CAPÍTULO NUEVE: Noche de cine

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Después de cenar las chicas lo prepararon todo para ver la película. En la sala del piano había dos sofás enfocados a una tele de pantalla plana, pero no les convenció. Eran diez personas y estarían un poco apretados. Pensaron mover la tele a otro sitio, pero no llegaban los cables. Pensaron en llevar uno de los sofás de la galería a la sala del piano, pero habría que hacer dos filas y sería muy raro. Estuvieron un rato pensando, y se les hacía tarde. Entonces a Samantha se le encendió una bombilla.

- ¡Ya sé! – exclamó al mismo tiempo que sacaba el móvil.

Marcó el número de su padre y rezó para que le saliera bien la jugada.

- ¿Samantha? – dijo su padre al otro lado de la línea.

- ¡Hola papá!

- ¿Va todo bien? ¿Hay algún problema con la casa?

-No papá, todo va bien. ¿Estáis bien vosotros?

-Sí, claro, nosotros genial.

-Me alegro. Escucha papá, que con las chicas queríamos hacer una sesión de cine, y me he acordado de que cuando éramos pequeñas a veces veíamos películas en el jardín con un proyector. ¿Está por la casa todavía?

-Uy, no lo sé hija. Probablemente, no recuerdo que nos lo llevásemos nunca. Mira en el desván, quizás está allí. ¿Sabes dónde está la llave?

-En el cajón de la despensa, ¿no?

-Sí, exacto.

- ¡Perfecto! ¡Muchas gracias papá!

Samantha colgó el teléfono y miró a sus amigas que la observaban expectantes.

-Anajú, ven conmigo al desván. Vosotras tres, buscad una sábana blanca y todos los cojines y colchones que podáis encontrar y sacadlos al jardín. Podéis coger de todo de las habitaciones vacías.

Samantha se dirigió a la cocina, seguida por Anajú, y abrió la puerta de la despensa. Entró y cogió la llave del desván, que estaba en su sitio. Subieron por las estrechas escaleras que llevaban arriba, a la parte menos modernizada de la casa, y abrió la puerta con la llave.

-Dios mío Samantha, ¿cuánto hace que no subía nadie aquí? – preguntó Anajú por el olor a espacio cerrado que desprendía el lugar.

-Pues bastante la verdad. – contestó ella.

- ¿Para qué me necesitas?

-Para nada, pero me daba miedo subir sola.

Anajú se rio. Se escuchó el timbre, los chicos ya habían llegado. Samantha le indicó a su amiga el tipo de caja en la que se suponía que estaba el proyector y se pusieron las dos a buscar. Anajú la vio encima de un mueble viejo.

- ¿Es esto? – le preguntó.

- ¡Sí! Miremos si está todo.

Cogieron la caja y la abrieron, y de repente algo salió correteando de dentro. Anajú chilló.

- ¡UN RATÓN! – gritó Samantha, apartándose.

- ¿Qué ocurre? – dijo Hugo apareciendo con Flavio por la puerta.

-Ha salido un ratón de la caja del proyector. – dijo la chica con una mano al pecho.

Los dos chicos se rieron.

-Por dios Samantha. – dijo Flavio entre risas.

-Anda vamos para abajo, está todo en la caja. – dijo Anajú que ya había comprobado que lo tuvieran todo para ver la película.

Bajaron las escaleras y se dirigieron al jardín con los demás. Flavio esperó a Samantha para caminar a su lado, se acercó a ella y le dijo bajito:

-Hola preciosa.

-Hola bonito. – contestó ella dándole un beso en la mejilla.

En el jardín ya habían sacado todo lo que Samantha les había pedido. La chica cogió la sábana que habían sacado, cogió hilo y tijeras y con la ayuda de Rafa y una escalera colgó la sábana entre dos árboles. Colocaron el proyector en una silla un trozo más atrás, conectaron el ordenador y comprobaron que se veía bien y se repartieron por el espacio de manera que todos pudieran ver la pantalla. Les quedó todo muy bonito. 

Samantha se esperó a que todos se sentaran para darle al play a la película. Flavio cogió cojines y mantas para dos y le hizo una seña para que fuera a sentarse con él. La chica pulsó el botón y fue a acurrucarse con él.

Vieron "Dando la nota", una película que a Samantha le encantaba pero ya había visto muchas veces. Por eso no aguantó hasta el final, y sin darse cuenta quedó dormida en los brazos de Flavio, que la acariciaba dulecemente. 

Cayó una cometa (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora