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Después de llegar a la conclusión de que siempre era preferible morir con dignidad, me volví en redondo, dispuesto a enfrentarme a mis atacantes. Era incapaz de correr más que ellos y, como seguramente habían estado siguiéndome, sabían muy bien hacia dónde me dirigía. Fuera por la razón que fuese, I.m se había encaprichado conmigo y no estaba dispuesto a dejarme escapar.

—¡Sé que estás ahí! —le anuncié a la niebla.

Continué escuchando el eco de sus pisadas hasta que sus oscuras siluetas finalmente se materializaron. El corazón me latía a toda velocidad y, aun sabiendo que eso podían oírlo, me propuse esconder cualquier otra evidencia que les diera a entender que estaba aterrorizado.

El estómago me dio un vuelco, pero tragué saliva y cerré los puños con fuerza para que no me temblasen las manos. Levanté la barbilla en un gesto de desafío, a pesar de que con ello dejara mi cuello más a la vista. Al fin y al cabo, daba lo mismo. Hiciera lo que hiciese, encontrarían la manera de llegar a mis venas.

Los tenía delante de mí. I.m me miraba con sus ojos negros como si yo fuera un pedazo de carne o el Santo Grial. Llevaba el pelo grasiento peinado hacia atrás y su amplia sonrisa revelaba unos colmillos ridículos. La niebla aplastaba el pelo de Minhyuk, robándole toda su gracia. En lugar de mostrarse satisfecho por haberme atrapado, me di cuenta de que su sonrisa flaqueaba.

—Has echado a perder la cacería —dijo I.m, con una voz envenenada.

—La verdad es que tampoco es que sea una presa impresionante —apuntó Minhyuk con su voz de Campanilla gótica. Se quedó mirándome y a continuación miró a I.m con ojos lascivos.

De ahí lo vacilante de su sonrisa. Después del apetito que había sentido en un principio, me habría dejado correr encantado para seguir con su vida como si yo nunca hubiese existido. El que no quería soltarme era I.m, y el se sentía cada vez más amenazado por el interés que mostraba su compañero hacia mí, un hecho que me provocaba más terror si cabía.

En general, nadie sentiría celos de una hamburguesa, por lo que no me parecía normal que Minhyuk estuviese celoso de mí. A menos que las intenciones de I.m fueran más allá del alimento.

—Muy bien. Acabemos de una vez con este asunto —dije, tratando de no alterarme. No era que estuviese deseoso de morir, pero no me apetecía una muerte lenta.

—¿A qué vienen tantas prisas? —I.m alargó el brazo para acariciarme la mejilla con el dorso de la mano, pero me estremecí y sus grotescas y largas uñas negras apenas me rozaron la piel. Me sonrió y tragué con fuerza para no vomitar—. Veo que sigues lleno de energía.

—¿Y eso qué más da? —espetó Minhyuk.

—Acabo de decidir que hoy es un buen día para morir y pronto será medianoche, de modo que será mejor que acabemos de una vez con esto —dije.

Había dado un paso atrás de forma totalmente inconsciente. A pesar de que mis piernas parecían de gelatina, ardían de ganas de echar a correr. La velocidad de mis pulsaciones me empujaba a huir, pero sabía que no llegaría muy lejos antes de que I.m me apresara entre sus brazos y me echara las manos encima. Se me pusieron los pelos de punta solo de pensarlo. Llegué a la conclusión de que lo mejor era sacar de quicio a Minhyuk para que me matara pronto.

—Te ves muy ridículo —le dije. El pánico obstruía por completo las partes más útiles de mi cerebro y la frase no me salió tan ingeniosa ni punzante como esperaba.

—¡Tú sí que llevas una pinta de lo más estúpido! —contraatacó Minhyuk, mirándome con cara de asco.

—¡Señores! —dijo I.m, levantando la mano para llamarnos al orden.

Latido² || [Lixbin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora