Flavio no se movió ni un milímetro. Su cerebro iba a cien por hora intentando procesarlo todo. Después de pronunciar aquella frase, Samantha había vuelto a llorar, y Flavio solo la miraba. Estuvieron un rato más así, sin tocarse, sin moverse, sin decir nada. Cuando consiguió apaciguar su llanto, Samantha volvió a hablar:
-No sé... - empezó. - Yo estoy bien como estoy. Ni siquiera sé si quiero el trabajo...
-Sí que lo quieres. - la cortó Flavio, mirándola por primera vez.
-¿Qué? - respondió ella confundida.
-Que sí que lo quieres, Samantha. Claro que lo quieres. Si no, no estarías así.
Samantha no dijo nada. Quizá Flavio tenía razón. Quizá sí quería el trabajo y por eso se había puesto de esa forma. Estuvieron un par de minutos más en silencio.
-¿Cuándo tienes que dar una respuesta definitiva? - dijo Flavio.
-La semana que viene.
-¿Y cuándo te irías?
-No Flavio, no sé si quiero... - volvió a decir.
-Samantha. - la cortó. - Solo dime una cosa. - Samantha le miró. - Si no estuvieras conmigo, ¿aceptarías el trabajo?
Samantha no fue capaz de decirle que sí, que si no estuviera en una relación con él se iría a Estados Unidos sin pensárselo dos veces. Y que no respondiera fue suficiente respuesta para Flavio, que dijo lo que Samantha, en su interior, ya sabía que diría.
-No puedo dejar que renuncies a algo así por mi, Samantha.
TRES DÍAS DESPUÉS
Samantha se dirigía con su coche a las oficinas de Inspira. Habían pasado tres días desde aquella conversación con Flavio. Desde que se fue de su casa diciéndole que no se perdonaría que no cogiera el trabajo, no había vuelto a hablar con él. En esos tres días prácticamente no había dormido, ni comido, ni sonreído.
Había quedado con sus amigas para ver si la ayudaban a aclararse un poco la cabeza, pero de nada sirvió. Trataron de animarla, dándole unos consejos muy poco útiles como que hiciera lo que le decía el corazón. Hacía unos meses que su corazón solo decía el nombre de Flavio, pero obviamente tenía que plantearse esa oportunidad.
Al principio estaba triste, sin saber muy bien por qué. Luego su tristeza evolucionó a enfado. Enfado con Javy, por proponerle esto ahora, que sabía que su vida estaba perfectamente en orden. También estaba enfadada con ella misma, por no haber sido capaz de decir exactamente lo que sentía en las dos conversaciones de aquel día, primero con Javy y después con Flavio. Pero sobretodo, estaba enfadada con Flavio.
¿Cómo que "no puedo permitir que renuncies a esto"? Cuando Flavio le soltó eso, Samantha entendió que por el momento no lo sacaría de sus casillas y que con todo lo que le dijo después solo pretendía reafirmarse en su posición. Le llegó a soltar cosas como "solo llevamos cinco meses, no puedes dejar que una parte tan breve de tu vida influya en una decisión así", o "no podré perdonarme si no lo aceptas". Y la que más repitió: "lo estoy haciendo por ti".
¿Por ella? No lo hacía por ella, lo hacía por él. Si le pedía que se quedara estaría siendo un Flavio que no quería ser, así que no, no lo hacía por ella. Durante toda la conversación, Flavio había hablado como si lo único que influía en esa decisión fuera él. Samantha tenía claro que en aquella relación participaban los dos, pero parecía que él no. Lo que más rabia le daba era que sabía que lo hacía con la mejor intención, porque así era Flavio, y por eso se había enamorado de él. Con todas estas conclusiones, aquel día Samantha entró en Inspira con una idea clara en la mente.
Por su parte, Flavio se había pasado los mismos tres días prácticamente sin salir de su habitación. No le apetecía nada hablar con Hugo, su última conversación había sido el día anterior, cuando Hugo entró en su oscura habitación para llevarle algo de comida. Había ocurrido tal que así:
-Illo, no puedes dejar que se vaya así, por lo menos habla con ella... - le había dicho su amigo, mirándole con pena.
-Que no Hugo, que si hablo con ella no la dejaré ir.
-Pero porque no quieres que se vaya...
-Claro que no quiero que se vaya, pero no puedo ser la persona que le impide conseguir sus sueños. La quiero demasiado.
Y le había cerrado la puerta en los morros. Cada vez que hablaba con él le dolía, porque se daba cuenta de lo mucho que la quería y de como deseaba que no se fuera.
El anuncio de su single con Pablo Lopéz había quedado completamente en segundo plano. Por suerte habían programado la publicación de la portada y se iba a subir automáticamente, porque si hubiera dependido de él, a las doce de la noche del día que tenía que salir se encontraba acurrucado en su cama llorando sin ningún consuelo. Desde el anuncio todo había ido genial, había subido algunos miles de seguidores y aunque tuvo que hacer alguna entrevista para darse a conocer e interactuar un poco por redes sociales, le pidió, o más bien le ordenó, a Anne que lo reprogramara todo para hacerlo desde casa.
Con respeto a Samantha, sabía que no la había tratado muy bien durante su conversación y que había dicho cosas que le habían dolido hasta a él. Pero si no lo hubiera hecho así, le hubiera pedido que no aceptara el trabajo. Y no quería hacer eso. Porque no era un trabajo que pudiera no gustarle, era el trabajo de sus sueños, y como le había dicho a Hugo, la quería demasiado para ser el obstáculo que le impidiera conseguirlo. Aunque eso le dejara a él con ganas de tirarse por el balcón.
Se había planteado incluso irse con ella, pero su carrera estaba empezando y también era su sueño. Seguirla sería tirar el suyo por la borda. Eso todavía lo hacía mantenerse más firme en su idea. Entendió que si seguían juntos uno de los dos estaría renunciando a su sueño, y aunque se querían como nunca habían querido a nadie, Flavio sabía que no era justo.
Durante esos tres días Anajú también había intentado hablar con él en alguna visita que le había hecho Hugo. Había tratado de explicarle que Samantha estaba tan en la mierda como él, y que todavía no había aceptado el trabajo, pero Flavio no quiso escucharla. Porque de nuevo, tenía claro que saber de ella solo lo haría correr a su casa y pedirle que se quedara. "Solo tienes que aguantar una semana, Flavio", se decía a si mismo para convencerse de que si no la iba a buscar en esa semana acabaría aceptando el trabajo.
Aquella tarde Hugo se había despedido de él para ir a trabajar, gritándole desde el pasillo. Flavio no se molestó en contestarlo. Escuchó cerrarse la puerta, y en menos de dos minutos llamaron al timbre del rellano. "Se habrá dejado las llaves", pensó Flavio. Fue hacia la puerta con la cara de culo que llevaba desde hacía tres días y la abrió. Y todos los esquemas mentales que se había hecho se volvieron humo al ver quién estaba allí.
-¿Samantha?
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Bueeeeenoooooooo pues nada...
Espero de verdad que os esté gustando, aunque reconozco que los dos últimos capítulos son para arrancarse los pelos creo que eran necesarios para darle un giro. Lo tengo escrito desde hace unos días y la verdad es que me moría por publicarlo ya.
Quería plasmar la idea de que a veces las relaciones se tuercen por cosas que no están bajo nuestro control, que no siempre tiene que haber un bueno y un malo. Aunque claro está que, según Samantha, el malo es Flavio jajaja
¿Qué creéis que pasará? Espero vuestros comentarios.
¡Gracias por leerme!
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Cayó una cometa (COMPLETA)
FanfictionSamantha se va de vacaciones con sus amigas. Nada fuera de lo normal hasta que, por error, conoce a Flavio. ¿Será solo un amor de verano? ¿Qué tendrá ese chico que le gusta tanto?