guapa estás, Samantha.

-Tú también estás muy guapo Flavio.

-Bueno, ¿a dónde me llevas?

-A un restaurante precioso del pueblo de al lado. Te gustará, ya verás.

Se montaron al coche, Flavio le puso la mano al muslo y Samantha se la cogió. Cuando llegaron, aparcaron y caminaron de la mano hasta una plaza muy bonita, con todas las edificaciones de piedra, y se sentaron en la terraza de un restaurante que daba al mar.

-Qué bonito. – dijo Flavio.

-Sí, ¿verdad?

- ¿Vienes mucho por aquí?

-Antes venía más, con mis padres y mi hermana. Ahora que ya no vivo con ellos y no tengo tanto tiempo no vengo tanto. Me apetecía mucho venir este año.

-Y no sabes cuánto me alegro de que hayas venido. – dijo Flavio cogiéndole la mano. Samantha sonrió.

Pidieron la cena. Decidieron compartir una ensalada, Samantha escogió un plato de espaguetis con setas y foie y Flavio un entrecot con queso roquefort. Se lo comieron todo charlando sin parar, mirándose a los ojos, sonriendo, sonrojándose, riéndose a carcajadas. Cuando llegaron a los postres, pidieron helado. Samantha se lo comió sin morderlo, y quedó con los labios llenos de chocolate. Flavio soltó una carcajada.

-Por dios Samantha. – le dijo mientras esta se limpiaba mal la cara. – Ven, te ayudo. – y se lo terminó de limpiar él.

-Ay gracias Flavio. – le sonrió. De la nada, él soltó:

-Me gustas mucho Samantha. – y sonrió. No se arrepentía para nada de haberlo dicho. Ella volvió a sonreir.

-Y tú a mí. – le cogió de nuevo la mano.

Después de pagar, se levantaron y se acercaron a la playa para ver el mar. Se besaron y se abrazaron, en silencio, pero muy a gusto. Siempre estaban muy a gusto el uno con el otro. Miraron al cielo. Había muchas estrellas. De repente Samantha, sin dejar de mirar al cielo, exclamó:

- ¡Mira Flavio! ¡Una estrella fugaz! - Flavio se rió. - ¿De qué te ríes? 

-Un cometa. 

-¿Qué pasa?

-Nada, que cayó un cometa, y si no se nos hubiera caído una cometa hace unos días en la playa, nunca te habría conocido. Me ha hecho gracia. - dijo él. 

Samantha sonrió y lo abrazó más fuerte. 

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¡Hola! Muchas gracias por las casi 1000 lecturas. 

Creo que las vacaciones van a acabar pronto, porque tengo pensado como seguir luego pero me estoy quedando sin ideas para el período de vacaciones. 

¿Os está gustando de momento? Me encantaría saber vuestras opiniones. 

Gracias por leerme!

Cayó una cometa (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora