Ja, Changbin, tranquilízate un poco —dijo entre dientes y riendo una voz en la oscuridad, a escasos centímetros de mi cara—. Te va a dar un infarto.
—¿Qué? ¿Quién anda ahí? —pregunté, tembloroso. La voz me resultaba familiar pero no conseguía ubicarla.
—¿No te da vergüenza? —dijo la voz en tono reprobatorio—. ¿Ya ni siquiera reconoces a tu hermano?
—¿Seungmin? —Palpé a tientas para encender la luz de la mesita de noche.
Y sofoqué un grito en cuanto lo vi. Parecía mi hermano, pero no del todo. Era como si hubieran cincelado su cara de bebé regordito para destacar unos esculpidos pómulos y una potente mandíbula. Nunca había tenido problemas de acné, pero su piel se veía más suave e inmaculada que nunca.El cambio lo hacía mayor, pero lo mejoraba a la vez. Ya no parecía un niño al borde de la pubertad sino un joven al final de su adolescencia. Sus ojos castaños eran fabulosos, pero su sonrisa, insegura y torcida, seguía siendo la misma.
—¿Seungmin? —repetí, esforzándome por aceptar que mi hermano pequeño se había convertido en la asombrosa criatura que tenía delante de mí.
—Ese soy yo. —Aquella voz sonaba casi como la suya, aunque más profunda y aterciopelada. Carecía de aquel elemento chirriante de inseguridad que tanto la caracterizaba.
Sin pensarlo un instante, le acaricié la cara. Su piel era suave y templada, pero antes de que me diera tiempo a percatarme de nada más, se produjo en su expresión un veloz cambio. Se echó hacia atrás y se apartó de mí.
—¿Qué pasa? ¿He hecho algo mal? —le pregunté, retirando la mano.
—No soy aún lo bastante fuerte. —Seungmin retrocedió hacia la pared pero no se marchó de la habitación; su figura estaba bañada por el cálido resplandor de la luz.
—¿Para qué? —le pregunté.
—Eres el primer ser... humano al que veo. —Su cara se contrajo en una mueca, una expresión confusa y desgarrada—. Olía tu presencia desde la habitación y creía haberlo asimilado ya del todo. Pero no estaba preparado para sentir tu pulso sobre mi piel... —Vi un sentimiento de culpa reflejado en su rostro, el resultado de encontrarme apetitoso.
—Lo siento. Debería haberlo imaginado. Siempre me pasa con Félix y has pensado que a estas alturas tendría que saberlo de sobras. —Me obligué a sonreírle, pero su expresión se había avinagrado—. ¿Qué pasa?
—De modo que... ¿lo sabes? —preguntó Seungmin en voz baja.
—¿Te refieres a... que sé que son vampiros?
—Tenías que saberlo. —Me miró fijamente a pesar de la oscuridad—. En cuanto fui capaz de comprender lo que estaba pasando, y Minho me lo explicó... Me dijo que tú lo sabías, y no es que yo no lo imaginara ya, pero supongo que nunca quise creérmelo hasta oírlo de tu boca.
—¿Y por qué no querías creerlo? —Arrugué la frente con preocupación. Si era capaz de creer que se estaba convirtiendo en vampiro, ¿por qué le costaba tanto creer que yo ya lo sabía?
—¿Cómo es posible que no me lo contaras? —Seungmin parecía tan enfadado y herido, que casi me encogí de miedo.
Recordé entonces lo que Félix había dicho: que en los primeros tiempos de su transformación, los vampiros tienen las emociones a flor de piel, que todo es mucho más intenso y que controlarse es muy complicado. Sin embargo, el autocontrol siempre había sido una de las virtudes de Seungmin, y era precisamente lo que le permitía estar tan pronto en una misma habitación conmigo.
ESTÁS LEYENDO
Latido² || [Lixbin]
Teen Fiction[ʟɪʙʀᴏ ⅖]❈ Tras la marcha de Hyunjin, Changbin está más unido que nunca a Félix. Tanto el como su hermano Seungmin pasan un idílico verano en casa de sus amigos. Sólo que el hermano de Changbin no sabe que lo son, hasta que un acontecimiento inesper...