Flavio estaba esperando a Samantha en la calle, ya había terminado la reunión y necesitaba que le diera un poco el aire. Estaba sentado en un banco frente el edificio de Inspira, y tenía una mezcla de sensaciones que no podía identificar: estaba contento por lo bien que había ido la reunión y lo maja que había sido Anne, nervioso por empezar su futuro, asustado por si no iba bien, expectante por las sesiones de composición que Anne le había mencionado y atónito por lo rápido que había ocurrido todo desde la mañana. Todos esos sentimientos se desvanecieron cuando vio a una chica rubia salir por la puerta y autómaticamente una sonrisa se puso en su cara. Samantha le devolvió la sonrisa.
-Hola. - le dijo ella acercándose.
-Hola preciosa. - contestó Flavio levantándose del banco. Cuando la tuvo cerca, la cogió por la cintura y la atrajo hacia él para darle un beso.
-¿Qué tal la reunión?
-Pues muy bien la verdad. Estoy muy contento. Anne ya se ha puesto en contacto con la discográfica para empezar a grabar mi disco y está pensando en algún otro artista de Inspira con quién pueda hacer colaboración para que me de más promoción.
-Sí, me lo ha contado ahora al salir. ¿A ti con quién te gustaría hacerla? - preguntó Samantha.
-No sé, con mucha gente... A ver qué me propone Anne.
-A ver. ¿Quieres venir a mi casa? He invitado a las chicas a cenar, le puedes decir a Hugo que se venga también y os quedáis. Seguro que a Anajú le parece bien.
-Me parece estupendo. - el chico la volvió a besar y la rodeó con su brazo para ir hacia el coche de Samantha.
Samantha le contó que vivía un poco lejos de la ciudad, a media hora en coche, porque no le gustaba el alboroto que había en el centro. Cuando la chica aparcó el coche Flavio alucinó: estaban delante de una casa bastante grande y muy moderna, con ventanales que ocupaban paredes enteras y un jardín enorme, con árboles y plantas.
-¿Vives aquí? - preguntó Flavio sorprendido.
-Sí. - contestó Samantha sin darse cuenta de lo sorprendido que estaba Flavio.
-¿Sola? - insistió el chico, temiendo que lo hubiera llevado a casa de sus padres.
-Sí. Es un poco grande para mí sola, ya lo sé, pero me gusta.
Flavio no contestó, pero pensó que debían pagar muy bien en Inspira para que Samantha tuviera esa casa. Luego recordó su casa de la playa, y dedujo que su familia tendría bastante dinero. Cuando entraron, se sentaron en el sofá del salón, y Samantha no dudó en preguntar:
-¿Me cantas algo?
-¿Ahora? - Samantha asintió. - ¿Pero quieres que cante acapella? Qué vergüenza.
-Tengo un piano y todas las guitarras que quieras.
-¿Ah sí? ¿También cantas?
-Como con el piano, lo intento. Me gusta hacer covers pero no tengo nada propio.
-Yo te canto algo mío y tu me cantas lo que quieras. - propuso Flavio.
-Venga vale. Empiezas tú. - Samantha accedió.
-Pues llévame al piano. - Samantha se levantó y lo llevó hasta su piano de pared.
-Algo que no haya escuchado todavía. - pidió la chica.
-Vale. Esta se llama "Yo con yo mismo".
El chico empezó a tocar. Sus dedos se movían por las teclas repitiendo una melodía que cautivó a Samantha con solo dos notas. Y de pronto empezó a cantar. Si a Samantha le saltó el corazón cuando escuchó a Flavio por los auriculares, al escucharlo en directo le tembló todo el cuerpo. Lo que aquel chico le hacía sentir no era normal. La letra de la canción era tan profunda que a Samantha le pareció que le estaba contando algo muy personal, que le estaba diciendo todo aquello que le contó aquella noche en la discoteca de la playa, sobre sus problemas por relacionarse y ser extrovertido. Samantha lo escuchó y le entendió. Cuando terminó la chica lo abrazó muy fuerte.
-Es preciosa Fla. Tienes mucho talento y estoy segura de que lo vas a petar.
-Gracias. - el chico la besó en la mejilla. - Te toca.
-Pero yo no puedo hacer nada parecido a eso... Si solo sé cuatro acordes con la guitarra...
-Me da igual, quiero escucharte.
-Está bien... - Samantha accedió y fue a coger una de sus guitarras.
-Esta canción me ha acompañado siempre. La canto en todos los momentos importantes de mi vida y significa mucho para mí. Se llama "Que tinguem sort", que significa "Que tengamos suerte".
Samantha se ajustó los audífonos. Empezó a rascar las cuerdas de su guitarra. Hizo un par de compases de introducción y empezó a cantar. Flavio la observó concentrada en sus dedos, se fijaba dónde los ponía en cada acorde. La chica no dejó de mirar el mástil de la guitarra en toda la canción, en parte para asegurarse de tocar el acorde correcto y en parte para no tener que mirar a Flavio a los ojos y así esconder la vergüenza que le daba cantar delante de él. Cuando acabó la canción Flavio la miraba con una sonrisa embobada.
-Tienes una voz muy bonita. - le dijo.
-¿Qué? - Samantha no lo escuchó, y se volvió a ajustar los audífonos.
-Que tienes una voz muy bonita. - Samantha sonrió. - Nunca me has hablado del motivo de esto. - señaló las orejas de Samantha, refiriéndose a sus sonotones.
-Ya, no me gusta mucho hablar de ello. - la chica suspiró. - Pero ya no me importa hablarlo contigo. - Flavio sonrió. - Tengo hipoacusia neurosensorial, que és una pérdida de audición del sesenta porciento.
-¿En serio? - la chica asintió. - Joder Samantha, eres increíble. - soltó sin pensarlo. Samantha sonrió sorprendida. - Es que... que seas mánager y lleves las carreras de toda esa gente es muy admirable, pero encima ahora resulta que tú también eres artista y que tienes hipoacusia... Eres increíble. - repitió.
Samantha no dijo nada, dejó la guitarra, se acercó a él y lo abrazó fuerte. Él la besó. Se miraron a los ojos y estuvieron un rato así, sin hacer nada más que observarse. Finalmente Samantha rompió el silencio.
-¿Me ayudas a hacer la cena para esa gente?
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Cayó una cometa (COMPLETA)
FanfictionSamantha se va de vacaciones con sus amigas. Nada fuera de lo normal hasta que, por error, conoce a Flavio. ¿Será solo un amor de verano? ¿Qué tendrá ese chico que le gusta tanto?